Tribuna:

El litoral valenciano, entre el desarrollismo y el antiturismo

En realidad, todo esto lo encuentra quien lo busca, en la infinidad de establecimientos hoteleros y de restauración abiertos al calor de las divisas del turismo. Pero no se hace especial publicidad, porque, en verano, aquí la vida sigue igual, y no se pretende renegar de un estilo para adaptarse a los gustos de los miles de. visitantes que eligen los casi 500 kilómetros del litoral valenciano.La transmutación que experimentaron poblaciones españolas de esta misma cuenca marítima para atraer al turista de dentro y de fuera de España, no afectó a los moradores de esta franja de la península. Aun...

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En realidad, todo esto lo encuentra quien lo busca, en la infinidad de establecimientos hoteleros y de restauración abiertos al calor de las divisas del turismo. Pero no se hace especial publicidad, porque, en verano, aquí la vida sigue igual, y no se pretende renegar de un estilo para adaptarse a los gustos de los miles de. visitantes que eligen los casi 500 kilómetros del litoral valenciano.La transmutación que experimentaron poblaciones españolas de esta misma cuenca marítima para atraer al turista de dentro y de fuera de España, no afectó a los moradores de esta franja de la península. Aunque pusieron los medios para procurar que el viajero con destino a Andalucía, después de atravesar Cataluña, se sintiera sumergido sin realizar ningún esfuerzo en una seductora y variada oferta turística.

Esta diversidad de ganchos de vacaciones adquiere una deno minación tan dilatada como esa imagen inmensamente alargada y estrecha que transmite la visión fisica del País Valenciano. Apretado hacia el mar por las últimas estribaciones del Sistema Ibérico y del Surbético, por la meseta castellana, el territorio desciende de repente a la llanura litoral donde cualquier hortaliza o frutal crece.

Así, a presión, entre el pico y la playa, surgió el largo itinerario de campings, especialmente en la costa de La Safor y La Marina, donde las provincias de Valencia y Alicante se unen. En este mismo tramo litoral, los madrileños instalaron su playa de Gandía, ciudad a la que acceden por un tren directo desde la capital de España. Y la burguesía vasca busca nuevos asentamientos al abrigo de las espléndidas urbanizaciones extendidas por los montes de Denia y Jávea, donde compartir un whisky con un ex alto cargo de la Administración no es dificil.

Benidorm acoge en su panza un turismo barato y verbenero que sale de su país con todo pagado. En esta popular playa, el turismo desarrollista hincó su zarpa para hacer los cimientos de unas inmensas moles, como más al Sur, en la playa de San Juan, encuentro de mesetarios y alicantinos. El turismo se apacigua al norte, bajo las almenas del castillo de Peñíscola y el trasiego familiar de Benicasim.Los ardores de la Costa Blanca de Alicante se calman con la temperatura más benigna de Castellón.

El crítico teatral británico Kenneth Tynan comprendió que el valenciano no era hombre de programar privilegios para el turista, aunque no lo desprecia si se integra en su pulso cotidiano. Y por ello, cuando viajó por la ciudad del Turia a final de los sesenta, le adjudicó la etiqueta de capital del antiturismo. "De acuerdo con los criterios del turismo convencional, los viajeros del pasado no se equivocaban al menospreciar Valencia", escribió en su crónica viajera. "Desde el punto de vista artístico no es una de las ciudades que deban ser incluidas en un recorrido por España. Asimismo, carece de la mayor parte de las cualidades que esperan encontrar los viajeros de nuestros días cuando van de vacaciones". Tynan se muestra ferviente explorador de parajes turísticos alternativos, y el Mediterráneo ha dejado de ser, en su opinión, uno de ellos. "El Mare Nostrum se ha convertido actualmente en la cloaca de Europa".

Valencia le cautivó porque ignoraba su presencia, pese a ser una ciudad que creció junto al mar, donde se fraguó la cultura clásica. "Nos gusta haraganear a la luz de un sol brillante en una gran ciudad mediterránea: hacer el vago no sólo huyendo del gregarismo, sino buscando la soledad absoluta para entregarnos a la contemplación distante, mientras el resto del mundo se: dedica de manera visible al trabajo". El ex director literario del National Theatre comprobó que Valencia -de igual modo que Castellón- vive de espaldas al mar y a sus alicientes estivales.

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El contraste de este increíble desprecio por un espacio natural que anhelanlos foráneos lo fija Alicante, con un paseo Marítimo sombreado por palmeras, y otras poblaciones de su Costa Blanca, que ejercen, pese a la distancia, de adecuada réplica continental de las islas Baleares.

Antituristas y transeúntes

Los antituristas de Valencia disfrutan más deleitándose con la representación popular del mercado Central cada mañana que buscando la inexistente playa de calidad de su término municipal. Se mezclan con la infinidad de transeúntes que toman la ciudad del Turia como un cruce de rutas, desde donde se puede navegar o volar a Palma de Mallorca e Ibiza y enlazar con la expedición de Andalucía o Marruecos. Éste es un país de contrastes y diversidad geográficos y turísticos, que aplica la misma- pauta en su economía plural. No vive del monocultivo ni del monoproducto. Por el contrario, emplea todas las cartas de la baraja para tener más juego y compensar la baja de un producto, con el nuevo mercado del sustituto.

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