"La política exterior española necesita dos alas: una europea y atlantista y otra latinoamericana"

"La vocación hispanoamericana de España no sólo no es incompatible con nuestra política europea y atlantista, sino que es complementaria. Hay que volar con estas dos alas", ha declarado el nuevo presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana, Carlos Robles Piquer, poco después de ser nombrado para este cargo en sustitución del anterior presidente, Manuel Prado y Colón de Carvajal, en el Consejo de Ministros de ayer.En declaraciones a EL PAIS, Robles Piquer, de 56 años, diplomático de carrera y hasta hace poco director general del ente público Radiotelevisión Española, añadió que "l...

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"La vocación hispanoamericana de España no sólo no es incompatible con nuestra política europea y atlantista, sino que es complementaria. Hay que volar con estas dos alas", ha declarado el nuevo presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana, Carlos Robles Piquer, poco después de ser nombrado para este cargo en sustitución del anterior presidente, Manuel Prado y Colón de Carvajal, en el Consejo de Ministros de ayer.En declaraciones a EL PAIS, Robles Piquer, de 56 años, diplomático de carrera y hasta hace poco director general del ente público Radiotelevisión Española, añadió que "lo que hace falta es no ver la política exterior con un solo ojo y no creer que esa doble condición de España es un valor que actúa por sí mismo, de forma espontánea".

De nada sirve, añadió, crear un puente entre ambas orillas del Atlántico de habla hispana si no se crean las condiciones necesarias para hacerlo transitable.

"Hay que trabajar en un doble sentido: explicar Iberoamérica en España y explicar esta nueva España en aquellos países donde en algunos círculos intelectuales -y en eso algunos artículos de Arturo Uslar Pietri pueden ser un botón de muestra- produce escalofríos una posible fragmentación de España".

"Estaba lejos de mí la idea de que me llamaran a estas funciones (tras la dimisión-cese en Prado del Rey). Había declinado el ofrecimiento de importantes embajadas (concretamente las de Roma y Bruselas) y me inclinaba más a complementar con actividades privadas su reincorporación al ministerio (donde anteriormente fue subdirector general de Latinoamérica y secretario de Estado de Asuntos Exteriores). He aceptado con sumo gusto el ofrecimiento, porque siempre he creído y creo profundamente en la dimensión amerícana de la vida española", manifestó.

Robles Piquer, que asumirá igualmente la presidencia de la comisión interministerial conmemorativa del "medio milenio del Descubrimiento de América" -"prefiero llamarlo así", dice-, cree en las posibilidades tremendas del Instituto de Cooperación Iberoamericana como vehículo de acercamiento del mundo hispánico. "El Instituto tiene ahora medios y unas posibilidades reales de servir a la política iberoamericana de España a través de la cooperación cultural, científica y técnica"', añade, después de recordar que en su tiempo el presupuesto de Cultura Hispánica era de dieciséis millones de pesetas, comparados con los 1.200 millones programados en el actual presupuesto.

Su programa de actuación al frente del Instituto puede resumirse en un concepto: integración. "En política exterior hay que procurar siempre sumar y no dividir, integrando las mejores cualidades y los rasgos de la vida nacional en su proyección hacia afuera.

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El propio rey Juan Carlos marcó esos objetivos en Caracas, en un discurso pronunciado durante la visita que realizó en 1977: interdependencia de todos los elementos, continuidad y tenacidad, indiscriminación en las relaciones como continuación de la doctrina Estrada y capacidad de construir entre todos la comunidad iberoamericana".

Robles Piquer, que se muestra reacio a discutir su paso por Prado del Rey, describe su etapa al frente de RTVE como "un período intenso y de enorme trabajo". "He tenido", dice, "muchas satisfacciones, al igual que infinidad de malos ratos, en los que ahora no quiero pensar. Tengo un gran cariño por la gran herramienta que supone la radio y la televisión del Estado al servicio de España, de su unidad y su variedad, así como un gran afecto por la mayoría de los casi 12.000 empleados del ente".

En cuanto a las acusaciones de favoritismo formuladas contra él durante su mandato en Prado del Rey, Robles Piquer declaró que tenía la conciencia tranquila de haber trabajado para lograr el objetivo que le marcó el presidente del Gobierno cuando se le nombró para el cargo. "Ese objetivo no era otro sino velar para conseguir un justo equilibrio interno que reflejase fielmente la realidad nacional e internacional".

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