Tribuna:SPLEEN DE MADRID

La pastizara

Ya en el café de redacción que tuve con Antonio Garrigues, en la redacción del viento, terraza de Teide (jubilados a media mañana, ligables a media tarde y, por la noche, basca, gente del rollo y troncos a tope), me confesaba el ultraliberal que su gran error era traer a Milton Friedman, el premio Nobel de Economía, a quien tengo dedicado algún artículo de verano, enfrentándole con Galbraith (el verano da tiempo de leer incluso a los economistas). Lo cual que Friedman ya está aquí, ahora. No ha venido el Papa Wojtyla, pero ha venido el Papa Financiero de los ...

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Ya en el café de redacción que tuve con Antonio Garrigues, en la redacción del viento, terraza de Teide (jubilados a media mañana, ligables a media tarde y, por la noche, basca, gente del rollo y troncos a tope), me confesaba el ultraliberal que su gran error era traer a Milton Friedman, el premio Nobel de Economía, a quien tengo dedicado algún artículo de verano, enfrentándole con Galbraith (el verano da tiempo de leer incluso a los economistas). Lo cual que Friedman ya está aquí, ahora. No ha venido el Papa Wojtyla, pero ha venido el Papa Financiero de los Tabernáculos del Dólar de Chicago. Hace milagros económicos a los ricos, con lo que mejora mucho, por contraste, la imagen del Papa vaticano, que recibe guerrilleros revolucionarios como Arafat y es el Papa/milagro de los pobres, a quienes ya no se les aparece nadie desde lo de Garabandal, por no hablar de la chapuza del Palmar de Troya, que es que eso fue una chapuza. Y va Friedman , coge, agarra y dice, nada más llegar:-En España, la reducción de la inflación llevará a un aumento temporal del paro.

O sea, que nos ha dado la semana el Papa de la Escuela de Chicago y el liberalismo salvaje. Pedro Schwartz y Garrigues han sacado en procesión al santo nada laico del liberalismo y luego le han puesto paño al púlpito para que nos diga lo que tenemos que hacer con nuestra pastizara (voz recambiada hoy en el cheli por pela larga, aunque casi todos, la tenemos corta). Ya en el púlpito, monseñor Friedman (que está siendo canonizado en vida por Wall Street), nos ha colocado otros enrolles:

-España sufre una excesiva intervención estatal.

USA también la sufre, y él mismo es la musa dineraria de Reagan, pero para nosotros quieren el liberalismo en bolas, porque ellos han invertido mucho en España (Felipe González utiliza este argumento para dar confianza a los inversores españoles) y no les interesa un Estado que gaste demasiado en servicios (la epifanía del Estado, hoy, para el peatonal, son los servicios), porque eso no es rentable. En numerosos Estados USA está volviendo la pena de muerte, naturalmente, por influjo divino, de la Casa Blanca, y la pena de muerte consagra, sobre todo, la propiedad privada (en USA hay pocos delincuentes políticos). La propiedad privada es toda la teología de Milton Friedínan, y el verdugo, su cabeza visible en la tierra:

-El capitalismo privado es una condición necesaria para que se dé la libertad política.

Toma castaña. Ah, y muy poco Estado, please. El fascismo blanco del dinero ha encontrado hoy el bello, lírico y decimonánico nombre de liberalismo para quedarse con nuestra pela. Y para constrastar esto no hace falta recurrir a modelos socialistas, sino a otro filósofo de la economía liberal, Galbraith, que, naturalmente, se tiene tomados muchos menos desayunos de acción de gracias con Reagan. Friedman es el inspirador de los programas económicos de Chile y Argentina desde que son dictaduras, o sea, el teórico del caos sangriento, la escasez geométricamente progresiva y el hambre burocratizada. Un genio. Los reaccionarios de la Academia Sueca (he conocido algunos de cerca, en Estocohno) flipaban por darle el Nobel, ya que el presocialismo sueco tiene puesto el cilicio de unos altos impuestos a estos pequeños burgueses.

Milton Friedman, claro, no ha leído a Juan Cruz. No sabe que hay millones de peatonales, en España y el mundo, cuya vida es un retrato de humo, que quieren concretar el humo en la privacidad y la felicidad cotidiana, aquí y ahora. Son las gallinas libres y victimarias de la zorra liberal en libertad. Pero es que Friedman tampoco ha leído a Rosa Luxemburgo.

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