TRIBUNALES

Condenado a 23 años un hombre que mató a su esposa y arrojó el cuerpo a un pozo

A un total de 23 años de cárcel y a que indemnice con tres millones de pesetas a la única hija del matrimonio ha sido condenado Ramón Cases Campillo por la Audiencia Provincial de Murcia como autor de la muerte de su esposa, Ángeles Belmonte Garre, hecho ocurrido el 5 de mayo de 1980, en el hogar familiar, en Alquerías.El tribunal lo considera parricida, estableciendo que mató a su esposa con toda intención y llevando a cabo posteriormente varios actos, como el de hacer desaparecer su cadáver, que reflejan la sangre fría y falta de escrúpulos.

El suceso se produjo en la noche del día 5 ...

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A un total de 23 años de cárcel y a que indemnice con tres millones de pesetas a la única hija del matrimonio ha sido condenado Ramón Cases Campillo por la Audiencia Provincial de Murcia como autor de la muerte de su esposa, Ángeles Belmonte Garre, hecho ocurrido el 5 de mayo de 1980, en el hogar familiar, en Alquerías.El tribunal lo considera parricida, estableciendo que mató a su esposa con toda intención y llevando a cabo posteriormente varios actos, como el de hacer desaparecer su cadáver, que reflejan la sangre fría y falta de escrúpulos.

El suceso se produjo en la noche del día 5 de mayo, cuando Ramón Cases llegó a casa, hacia las nueve de la noche, comenzando una discusión entre los esposos que motivó que la mujer se negara a servirle la cena. No era la primera vez que discutían, motivado ello, en la mayor parte de las ocasiones, porque el homicida, según establece la sentencia, es persona de mala conducta, poco amante del trabajo y se embriagaba con asiduidad.

Cuando se encontraban los dos esposos en la sala de estar, Ramón cogió un hacha y le dio a Ángeles un golpe en la cabeza rompiéndole el hueso frontal y ocasionándole la muerte. Acto seguido, el parricida envolvió el cuerpo en un saco, lo metió en el maletero de su coche y lo arrojó a un pozo de unos 40 metros de profundidad. De madrugada, se presentó en casa de los suegros buscando a su esposa, pretendiendo hacer creer que lo había abandonado, y para seguir la farsa, presentó después denuncia en el cuartel de la Guardia Civil.

La madre de Ángeles Belmonte y otros familiares no se creyeron nunca que su hija hubiese abandonado el hogar y mucho menos que lo hiciera dejando a su única hija, Esmeralda, que tenía entonces poco más de un año. Así es que, por su cuenta, realizaron toda serie de averiguaciones, hasta que en enero de 1981, utilizando una caña, y aprovechando que una ventana del domicilio de la víctima estaba entreabierta, lograron extraer las sábanas de la cama, observando que tenían manchas de sangre, por lo que la idea del asesinato se hizo más firme en ellos.

Se denunció el descubrimiento a la Guardia Civil, que prosiguió sus investigaciones y logró encontrar el cadáver, en octubre de 1981.

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