Cartas al director

Fraga y su bañador

Tad Szulc, periodista del New York Times, escribió en 1967, un año después, del accidente, Las bombas de Palomares, un libro publicado en Seix-Barral que motiva ponerlo en relación con las ideas y palabras con las que Fraga nos sorprende en el número 1.972 de su diario. Dice Szulc que "los principales personajes del largo drama de Palomares se desenvolvieron bastante bien; el recuerdo de los muertos en las tres aeronaves pertenece ahora a la historia de la edad nuclear. Tres de los supervivientes del B-52 -el capitán Wendorf, el piloto, y los mayores Messinger y Buchanan- han vue...

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Tad Szulc, periodista del New York Times, escribió en 1967, un año después, del accidente, Las bombas de Palomares, un libro publicado en Seix-Barral que motiva ponerlo en relación con las ideas y palabras con las que Fraga nos sorprende en el número 1.972 de su diario. Dice Szulc que "los principales personajes del largo drama de Palomares se desenvolvieron bastante bien; el recuerdo de los muertos en las tres aeronaves pertenece ahora a la historia de la edad nuclear. Tres de los supervivientes del B-52 -el capitán Wendorf, el piloto, y los mayores Messinger y Buchanan- han vuelto al servicio del SAC en la base de Seymour Johnson y, cabe presumir, vuelan nuevamente". Pues bien, habría que añadir aquí que hoy otro personaje del drama de Palomares, Fraga, pasa también por ser un superviviente, porque después de su grotesco baño en Palomares (1966), su bañador no es portador de radiactividad, ya que nos dice que "yo me lo he puesto luego muchas veces y les aseguro que tengo los cojones en el mismo sitio y no he notado nada de nada".El libro citado antes, en la página 250 y ahora en la 251, sigue diciendo que "los científicos civiles volvieron rápidamente al anonimato y a sus investigaciones específicas. El doctor Wright Langham, experto en plutonio, retornó a Los Alamos y a su reciente interés por la radiación en el espacio exterior. Jon Lindbergh fue directamente de Palomares a Vietnam

Los otros se quedaron con los recuerdos de la conmoción de Palomares". Pues bien, este diputado en el Parlamento del Estado español, ni quedó en el anonimato, ni fue a Vietnam (?), ni sufrió conmoción alguna, porque ahora (1982) todavía prorrumpe en carcajadas estruendosas al reírse de su propío y desafortunado chiste de los cojones./

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