Editorial:

Costa Rica y Contadora

EL VIAJE que el presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, inicia hoy oficialmente en Madrid y que proseguirá en otras capitales europeas tiende, por un lado, a resolver problemas de relaciones bilaterales económicas, comerciales, tecnológicas, pero se produce en un momento particularmente complejo de la crisis centro americana y representa un esfuerzo quizá decisivo para lograr un máximo de apoyos internacionales a las gestiones pacificadoras del grupo de Contadora. Costa Rica tiene, por su historia, por su fidelidad a una tradición democrática mantenida en un contorno más bi...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

EL VIAJE que el presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, inicia hoy oficialmente en Madrid y que proseguirá en otras capitales europeas tiende, por un lado, a resolver problemas de relaciones bilaterales económicas, comerciales, tecnológicas, pero se produce en un momento particularmente complejo de la crisis centro americana y representa un esfuerzo quizá decisivo para lograr un máximo de apoyos internacionales a las gestiones pacificadoras del grupo de Contadora. Costa Rica tiene, por su historia, por su fidelidad a una tradición democrática mantenida en un contorno más bien propenso a soluciones autoritarias, por la audacia de su Constitución que ha prescindido del ejército, caso absolutamente excepcio nal, un prestigio considerable entre las fuerzas progresistas de Europa. En la actual coyuntura de América Central, con guerras civiles en Salvador y Guatemala, con la rebelión armada en Nicaragua sostenida por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el papel de Costa Rica puede ser esencial. El apoyo que ha dado desde el principio a las soluciones propugnadas por Contadora no ha sido nunca una simple declaración diplomática; es una actitud en la que Costa Rica Compromete de hecho su propia seguridad. Refleja, sin duda, una voluntad de contribuir a la paz de toda la región, pero, a la vez, una voluntad de no verse arrastrada al torbellino en el que ya están envueltos algunos de sus vecinos.En noviembre de 1983, el presidente Monge proclamó la neutralidad de Costa Rica, decisión que para un país sin ejército y con frontera con Nicaragua exigía realizar esfuerzos particularmente difíciles. Los intentos de anular esa neutralidad, de convertirla en papel mojado, han sido sistemáticos. No parece dudoso que el grupo de Edén Pastora ha utilizado el territorio costarricense en algunas de sus operaciones. Una fuerte campaña de prensa ha pretendido volcar la posición oficial de Costa Rica hacia formas de beligerancia contra el Gobierno sandinista. Pero el Gobierno ha hecho frente a las presiones; recientemente se han dado, en el marco de Contadora, pasos para hacer efectiva la neutralidad: por ejemplo, el establecimiento de una comisión conjunta, de Costa Rica y Nicaragua, en el puesto fronterizo de Peñas Blancas, medida cuya importancia sería absurdo subestimar. Es evidente que elproceso pacificador que Contadora propugna -y que el presidente de México, De la Madrid, defendió con gran elocuencia en su reciente discurso ante el Congreso de EE UU- necesita cada vez más pasar de las propuestas, las declaraciones, a una operatividad política que permita frenar la tendencia a la agudización de los conflictos, que propicie aperturas hacia soluciones basadas en la negociación.

Dos son hoy los puntos calientes en que con toda probabilidad el futuro de Contadora se va a decidir. En primer lugar, la posibilidad de que se inicie un camino de negociación que permita poner fin a la guerra civil en Salvador: en ese orden, las últimas noticias confirman el papel eminente que está desempeñándo el presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, para propiciar que esa negociación sea posible. Los dirigentes del Frente Democrático Revolucionario, de El Salvador han afirmado su disposición a negociar con el recientemente elegido presidente Duarte. A pesar de que existen puntos de partida muy diferentes, la posibilidad de que se sienten en una misma mesa los representantes de fuerzas que aún hoy se combaten con las armas tiene una importancia indudable. El papel de Costa Rica al contribuir a este paso negociador subraya el valor de su neutralidad. El segundo punto decisivo para el éxito de Contadora es que Nicaragua organice unas elecciones en las que la democracia y el pluralismo estén garantizados. El reciente anuncio de que el estado de emergencia, y en consecuencia la censura, será levantado en una fecha anterior a la prevista es una buena noticia. Ello podría facilitar la participación, por ahora dudosa, de los partidos conservadores, centristas y socialdemócratas existentes en Managua. Sin embargo, para qúe pudiese materializarse cierto despeje del panorama centroamericano por los caminos que Contadora se esfuerza por abrir, hace falta que exista una disposición favorable a ello por parte de EE UU. En ese orden, es preocupante leer, por ejemplo en The Washington Post, que los grupos rebeldes de Nicaragua seguirán disponiendo de medios facilitados por la CIA, a pesar de la votación del Congreso, durante bastantes meses.

Cuando el presidente Monge declara (véase EL PAIS de 27 de mayo) "que si cierra Contadora, es la guerra", son palabras muy serias. Pocas personas podrían pronunciarlas con tanta autoridad como él. Las pronuncia ante España, ante Europa. Y cabe esperar que den lugar a una respuesta positiva, en Madrid y en otras capitales, que. deje clara ante Washington la posición de Europa.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En