Vuelven a acordarse de la inflación

En medio de los happenings político-viajeros de estos días, el ministro Matías Rodríguez Inciarte ha tenido el acierto de dedicar el discurso de inauguración de la Feria Nacional de Muestras de Asturias a temas exclusivamente económicos. Y Io ha hecho con un texto bien construido, en el que se vierten opiniones generalmente compartibles y al que sólo cabe pedir que sus enunciados tengan un grado más alto de aplicación en la Práctica de la política económica del Gobierno.Rodríguez Inciarte ha puesto nuevo énfasis en un tema que había pasado en los últimos tiempos a un discreto segundo pl...

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En medio de los happenings político-viajeros de estos días, el ministro Matías Rodríguez Inciarte ha tenido el acierto de dedicar el discurso de inauguración de la Feria Nacional de Muestras de Asturias a temas exclusivamente económicos. Y Io ha hecho con un texto bien construido, en el que se vierten opiniones generalmente compartibles y al que sólo cabe pedir que sus enunciados tengan un grado más alto de aplicación en la Práctica de la política económica del Gobierno.Rodríguez Inciarte ha puesto nuevo énfasis en un tema que había pasado en los últimos tiempos a un discreto segundo plano en las preocupaciones económicas, cuando dista mucho de estar aliviado satisfactoriamente: la inflación. Este fenómeno, denunciado hace algunos años como auténtica fuente de todos los males económicos, quedó relativamente olvidado ante el crecimiento imparable del paro, cuando lo cierto es que ha seguido estando presente con toda su nefasta influencia.

En 1977 se alcanzó una tasa récord del 26% y se hizo un esfuerzo para contener ese ritmo galopante que dio unos resultados bastante safisfactorios, ya que se consiguió un descenso de diez puntos al año siguiente. Sin embargo, vino después una cierta bajada de guardia, y en tres años sucesivos sólo se obtuvo un recorte de dos puntos, insuficiente si se tienen en cuenta los altos niveles en que se venían moviendo las cifras.

Las cosas van peor en 1982. Al cierre del primer semestre, la tendencia apunta a una inflación cercana al 16%, a fin de año, y ello está teniendo efectos contraproducentes sobre cualquier intento de recuperación económica. La necesidad de revisar el ANE es uno de los más visibles, pero no de los más importantes.

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La inflación empuja al alza los tipos de interés y determina así una retracción en las inversiones, con el consiguiente aumento del paro. Por otra parte, es una grave amenaza cualquier efecto favorable de la depreciación de la peseta -que no hay que olvidar que apenas se ha producido frente a otra moneda que el dólar-, al concurrir en los mercados con países que año tras año consiguen un menor encarecimiento de sus productos.

Ha sido oportuna por eso la Hamada de atención del núnistro de la Presidencia en un período tan propicio para las subidas de precios como es el veraniego. Rodríguez Inciarte añadió que el "retorno al sendero, de un menor crecimiento de precios debe buscarse a través de una moderación del déficit del sector público y de una mayor apertura de la economía hacia el exterior, con mayor estímulo a la competencia".

Es, efectivamente, por ese camino por el que debe intentarse el esfuerzo de atajar la inflación, y no a través del, fácil recurso, tantas veces mal empleado, de los controles administrativos, que sólo sirven para empeorar cuentas de resultados y remansar tensiones que se disparan con mayor fuerza cuando resulta inevitable soltar el freno. (...)

11 de agosto

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