Price Waterhouse detectó en 1982 que el 'agujero' era debido, en buena parte, a las sociedades instrumentales

Las grandes partidas del desequilibrio patrimonial

Según el balance ajustado y reclasificado por los auditores (anexo tercero del documento), el agujero o conjunto de activos ficticios de Banca Catalana ascendía, a 30 de junio de 1982, a 63.855,6 millones de pesetas. Si se aplicaban las reservas -de 5.525 millones- el desequilibrio patrimonial resultante se cifraba en 58.330 millones.Esos 63.855 millones corresponden a decrementos patrimonales registrados en varias decenas de partidas, entre las que destacan (anexo segundo) los efectos en cartera no recuperables (5.014,1 millones); los préstamos y créditos no recuperables (6.955,6); la ...

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Según el balance ajustado y reclasificado por los auditores (anexo tercero del documento), el agujero o conjunto de activos ficticios de Banca Catalana ascendía, a 30 de junio de 1982, a 63.855,6 millones de pesetas. Si se aplicaban las reservas -de 5.525 millones- el desequilibrio patrimonial resultante se cifraba en 58.330 millones.Esos 63.855 millones corresponden a decrementos patrimonales registrados en varias decenas de partidas, entre las que destacan (anexo segundo) los efectos en cartera no recuperables (5.014,1 millones); los préstamos y créditos no recuperables (6.955,6); la minusvalía en inversiones en sociedades bancarias (5.393,3); el ajuste de depósitos de clientes no contabilizados (4.484,4), y los defectos de provisión del riesgo bancario con participadas, que suponían más de la mitad del agujero y totalizaban 37.031,9 millones. Estas partidas totalizaban 58.879,3 millones de pesetas, es decir, el 92,21 % del agujero total.

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La principal de ellas es, como se ha indicado, la correspondiente a "defectos de provisión del riesgo bancario con participadas", que se desglosa según el carácter de las filiales: 1.322 millones en sociedades industriales, 1.753 millones en sociedades financieras, 9.250 millones en sociedades inmobiliarias, y 18.152 en sociedades patrimoniales. Esta composición revela que las principales causas de la crisis de Banca Catalana no radicaron tanto en las consecuencias de la crisis industrial, como en el efecto combinado del soporte de la crisis inmobiliaria y, sobre todo, de la actividad de las llamadas sociedades patrimoniales, que según el texto de la querella constituían meras sociedades instrumentales.

No es éste el caso de los bancos industriales del grupo, BIC y BIM, en cuyas crisis jugaron un papel más decisivo los factores propiamente industriales derivados de la crisis económica general.

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