Tribuna:

Lombrices

Se acerca la revolución de la lombriz roja, aunque los ecologistas del café universal lo ignoran todavía. Pero hoy en los círculos iniciáticos de la lechuga militante se habla ya en voz alta de este gusano como de un redentor. Cualquier intelectual que cultive macetas sabe que la lombriz de tierra ayuda a la formación del mantillo mediante sus deposiciones. Este anélido gelatinoso come barro simple y 16 transforma en abono orgánico. Al menos eso hacía, si antes no se lo zampaba un mirlo, en aquellos jardines de nuestra infancia, en los felices tiempos agrarios, cuando en la civilización occide...

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Se acerca la revolución de la lombriz roja, aunque los ecologistas del café universal lo ignoran todavía. Pero hoy en los círculos iniciáticos de la lechuga militante se habla ya en voz alta de este gusano como de un redentor. Cualquier intelectual que cultive macetas sabe que la lombriz de tierra ayuda a la formación del mantillo mediante sus deposiciones. Este anélido gelatinoso come barro simple y 16 transforma en abono orgánico. Al menos eso hacía, si antes no se lo zampaba un mirlo, en aquellos jardines de nuestra infancia, en los felices tiempos agrarios, cuando en la civilización occidental sólo había un bullicio de insectos no motorizados y los excrementos del hombre aún eran saludables.El mundo cristiano hoy asiste a la gran rebelión de la basura. No se trata de la boñiga medieval, perfumada e inmóvil, sino de esos cementerios industriales que avanzan como los glaciares, inexorablemente. Las ciudades aparecen coronadas de vertederos con vida propia, movidos desde su interior por la lenta fisiología de los monstruos antiguos que un día sembraron el terror sobre el planeta. La modernidad expele una cantidad apabullante de desperdicios y llegará un momento en que el corazón humano sólo será un envase de crocantino recuperable. Pero he aquí que en California, entre 10.000 especies, ha crecido una roja lombriz tecnológica adaptada a los tiempos que corren. No sólo come tierra húmeda, sino que lo devora todo: metales, restos de pollo, helados, hamburguesas, chapas de automóvil, uralita, trapos impregnados de petróleo, todo, excepto el plástico y el vidrio, y lo va transformando en un granulado de vitaminas minerales. Se instala un pequeño ejército de esta clase de gusanos en el basurero de Vaciamadrid. y al poco tiempo aquel lupanar se convierte en uña montaña de delicado humus listo para venderse en farmacias. Estas lombrices son hermafroditas, copulan consigo mismas y se reproducen vertiginosamente. Cuando aprendan un poco más y sean capaces de digerir cristales y metacrilato podrá decirse que la civilización occidental está a salvo. Se pondrá a pastar a la lombriz roja como una solitaria en el intestino de nuestra cultura y sobre la miseria industrial volverán a florecer ecológicamente los jardines de Babilonia.

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