Tribuna:SPLEEN DE MADRID

La educación sentimental

El Vaticano no es que no tenga una educación sentimental que ofrecer a los jóvenes, sino que no la tiene al día. Ahora dice que han condenado la masturbación de los adolescentes (son muchos más los adultos que se masturban: los adolescentes, hoy, lo tienen tirado). Para estos hipotéticos adolescentes masturbatorios o autoeréticos (quizá algún querubín golfo que ha pillado un cardenal por los cielos confusos de la Sixtina), el Vaticano pide culpa y aconseja comprensión. Es el viejo doble juego de la Iglesia, paternalista. Pero lo que me ha movido a mayor curiosidad filosófica de todo este amago...

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El Vaticano no es que no tenga una educación sentimental que ofrecer a los jóvenes, sino que no la tiene al día. Ahora dice que han condenado la masturbación de los adolescentes (son muchos más los adultos que se masturban: los adolescentes, hoy, lo tienen tirado). Para estos hipotéticos adolescentes masturbatorios o autoeréticos (quizá algún querubín golfo que ha pillado un cardenal por los cielos confusos de la Sixtina), el Vaticano pide culpa y aconseja comprensión. Es el viejo doble juego de la Iglesia, paternalista. Pero lo que me ha movido a mayor curiosidad filosófica de todo este amago de educación sentimental vaticana es el párrafo que considera a los masturbadores y onanistas (aunque el onanismo era otra cosa) como desviados. ¿Desviados de quién, de dónde, por dónde? Sólo conozco dos maneras de ensimismamiento o de meterse el hombre (y la mujer) en sí: hacerse una gayola y escribir un soneto. Ambas cosas están al alcance de la inmensa feligresía, aunque debemos reconocer que las gayolas les salen más satisfactorias que los sonetos,. Sonetos, lo que se dice sonetos, buenos sonetos, sabemos que los hacen los poetas del avión de la muerte: Luis Rosales, García Nieto y así. El resto del pasaje y la tripulación de la poesía española suelen hacer unos sonetos infectos. En cuanto a las gayolas, por lo poco que sé de la educación sentimental de estos dos grandes poetas y de otros, andan siempre tan circuncidados de damas que no creo que tengan soledad ni sosiego para el arte melancólico, escatológico y solipsista de la gayola, que debe ser algo así como la música de cámara de la autosexualidad.Queda mucho más completa y confortable una señorita meretriz, aunque con esto ya comprendo yo que me voy desviando del solipsismo tan castellano de nuestros místicos -San Juan, Teresa- y cayendo en promiscuidades de arriero y caballero mutilado. Quizá a eso alude la Iglesia, tan sabia, cuando denomina el autoerotismo como "desviación", siendo así que a mí, que no lo practico desde hace siglos, me parece, ya digo, con el soneto, el trance más personal o intrapersonal en que puede entrar un hombre / mujer. Lo cual que las mujeres son mucho más dadas al tema, contra lo que se dice, y no hay sino hacer a Sor Juana Inés de la Cruz una lectura con los ojos indios de Octavio Paz, o a Teresa de Jesús una lectura con los ojos barrocos de Bernini. Pero estas cosas no se dicen, salvo en los ensayos de Seix/Lara. Escribo esta columna tan licenciosa en el Ritz de Barcelona, adonde hemos venido a fallar unos premios, y el gran Joaquim Marco y yo estamos de acuerdo en darle el de poesía a un particular que, sin duda, acaba de descubrir a Blas de Otero. Un poco tarde, pero cada uno descubre a sus clásicos cuando puede y le dejan, que este es un país-imposible. Una señora, en este matutino/manchego, desmiente la dudosidad de un cuadro de Goya a que servas. No digo que sí ni que no, pero me pone espanto en el epigastrio, que es donde se me pone a mí el espanto, lo dispuestos que estamos siempre los españoles a apoderarnos de lo nuestro, a legitimar lo que ya tenemos, más que por legítimo, porque nos pertenece. Otra señora, en el mismo número del matutino/manchego, me favorece con carta donde reprocha el haber sacado a mi gata, Ada o el ardor, por la tele. Yo, naturalmente, saqué la gata porque me lo pidieron con insistencia, que Ada y yo vivimos muy felices en soledad, repartiéndonos de madrugada la carne cruda. Un país al que le dan asco los animales, los Goyas atribuidos y los seres autoeróticos (como el inolvidable Matiítas de Cela), sigue siendo un país de sangre y alquitrán. Soy un San Francisco de Umbral de los animales, no me masturbo y encima escribo sonetos en prosa. En el ascensor del Ritz de Barcelona todo el mundo me pide autógrafos. ¿Qué rayos pasa con mi Castilla, entonces? Reúno aquí tres. notas alarmantes de la actualidad: lectura del onanista como "desviado"; sentido sagrado de la propiedad privada (con lo bello que sería tener un Goya falso, como Vilallonga se permite tener falsos Buffets) y asco de los animales. España, pululación de gayolas intelectuales y de las otras, tendría que ser un continuum intelectual y erótico. Hay que regenerar la gayola.

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