Comenzaron las Fiestas de San Isidro

Fernando Fernan-Gómez: "San Isidro, tiempo del olvido, del amor, y de la fiesta"

El actor, autor y director Fernando Fernán-Górnez defendió ayer, en el pregón de las fiestas de San Isidro -leído en verso desde el balcón de la Casa de la Carnicería de la plaza Mayor-, la necesidad de que estas fiestas sean para todos "tiempo del olvido, del amor y de la fiesta".Fernán-Gómez expuso, en primer lugar, las posibilidades que ofrece una ciudad como Madrid durante estas fiestas. "Ir a las corridas o al Retiro a pasearos, / o a ligar a Maravillas -los más finos, en Serrano-, / o a beber vino de Arganda, o a bailar muy bien bailao / un chotis sobre un ladrillo, más o menos apretado,...

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El actor, autor y director Fernando Fernán-Górnez defendió ayer, en el pregón de las fiestas de San Isidro -leído en verso desde el balcón de la Casa de la Carnicería de la plaza Mayor-, la necesidad de que estas fiestas sean para todos "tiempo del olvido, del amor y de la fiesta".Fernán-Gómez expuso, en primer lugar, las posibilidades que ofrece una ciudad como Madrid durante estas fiestas. "Ir a las corridas o al Retiro a pasearos, / o a ligar a Maravillas -los más finos, en Serrano-, / o a beber vino de Arganda, o a bailar muy bien bailao / un chotis sobre un ladrillo, más o menos apretado, / o un rock en la discoteca, o una rumba en un colmao."

Eso sin contar con que "podéis ver los edificios, los solares, el palacio, / la Gran Vía, la Cibeles, la Castellana, el estadio / Bernabéu, las chabolas donde viven los gitanos. / Tenéis misas, tenéis fútbol, flamencos en los tablaos / y animales en el zoo que hay en la Casa de Campo. / Tenéis toros y verbena, quizá carreras de sacos, / y farolillos y música en las calles de los barrios. / Todo hay para divertirse, lo económico y lo caro, / y el Congreso me parece que estos días no ha cerrado. / Y para colmo de todo, para unos tipos muy raros, / de los que ya quedan pocos, hay funciones de teatro". Y como buen consejero recomendó el pregonero: "De orden del señor alcalde, de las penas olvidaos, / olvidaos de los amores que malamente acabaron; / recordar sólo lo bueno y olvidad todo lo malo. / Olvidad a los políticos y a los dueños de los bancos".

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En su pregón, Fernán-Gómez declaró que Madrid era una ciudad abierta "a la paz, la libertad, la alegría y la pereza", y recordó que "el sordo de Fuendetodos, que fuente de muchos era, / madrileño de Aragón, os invita a la pradera, / que aunque hoy sea de ladrillo, en sus entrañas alberga / raíces, yerbas y flores de primavera". Esta invitación la hizo extensiva a todos, a los elegantes, a las de derechas -"qué lindas y bien criadas, sobre todo ahora que ya no son tan estrechas"-, y pidió "que se acerque el padre Llanos con toda su patulea y que al pobre Ruiz-Mateos le dejen también que venga, / aunque su miel sea miel de mala abeja. / Que vengan buenos y malos, los nietos de Luis Candelas, los tomadores del dos, los banqueros, las mecheras, los piratas del aceite de colza o de Redondela, / los sablistas, los compinches de Sofico y de Matesa, / bienvenidos sean todos; pero que vengan, / por favor, a descansar, que dejen gozar las fiestas".

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