Las maquinas han comenzado la destrucción de Palomeras, uno de los suburbios de aluvión de la periferia madrileña

Cada día, aproximadamente 11 familias de las 500 que habitan en Palomeras sureste, barriada del distrito de Vallecas, están siendo desalojadas de sus antiguas viviendas y trasladadas a un nuevo y flamante barrio, que ya se denomina coloquialmente Nuevas Palomeras, situado al final de la Avenida de la Albufera. El derribo de Palomeras sureste forma parte del proyecto de remodelación de Vallecas, por el que se realojará a 12.000 familias que habitan en infraviviendas. En una operación simultánea para evitar nuevos asentamientos, las familias abandonan la vivienda y las excavadoras empiezan a der...

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Cada día, aproximadamente 11 familias de las 500 que habitan en Palomeras sureste, barriada del distrito de Vallecas, están siendo desalojadas de sus antiguas viviendas y trasladadas a un nuevo y flamante barrio, que ya se denomina coloquialmente Nuevas Palomeras, situado al final de la Avenida de la Albufera. El derribo de Palomeras sureste forma parte del proyecto de remodelación de Vallecas, por el que se realojará a 12.000 familias que habitan en infraviviendas. En una operación simultánea para evitar nuevos asentamientos, las familias abandonan la vivienda y las excavadoras empiezan a derribar. Con el desalojo concluye la historia de los asentamientos que se la declaron desordenadamente en la periferia de Madrid en los años cincuenta, con emigrantes sureños.

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Las calles Sardinero y Bien Aparecida desaparecieron ayer para siempre bajo el empuje de las excavadoras. Los inquilinos y propietarios de las viviendas viven ahora en la calle de los Andaluces, en las Nuevas palomeras. Ángeles Calzado Villaescusa, de 72 años, abandonó ayer la vivienda de 25 metros cuadrados en la que había vivido durante 28 años y en la que se han criado sus cuatro hijos."Ahora", dice, "me voy a una casa nueva con tres habitaciones y terraza. Como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena".

Las casitas bajas de Palomeras parecían de papel. "Aquí, cuando llueve", dice Concepción Orozco, de 77 años, otra de las desalojadas, "el agua chorrea por todas partes. Toda la vida sin agua corriente ni cuartos de baño". En un instante, Concepción recuerda los malos momentos que han durado toda una vida, cuando en pleno invierno y por la noche necesitaba salir alretrete, el mismo para cinco vecinos, "con el cubo de agua por delante". Ahora se traslada a un piso con cuarto de baño, por el pagará 2.070 pesetas mensuales de alquiler, el 10% de la pensión de su marido, paralítico desde que sufrió una trombosis, hace un año.

Sin embargo, y pese a que la el operación de remodelación es ventajosa para la mayoría de las familias que vivían en las casitas bajas en régimen de alquiler, algunos propietarios se niegan a que derriben sus viviendas.

Los que se quedan

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El precio al que se pagan las expropiaciones -15.000 pesetas aproximadamente por metro cuadrado edificado- responde más a una concesión política que al valor real del suelo. Algunos propietarios, como Antonio Moroño, con un piso adjudicado de tres habitaciones, no quieren irse. "Mi casa", dice, "vale mucho más de lo que me quieren dar por la expropiación. No tengo porqué vivir en un rascacielos con gente que no conozco". Los derechos de las minorías se respetan y aquellos que no desean abandonar su vivienda permanecerán en ella, por el momento, pero algún día tendrán que abandonarla. Sobre el terreno que ahora se desocupa deben edificar se según figura en el proyecto de remodelación, 6.000 nuevas viviendas para alojar a los vecinos de Palomeras Altas.

Otros, cerca de 200 familias en todo Vallecas se quedarán sin casa, porque negaron al barrio después de mayo de 1980, cuando el proyecto de remodelación y el censo de habitantes ya se habían realizado. Uno de éstos es Miguel, de 19 años, que se dedica a recoger hierro, plomo y cables metálicos para obtener algo de dinero con el que dar de comer a su mujer y a sus dos hijos. "Si no tengo derecho a una vivienda" afirma, "nos tendremos que ir, cuando no echen, a vivir en las alcantarillas, con las ratas".

La operación de desalojo y derribo de Palomeras sureste, que se inició la semana pasada, durará todo el mes de julio. Cada día se delimita una manzana y se inicia el desalojo y el derribo. Cuando los vecinos trasladan sus últimas pertenencias al camión o la furgoneta que realiza la inudanza, las excavadoras . comienzan a arrasarlo todo. En pocos segundos desaparecen las paredes. Sólo quedan, en medio de los escombros, hierros y cables que los chatarreros buscan con fruición. Cuando todo ha terminado, se inicia la retirada de los escombros para evitar que lo que fue un barrio sea invadido por las ratas.

El barrio de Palomeras está formado por casas unifamiliares de una sola planta, construidas en muchos casos por sus habitantes y sin ningún tipo de equipamiento. Aprovechando los últimos escombros como material de edificación, los más pobres de Palomeras han iniciado la construcción de nuevas chabolas un poco más allá de las que se derriban.

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