Portugal niega tener graves dificultades para hacer frente a sus obligaciones financieras internacionales

Los medios económicos portugueses y extranjeros se inquietaron profundamente la semana pasada ante noticias procedentes de París, según las cuales las autoridades portuguesas, enfrentadas a graves dificultades para atender a sus obligaciones financieras internacionales, habían entablado negociaciones con el Banco Internacional de Pagos (BPI) para conseguir créditos a corto plazo y evitar la suspensión de pagos. A su vez, el acuerdo con el BPI estaría pendiente de un arreglo con el Fondo Monetario Internacional, cuyas negociaciones habrían sido brutalmente suspendidas por la crisis política abi...

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Los medios económicos portugueses y extranjeros se inquietaron profundamente la semana pasada ante noticias procedentes de París, según las cuales las autoridades portuguesas, enfrentadas a graves dificultades para atender a sus obligaciones financieras internacionales, habían entablado negociaciones con el Banco Internacional de Pagos (BPI) para conseguir créditos a corto plazo y evitar la suspensión de pagos. A su vez, el acuerdo con el BPI estaría pendiente de un arreglo con el Fondo Monetario Internacional, cuyas negociaciones habrían sido brutalmente suspendidas por la crisis política abierta en Lisboa.

Fuentes del Banco de Portugal desmienten categóricamente estas informaciones, al mismo tiempo que se interrogan sobre el origen de unas noticias que parecen perseguir el objetivo de sembrar el pánico entre los acreedores de Portugal.Según estas fuentes, no se vislumbran, en este momento, obstáculos para que Portugal haga frente al servicio de su deuda a medio plazo. Es cierto que Portugal tendrá que pagar en los próximos meses, entre intereses y amortizaciones, novecientos millones de dólares, de los cuales doscientos corresponden al servicio del gran empréstito de 1.500 millones de dólares, obtenido en 1978 por el Gobierno socialista, al amparo de un acuerdo con al FMI.

A estos pagos hay que añadir el servicio de la deuda a corto plazo, que totalizaba, en diciembre del año pasado, 2.400 millones de dólares, o sea, el 29% de la deuda exterior total de Portugal, que se aproxima actualmente a los 13.000 millones de dólares.

Hasta ahora, en la renovación de los contratos y la obtención de financiación para saldar la deuda acorto plazo no se registraron otras dificultades que las habituales en todos los mercados financieros ante la crisis internacional y la falta de liquidez del sistema financiero internacional.

Por motivos estrictamente políticos, y de discutible validez económica, Portugal es uno de los pocos países que, en los últimos años, no movilizó parte de sus reservas para hacer frente a su déficit con el exterior. Estas reservas están constituidas en su casi totalidad por oro, por lo que las recientes revalorizaciones de este metal colocan a Portugal en una situación envidiable en relación a la mayor parte de los países de la OCDE: el valor de las reservas (11.000 millones de dólares en valor corriente) cubre aún más del 90% de la deuda acumulada (13.000 millones). No existe, pues, de momento, peligro de ruptura financiera, pero esto no significa que Portugal no se encuentre en una situación grave, que alimenta, por un lado, los recelos de los medios financieros, y por el otro, una fuerte especulación contra el escudo, que contribuye aún más a deteriorar la balanza de transacción con el exterior. Los cálculos realizados por los técnicos del Banco de Portugal, a partir de los datos disponibles sobre el volumen y el valor de las exportaciones portuguesas en los tres últimos años, indican que cerca del 20% de los ingresos en divisas de la balanza comercial fueron depósitos en bancos extranjeros y constituyen en la actualidad el principal vehículo de la fuga de capitales.

Factor determinante de la crisis

A pesar de que la deuda exterior portuguesa per cápita es actualmente la mayor de los países de la OCDE, Y ha alcanzado en 1982 el nivel crítico del 14% del producto interior bruto (PIB), no es éste el factor más preocupante. Para los técnicos del Banco Central portugués, la gravedad de la crisis económica y financiera, que debe ser considerada como el factor determinante de la actual crisis política portuguesa, se debe medir junto a otros tres factores: la evolución actual y previsible de la deuda exterior, la falta de una política capaz de hacer frente a las causas estructurales de la crisis y la situación internacional, que dificulta cualquier política de estabilización.La deuda exterior portuguesa se duplicó en los tres últimos años, y en 1981 la deuda a corto plazo llegó a representar el 32% del total. Las fuertes restricciones impuestas en 1982 permitieron reducir este porcentaje al 29%, y la baja del precio del petróleo permite esperar una nueva reducción en 1983.

El contexto de la crisis internacional no permite prever una mejoría de los términos del intercambio, y el esfuerzo hecho en 1982 para aumentar las exportaciones no dio los resultados esperados debido a la contracción del mercado. El hecho de que Portugal tenga ahora que dedicar el 24% de sus ingresos en divisas al servicio de su deuda externa y la imposibilidad de corregir, a corto plazo, la estructura de la balanza de transacciones, condena al futuro Gobierno a la política económica y financiera de los tres últimos años.

Portugal es el único país del mundo que no procedió a ningún ajuste de su política financiera después del llamado segundo choque petrolero, y el gasto interno creció el 15% en los tres últimos años, contra una media del 1% en los países de la OCDE. La política restrictiva del consumo ahora imprescindible, hace previsible un brusco agravamiento de las tensiones sociales.

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