Tribuna:

Carta a Pilar

Mira, Pilar (Miró), sabes cuánto te admiro y cómo te quiero -no, el cómo no lo sabes-, pero ahora tengo que decirte que tu homogeneización del cine S, desde el alto cargo que ocupas, me parece bien, me parece racional, tuya, pero que, de todos modos, os la seguís cogiendo con papel de fumar Jean o Zigzag, de Valladolid, o, si quieres, ese papel psicodélico que hacen ahora para los porros, y que es con dibujitos, como de vasares antiguos, pero que no es eso/ no es eso.A ver si dejáis el sexo en paz de una puterísima vez, el porno, lo ero, lo que sea, que es qu...

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Mira, Pilar (Miró), sabes cuánto te admiro y cómo te quiero -no, el cómo no lo sabes-, pero ahora tengo que decirte que tu homogeneización del cine S, desde el alto cargo que ocupas, me parece bien, me parece racional, tuya, pero que, de todos modos, os la seguís cogiendo con papel de fumar Jean o Zigzag, de Valladolid, o, si quieres, ese papel psicodélico que hacen ahora para los porros, y que es con dibujitos, como de vasares antiguos, pero que no es eso/ no es eso.A ver si dejáis el sexo en paz de una puterísima vez, el porno, lo ero, lo que sea, que es que no sabéis dónde ponerlo, oyes. Los españoles sexualmente represaliados se han saturado de sexo en un par de años, y en los cines del tema ya no hay nadie, salvo algún loco sin colina y algún matrimonio adulto necesitado de estímulos. Nuestro porno es pobre porque no tiene pipol, nuestro people es pobre porque no tiene más que el porno duro/blando, que aquí es que nos seguimos comiendo el tarro con la vecina del quinto y sus vecindades, y el alma, que no es más que una cosa oriental, ese hindú que vive dentro de nosotros, está siempre en bronca y controversia con el cuerpo, como que el alma es de la India o la China y el cuerpo es de Chamberí.

Mayormente. Los productores de porno parece que han entrado en espanto con tus medidas clarificadoras, Pilar, amore, y comprendo que la peor inquisición es la que no quiere serlo y que si han perdido parroquia, aquí y en todas partes, justo castigo a su perversidad. Que llamen entre todos a Bergman para que les haga un porno fino, verás cómo se montan.

Nos sigue obnubilando, no sólo nuestra libido (sólo Dalí consiguió un Retrato de la libido, que, aparte de no haberlo visto nadie nunca, le ponen un acento esdrújulo, por inercia fónica de lívido -lividez-).

Esa es toda la educación sexual y gramettical que tenemos los españoles. Nos sigue obsesionando, digo, ni) ya y sólo nuestra libido, que eso es casi una mística, sino la del personal, que hay que legislar, reordenar, reconducir y etcétera, de modo y manera que todo ciudadano / ciudadana tenga sus vegadas con arreglo al BOE.

En este mismo periódico se ha dado reportaje / denuncia sobre un cine maldito de Madrid, donde se ha ido siempre a vivir una película más que a ver la película. O sea, que no se le deja al gentío realizarse en su mismidad,- Pilar, o sea, vivir su peli azarosa sobre la marcha, filmar su vida en la oscuridad del cine neuronal, sino que siempre, con infrarrojos o nevaditos, estas cosas se someterán a código / códice, no sea que embaracemos a la cerdosa fuera de decreto.

Hasta cuándo. Mi sexualidad por libre es la bomba de paz, el cuchillo cálido, letal y bueno que pongo todos los días sobre el mantel de la luz, Pilar, por morir en el empeño y entregar mi biografía humilde y ni siquiera errante (ni, por suerte, barojiana, o sea, misógina) a una periodista en paro o una opositora sin suerte, allí donde la vida se remansa en vidas sombrías y tragedias de la existencia vulgar.

Vagan vagas inquisiciones disueltas en nuestra sociedad, ahora que el legislador amigo ha dictado norma sobre el divorcio, y aquí no escapamos nunca a la legitimación sexual y la prueba de sangre, que hasta tú, Pilar, mujer atroz y enorme, has cambiado la S por una X. ¿Y eso qué arregla?

El regular las irregularidades del vecino y la vecina no es sino un reflejo, tic ancestral, tirón o cosa, de la fiebre ética que consume al español, que yo entiendo como celo de los demás, miedo a las libertades, el alma hindú, noble y sucia, recastada en San Millán de la Cogolla. Estamos hasta el cogollo.

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