ANÁLISIS: EL PAPA EN AMÉRICA CENTRAL / 1

La gira de Juan Pablo II por Céntroamerica, un claroscuro entre la doctrina y el compromiso terrenal de la Iglesia

El viaje de Juan Pablo II al polvorín de Centroamérica puede considerarse, sin eufemismos, como el más difícil de los realizados durante su pontificado. Lo que ha quedado más claro en esta peregrínacion que en otras han sido dos cosas: el duro precio del compromiso evangélico que el Papa tiene que pagar en estos viajes a los poderosos y su clásica concepción de una Iglesia que, al revés de la intuida por Juan XXIII y Pablo VI, más que mezclarse con el mundo para ser levadura en la masa, debe estar por encima de las partes. Con un mensaje que siente como superior y-con una doctrina propia para ...

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El viaje de Juan Pablo II al polvorín de Centroamérica puede considerarse, sin eufemismos, como el más difícil de los realizados durante su pontificado. Lo que ha quedado más claro en esta peregrínacion que en otras han sido dos cosas: el duro precio del compromiso evangélico que el Papa tiene que pagar en estos viajes a los poderosos y su clásica concepción de una Iglesia que, al revés de la intuida por Juan XXIII y Pablo VI, más que mezclarse con el mundo para ser levadura en la masa, debe estar por encima de las partes. Con un mensaje que siente como superior y-con una doctrina propia para resolver los problemas sociales y humanos mejor que los sistemas clásicos del capitalismo y del marxismo.

En vísperas del viaje todos hablaban del riesgo de un atentado contra el Papa. El mismo Osservatore romano, como poniéndose en guardia, había comentado dos días antes que se iba a tratar de una peregrinación "arriesgada", y añadía que el riesgo es parte del empeño cristiano. Pero Juan Pablo II no corrió peligro durante su ajetreado viaje centroamericano. Los grandes de aquellos países, muchos de ellos calificados por la Prensa mundial de "dictadores sanguinarios", se preocuparon muy bien de prpteger.al Papa con imponentes servicios de seguridad y de encarcelar preventivamente hasta a los más pequeños sospechosos. La gira tuvo dos momentos dramáticos. El primero, cuando el Papa supo, en San José de Costa Rica, que el dictador de Guatemala, el protestante fundamentalista Efraín Ríos Montt, había ordenado el fusilamiento de seis personas acusadas de terrorismo, por las cuales había intercedido el Papa días antes. Se trató de un increíble atentado moral a Juan Pablo II, qu e le hirió "más que si le hubieran disparado a él", en palabras de un obispo de Costa Rica. Al Papa le dolió saber que en la puerta del cementerio donde. fueron fusilados los seis jóvenes había una -gran pancarta con su foto que anunciaba su inmin te visita a Guatemala. El segundo momento dramático fue la famosa tarde de Managua, cuando por primera vez después de un siglo- un Papa fue públicamente desairado, no por paganos, sino por cristianos y durante una misa. Radio Vaticana confirmaba ayer que durante este viaje Juan Pablo II "ha vivido dos momentos de pasión". Y cita la capital nicaragüense, "con la profanación de la misa", y Guatemala, "con las 9jecuciones llevadas a cabo en vísperas de la llegada del Papa". Hará falta no poco tiempo para decantar y analizar profundamente las consecuencias de esta nueva jira papal. Sus contrastes son externos e internos. Si por una parte ha sido un viaje "de crucifixión" para Juan Pablo II, lo ha sido también de triunfo. Una vez más el Papa Wojtyla ha tenido todos los motivos para emborracharse de gloria. Ha sido literalmente aclamado con increíbles expresiones de júbilo, lágrimas en los ojos, apretujones para abrazarlo y tocarlo como para sentirse curados de males profundos. Realmente como a un dios. Y ha sido aclamado, se calcula, por más de diez míllones de personas, de todaslas condiciones. También los pobres. Sobre todo ellos, aquellas masas increíbles víctimas de mil miserias en el cuerpo y en el alma que corrían día 3, noche detrás de él. Como, pot ejemplo, los, indios de Guatemala, o los negros de Haití, analfabetos en un 90%. Ante el Papa, vestido de blanco, blindado en su alto papamóvil antibala, enloquecían. Hubo miles de desmayos de simple emoción. Y quedó de manifiesto una vez más el carisma increíble de Carol Wojtyla.Carisma y doctrina

Se ha revelado una vez más este Papa, seguramente, como el inayor líder vivo capaz de hacer vibrar a las masas. Y, como otras veces, no tanto por lo que les ha dicho, sino por él mismo. Ha sido su persona, sus gestos, su forma de acercarse a la gente, lo que ha gus.. tado. Su humanidad y su capacidad increíble de saber en cada momento comportarse segun el público que tenía delante. Y, como ein, otros viajes, sus mayores triunfos los ha obtenido también con los jóvenes. Por lo que se refiere a sus discursos, al revés de lo que pasó en Africa, esta vez han tenido un. fuerte sabor social de crítica de los, males que aquejan a los países, centroamericanos. Ha condenado, y analizado en público todas las, lacras, desde la miseria a la violencia y la ancha gama de injusticias que golpea a esta zona del mundo. Y no se puede decir que ha apoyado la política de Reagan, porque ha condenado claramente y varias veces todo tipo de "injerencias externas" en el gobierno de estos pueblos, quetienen el derecho, ha dicho el Papa, de organizar en libertad y democráticamente su propia vida. Y ha pedido el diálogo y la colaboración de las partes. en conflicto para resolver los problemas sin violencia. Más que diálogo, pues, concurrencia. Jesucristo, para Juan Pablo II, es antes que la semilla que se planta y se pudre y muere entre los hombres para ser esperanza de rescate, una bandera enarbolada que desafla a los otros poderes y a los otros sistemas.

Una visita significativa

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El precio político pagado al compromiso en estos viajes es que, inevitablemente, tiene, aunque sea muchas veces contra su yoluntad y con gestos que intentan a veces dempstrar claramente este disgusto, que estrechar la mano y abrazar a poderosos que, como escribió estos días un obispo de Panamá, "están manchadas con sangre inocente como la de Jesucriísto". Y no puede hacer gestos que le gustaría como visitar ciertos lugares donde queda más clara la miseria o la opresión, como a los prófugos de EI.Salvador o a las cárceles de presos políticos. De este-viaje quedará como un símbolo del precio pagado al poder la visita a escondidas, engañando incluso a la gente, tras cambiar el horario del programa, a la tumba del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, símbolo de liberación y de martirio en favor de los oprimidos en El Salvador y en toda América Latina. Aquella tumba, dentro de una catedral, sin pueblo, asediada por los soldados de un régimen acusado de haberlo asesinado; aquella oración del Papa en silencio, sin poder gritar libremente lo que suponemos que sentía como jefe de la Iglesia ante los restos mortales de un obispo católico asesinado mientras celebraba la misa -"¡eso sí que fue profanación de la Eucarístia!", ha escrito un diario católico italiano-, quedará como la imagen más clara de lo que tantos cristianos han considerado como el verdadero atentado al Papa.

Los enigmas de Nicaragua

Y junto a esto la sombra de Nicaragua, con evidentes errores de táctica por ambas partes. Con una Iglesia joven y revolucionaria con una identidad inédita que no supo calcular la resonancia mundial de, aquel gesto de contestación a un Papa; gesto que todos después se han considerado en la obligación de desagraviar. Y la ineficacia, por primera vez, dela alta diplomacia vaticana, que no fue capaz de prever lo que en Managua se estaba preparando a Juan Pablo II. Quedará siempre la incógnita de por qué precisamente en Managua el Papa pronunció el discurso más duro y más conservador de su viaje, que si no.fue la causa directa del desaire, ciertamente no ayudó a mitigarlo. Y tampoco sabremos por qué no escuchó la petición de la madre de uno de los guerrilleros recientemente asesinados para que hiciesepor él y por los otros jóvenes caídos una plegaria a Dios durante la misa. Pero quizás por toda! estas contradicciones, el viaje de Juan Pablo II a Centroamérica puede resultar al final muy indicativo de los esfuerzos de una buena parte de aquellos cristianos para liberarse de la opresión, y de su enorme vitalidad humana y social. Y también puede ilustrar el deseo de la Iglesia de Roma hoy, que con todas sus deficiencias teóricas y de estrategia desea estar de parte de los más pobres y escuchar- su grito de desesperación y muerte. Sin que esto signifique, como lo ha dicho éxplícitamente el Papa, abandonar a otras clases sociales que desean seguir siendo fieles hijos de la Iglesia Católica.

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