Catástrofe aérea en Málaga

El DC-10, récord de accidentes de la aviación comercial

La larga lista de siniestros sufridos por el modelo de avión DC-10, ha puesto en tela de juicio la seguridad de estas grandes aeronaves, de gran éxito entre las compañías aéreas, fabricados por la firma norteamericana McDonnell Douglas. Desde su entrada en servicio, en 1971, veinte de estos aviones, utilizados por más de quince compañías aéreas de todo el mundo, han protagonizado situaciones de alarma en aeropuertos de Europa, América y Africa. Puede decirse que el DC-10 es la aeronave con mayor número de accidentes de la moderna aviación comercial.

El trágico accidente ocurrido el 25 d...

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La larga lista de siniestros sufridos por el modelo de avión DC-10, ha puesto en tela de juicio la seguridad de estas grandes aeronaves, de gran éxito entre las compañías aéreas, fabricados por la firma norteamericana McDonnell Douglas. Desde su entrada en servicio, en 1971, veinte de estos aviones, utilizados por más de quince compañías aéreas de todo el mundo, han protagonizado situaciones de alarma en aeropuertos de Europa, América y Africa. Puede decirse que el DC-10 es la aeronave con mayor número de accidentes de la moderna aviación comercial.

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El trágico accidente ocurrido el 25 de mayo de 1979, al estrellarse en el aeropuerto de Chicago un DC10, con un balance de 276 víctimas, fue el desencadenante de la polémica sobre la seguridad de los tres modelos comerciales (DC-8, DC-9 y DC-10), fabricados por la compañía norteamericana McDonnell Douglas.El accidente ocurrido en el aeropuerto de Chicago sobrevino al desprenderse un motor en el momento de despegue. La causa no fue la ruptura de uno del soporte-tornillo que aguanta el peso del motor, tal como se dijo en un principio, sino la de un soporte metálico unido al plano de la cola del avión. Cuando el aparato despegó llevaba una fisura no en el soporte-tornillo, sino es esa especie de viga que une el motor al plano. En el momento del despegue, cuando los motores alcanzan su máxima potencia, uno de ellos se desprendió hacia arriba, golpeando el plano y partiendo las conducciones hidráulicas que permiten el funcionamiento de los mandos.

Tres días después, el Departamento Federal de Aviación de Estados Unidos prohibía que todo avión DC-10 similar al siniestrado en Chicago siguiera operando. La misma oficina gubernamental aconsejó a todas las compañías extranjeras que adoptasen idénticas medidas. La respuesta fue prácticamente unánime, y los DC10 quedaron aparcados en todo el mundo. La compañía fabricante hizo pública su protesta por la decisión del Gobierno norteamericano, que calificó de innecesaria y apresurada. Las líneas aéreas, afectadas por el gran impacto producido en el público por las causas de la catástrofe, revisaron a fondo sus DC-10 (Iberia disponía en ese momento de siete aparatos de este tipo), que seis meses más tarde, levantada la prohibición por las autoridades de Washington, volvían a surcar los aires.

No era esta la primera vez que aviones de este tipo protagonizaban accidentes. El 12 de junio de 1973 un DC- 10 de la American Air Lines perdía, en el aeropuerto de Chicago, una de las puertas de sus bodegas mientras despegaba. El piloto logró aterrizar sin novedad. El 3 de marzo de 1974 otro aparato idéntico de la compañía Turkish Air Lines, con 3415 personas a bordo que procedían de Estambul, se estrelló en un bosque de las cercanías de París.

La investigación posterior demostró que el accidente, segundo en importancia en la historia de la aviación comerial, fue debido a la pérdida de una puerta de la bodega de equipajes, lo que provocó una enorme despresurización de la cabina.

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El año 1979 fue especialmente dramático por el número de siniestros de este tipo de aviones. Además del ya mencionado accidente del aeropuerto de Chicago, el 12 de noviembre otro DC-10 que cubría la ruta entre Francfurt y México sufrió una caída de casi 3.000 metros, lo que motivó la pérdida brusca de varias piezas del aparato, entre ellas una de las puertas de acceso al departamento de cola.

Un mes antes, precisamente en el aeropuerto de México, 72 personas murieron cuando un DC- 10 de la compañía Westem Airlines trataba de aterrizar. El 28 de noviembre, otro aparato, perteneciente a una compañía neozelandesa, cayó sobre la Antártida con 257 personas a bordo, sin que hasta ahora se hayan explicado de manera convincente las causas.

El pasado mes de enero la Administración norteamericana obligó a la McDonnell Douglas a introducir, a título de "precaución suplementaria", algunas modificaciones en los mecanismos de accionarniento de los alerones de los DC-10. En el transcurso de los tres últimos años la retracción súbita de los alerones a causa del fallo de un cable había estado a punto de provocar una catástrofe en EE UU.

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