Cartas al director

Rumasa, Matesa y Banca Catalana

Como asiduo lector de EL PAIS, vengo siguiendo el caso de Banca Catalana, igual que lo hice con Rumasa, Matesa y tantos otros, en los que el gran perdedor fue siempre todo español que nace, vive y muere. en España. Y digo todo español porque en ningún caso las consecuencias las sufrieron en exclusiva ni catalanes, ni andaluces, ni vascos, ni nadie en particular, y sí repercutiendo en todos los níveles. Y acto seguido, la petición de apretarse el cinturón. Cinturón que a quien más aprieta siempre es a los niveles bajos, bien por ser los más sufridos o los más indefensos.Así pues, pretender el p...

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Como asiduo lector de EL PAIS, vengo siguiendo el caso de Banca Catalana, igual que lo hice con Rumasa, Matesa y tantos otros, en los que el gran perdedor fue siempre todo español que nace, vive y muere. en España. Y digo todo español porque en ningún caso las consecuencias las sufrieron en exclusiva ni catalanes, ni andaluces, ni vascos, ni nadie en particular, y sí repercutiendo en todos los níveles. Y acto seguido, la petición de apretarse el cinturón. Cinturón que a quien más aprieta siempre es a los niveles bajos, bien por ser los más sufridos o los más indefensos.Así pues, pretender el país catalán, al que siempre he admirado, erigirse en víctima propiciatoria en exclusiva, por aquello de tomarlo como ataque político, creo que es correrse de ligero y un intento de apartarse de la realidad,influenciado por alguien. Si el presunto delito quedase demostrado en los tribunales, las víctimas no serían en exclusiva los catalanes, sino toda España, puesto que ni los cargos van contra el presidente Pujol ni se trata de una simple empresa. Se trata de una entidad bancaria, con un grupo de personas como máximos responsables y con repercusión nacional.

Al parecer existen unos hechos consumados. Pero lo que no es cierto es que exista ya una culpabilidad definida sobre persona determinada alguna, como se viene pretendiendo por determinadas personas y colectivos, al intentar presentar al presidente Pujol como al Cristo del siglo XX. Esto es algo que sólo y exclusivamente creo le corresponde a los tribunales competentes, en quienes recae la responsabilidad dé aplicar la justicia. Justicia, con mayúsculas, que no ley del embudo, como ya vinimos sufriendo en los tiempos pasados de dictadura. Y no se trate de utilizar políticamente al señor Pujol, por su cargo de presidente de la Generalitat, con el fin de correr una cortina de humo para eludir la posible responsabilidad de terceros.

Y si el señor Pujol se tiene por inocente, cosa que no pongo en entredicho, la mejor forma de reafirmarse como presidente sería exigiendo el cumplimiento de la ley sometiéndose a la justicia y después pedir responsabilidades. Entonces cabrían manifestaciones, declaraciones, acusaciones y cuanto fuese necesario. Pero si lo que se pretende es recurrir a una inmunidad parlamentaria, como presidente, y así se aplicase, el pueblo español tendría mucho que pensar sobre la democracia, la justicia, el Gobierno, la tan subrayada responsabilidad del país catalán y sobre los milagros del siglo XX, donde los penitentes seguirían siendo los de siempre, los de a pie. /

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