EL DEBATE SOBRE EL 'ESTADO DE LA NACIÓN'

Santiago Carrillo duda de que llegue a celebrarse el referéndum sobre la OTAN prometido por los socialistas

Santiago Carrillo y Adolfo Suárez abrieron ayer, con tonos y contenidos muy diferentes entre sí, el tercer y último día de sesiones del debate parlamentario sobre el estado de la nación. Mientras Suárez, ex presidente del Gobierno y actual presidente del Centro Democrático y Social, se mostraba comprensivo, correcto y próximo a los socialistas, el portavoz comunista en el Congreso de los Diputados Carrillo atacó duramente la política realizada en los dos últimos años, dudó de que vaya a celebrarse realmente el referéndum sobre la permanencia en la OTAN, profetizó que España puede entrar "a la ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Santiago Carrillo y Adolfo Suárez abrieron ayer, con tonos y contenidos muy diferentes entre sí, el tercer y último día de sesiones del debate parlamentario sobre el estado de la nación. Mientras Suárez, ex presidente del Gobierno y actual presidente del Centro Democrático y Social, se mostraba comprensivo, correcto y próximo a los socialistas, el portavoz comunista en el Congreso de los Diputados Carrillo atacó duramente la política realizada en los dos últimos años, dudó de que vaya a celebrarse realmente el referéndum sobre la permanencia en la OTAN, profetizó que España puede entrar "a la pata coja" en la CEE y vaticinó el desastre para los socialistas si continúan echándose en brazos de la derecha.

Carrillo logró exasperar a Felipe González, quien llegó a revelar que si no había recibido jamás al portavoz parlamentario comunista había sido por indicación del secretario general del PCE, Gerardo Iglesias. Ante la afirmación de Carrillo de que los socialistas dejarían a los comunistas "sin resuello si pudieran", el presidente dudó de que, en caso de que los comunistas llegasen al Gobierno, "nos dejaran algo de resuello a los demás".Este tono tan escasamente amistoso caracterizó el intercambio verbal entre González y Carrillo, en claro contraste con lo que, inmediatamente después, sería el debate entre el presidente y el ex presidente Adolfo Suárez.

El ex secretario general del PCE comenzó su intervención con ataques a los bancos de la oposición conservadora, a los que aludió como "esos señores": "Yo pagaría oro por tener un jefe de la oposición protocolizada como el señor Fraga". Apelando en todo momento a los "amigos socialistas", comparó la política de Felipe González con la de Margaret Thatcher en el Reino Unido, subrayando sus vinculaciones con la banca y con los poderes reales, hasta el punto de estar provocando los celos de la derecha: "El único ganador de la firma de los acuerdos económicos y sociales es José María Cuevas, el presidente de la CEOE", dijo. "Cuanto más le dais a la derecha, más os va a pedir la derecha, porque la derecha es insaciable", afirmó Carrillo, que provocó en varios momentos las risas de la Cámara; por ejemplo, cuando aseguró que los socialistas "no asustan a los poderes reales, ellos saben que sois buenos chicos".

Romeo y Julieta

Al ministro del Interior, José Barrionuevo, le acusó de practica una política de "amor ciego", de Romeo y Julieta con la Guardia Civil, refiriéndose a las condecoraciones impuestas recientemente a varios guardias acusados de haber practicado torturas en el País Vasco. Esta alusión fue despectiva mente considerada como "de mal gusto" por González, quien aseguró que ningún tribunal ha probado aún que se practiquen torturas en España.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la propuesta lanzada el martes por González para buscar un consenso en torno a los 10 puntos para la permanencia en la OTAN, Carrillo lanzó su esperado ataque a la Alianza Atlántica y al "giro de 180 grados" en la política del PSOE al respecto, para acabar subrayando que la victoria socialista de octubre de 1982 se debió básicamente a las promesas sobre el abandono de la OTAN y la creación de 800.000 puestos de trabajo. El consenso sobre la OTAN podrá hacerse en la Cámara, dijo Carrillo, pero no en la calle, y se producirá un divorcio de la realidad. El único consenso posible con los comunistas sería, agregó, la convocatoria dé un referéndum claro, sin más.

Patentemente indignado por la intervención de Carrillo, González se refirió en tono de humor a las escasas posibilidades de que el PCE se siente en los escaños azules del Gobierno, posibilidades "ahora menores que antes", y aseguró que "incluso los chinos" están ahora viendo las ventajas de una política económica de merca do, comparación que provocaría la posterior hilaridad y los sarcasmos del veterano comunista. El presidente basó su argumentación en la diferencia que existe entre hacer una política desde la oposición y desde el realismo que confiere el ejercicio del poder.

Concordia y cortesía

La confrontación Carrillo-González contrastó con el ambiente de concordia y paz que caracterizó el debate entre el presidente y el líder del CDS, Adolfo Suárez.Leyendo en tono de voz monocorde y bajo, Suárez insistió en un mensaje que ya repitió durante la campaña electoral de 1982: es necesario llegar a un gran pacto en ternas fundamentales de Estado. En este sentido, se felicitó de los pasos adelante dados por el Gobierno socialista.

El turno de réplicas y contrarréplicas consistiría, a partir de ahí, en un intercambio de cortesías entre Suárez y su sucesor en el cargo. El líder centrista consideró "realista" la propuesta de González sobre la OTAN: "Yo, en la búsqueda de ese consenso, no seré obstáculo, al margen de mis opiniones personales", dijo Suárez, que no especificó cuáles eran tales opiniones acerca de la permanencia en la Alianza Atlántica.

En todo caso, el ex presidente se mostró convencido de que "es mucho más difícil salir o no de la OTAN que decidir su ingreso en ella", observación que agradeció Felipe González. Asimismo, Adolfo Suárez aconsejó al Gobierno que "esté abierto a todas las voces", y a la oposición que rehuya planteamientos maximalistas que provoquen enfrentamiento s. El presidente González le respondió que "lo mejor es unir fuerzas para conseguir el mejor acuerdo posible" en los grandes problemas.

Archivado En