Los vecinos de Andújar atribuyen algunas enfermedades graves a la incidencia de residuos de uranio

El alto porcentaje de artríticos, silicáticos y enfermos de cáncer existente en la localidad jiennense de Andújar hace que muchos de sus habitantes miren con recelo el depósito de residuos de una factoría de tratamiento de uranio, ya cerrada, que se encuentra en la ciudad. El Parlamento andaluz ha discutido el asunto. El alcalde de la ciudad, matemático y fisico, piensa que el monte nuclear no es peligroso, pero admite que le falta información, "porque la Junta de Energía Nuclear (JEN) es un organismo muy hermético". Los más de los habitantes de la ciudad se sentirían más tranquilos si ...

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El alto porcentaje de artríticos, silicáticos y enfermos de cáncer existente en la localidad jiennense de Andújar hace que muchos de sus habitantes miren con recelo el depósito de residuos de una factoría de tratamiento de uranio, ya cerrada, que se encuentra en la ciudad. El Parlamento andaluz ha discutido el asunto. El alcalde de la ciudad, matemático y fisico, piensa que el monte nuclear no es peligroso, pero admite que le falta información, "porque la Junta de Energía Nuclear (JEN) es un organismo muy hermético". Los más de los habitantes de la ciudad se sentirían más tranquilos si el montículo desapareciera.A escasos metros del casco urbano de Andújar existe un montículo de unos 1.000 metros cuadrados por 10 de alto. Su propietario es la Junta de Energía Nuclear y lo forman los desechos de una factoría de tratamiento de uranio que dejó de funcionar hace ahora tres años. Para unos, el llamado monte de la nuclear es un foco de radioactividad, para otros es un simple montón de ganga de mineral. Para la JEN es materia reservada.

La historia comienza cuando, a finales de los años cincuenta, se crea en Andújar una factoría para tratar el uranio extraído en las cercanas minas de la comarca de sierra Morena, uranio que será enriquecido en Estados Unidos y utilizado para el abastecimiento de las centrales nucleares. Los desechos se irán acumulando en una explanada próxima a la factoría, en las afueras del pueblo y junto a la estación de Renfe y la zona industrial ilicitana.

La factoría se cierra, después de más de 20 años de funcionamiento, en 1980, al dejar la JEN la explotación de uranio por falta de rentabilidad. Los desechos acumulados durante todo ese tiempo forman ya un monte, debidamente vallado, situado junto a un pueblo que tiene 37.000 habitantes.

Pedro Calero, matemático, físico, socialista y alcalde de Andújar, afirma que todos los indicios le llevan a pensar que "allí no se desprende más radiactividad que la que recibimos de un televisor en color. No hay residuos radiactivos, sino simplemente ganga mineral". Su afirmación la basa en que, "que sepamos, casi todo el uranio que se trabajaba en la factoría era de 238 isótopos, no radiactivo".

Sin embargo, para Pedro Calero los peligros pueden ser otros: "Se sabe que para la extracción de uranio se utiliza un ácido que luego queda en la ganga. Este ácido, junto con el uranio, produce unos gases que son altamente tóxicos. Si se remueven las arenas existe el peligro de producir daños en la producción". Este riesgo lo ve resuelto el alcalde de Andújar con la reciente iniciativa de la JEN de cubrir el montículo con una capa de riego asfálticol, que en la actualidad ocupa algo más del 80% de la superficie.

Para más seguridad, Pédro Calero pidió este verano un informe "exhaustivo y técnico" a la Junta de Energía Nuclear. El informe aún no le ha llegado.

Por otro lado, el diputado comunista Manuel Anguita ha planteado una pregunta al Consejo de Gobierno andaluz, que tendrá respuesta en el pleno del Parlamento autonómico. Su objetivo es "únicamente recibir información, porque todo hace pensar que allí hay más radiactividad de la permitida, pues me parece sospechoso que Andújar sea un lugar con altísimo porcentaje de artríticos, silicáticos y enfermos de cáncer". Para Pedro Calero, sin embargo, el alto índice de silicosis y cáncer es "el normal de una zona minera".

Mientras tanto, los habitantes de Andújar -sobre todo los que viven más próximos- empiezan a mirar con recelo aquel monte que, después de más de 20 años, forma parte del paisaje al que están acostumbrados.

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