El Gobierno francés confía en el éxito de su 'realismo económico', pese al fuerte déficit exterior de junio

El récord del déficit del comercio exterior francés, de más de 13.000 millones de francos (208.000 millones de pesetas) durante el pasado mes de junio, ha sonado como una alerta para la economía de este país. Los adversarios del socialismo a la francesa ya dan por consumada la quiebra de la empresa Francia. Los demás indicadores económicos y financieros tampoco son favorables cuando más de la mitad del país aborda el descanso veraniego. El éxito del plan de austeridad, establecido hace un mes, se perfila como la baza definitiva del mitterrandismo. El Gobierno de Pierre Mauroy confía en el futu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El récord del déficit del comercio exterior francés, de más de 13.000 millones de francos (208.000 millones de pesetas) durante el pasado mes de junio, ha sonado como una alerta para la economía de este país. Los adversarios del socialismo a la francesa ya dan por consumada la quiebra de la empresa Francia. Los demás indicadores económicos y financieros tampoco son favorables cuando más de la mitad del país aborda el descanso veraniego. El éxito del plan de austeridad, establecido hace un mes, se perfila como la baza definitiva del mitterrandismo. El Gobierno de Pierre Mauroy confía en el futuro de su nuevo realismo económico.

Los expertos calculan que, a finales de 1982, el déficit del comercio exterior francés se aproximará a los 90.000 millones de francos, lo que representa el doble del saldo, también negativo, de 1981. Quiere esto decir que Francia vive por encima de sus posibilidades. Esta tendencia deficitaria de los intercambios galos persiste desde el otoño último. ¿Cuáles son las razones? En primer lugar, y sobre todo, se confirma más y más que los productos galos no son competitivos, ni lo serán mientras su inflación sea doble o triple respecto a la de los países competidores (EE UU, Japón, Alemania, Inglaterra).Un ejemplo de actualidad y revelador: según la estadística, conocida ayer, de las matriculaciones de coches durante el último mes de mayo, un tercio de los automóviles vendidos en el hexágono francés era extranjero. A su vez, éste dato, en un sector francés de vanguardia, por añadidura, pone en entredicho dos factores esenciales de la estrategia económica del mitterrandismo: la reconquista del mercado interior y el relanzamiento por medio del consumo interno, ya que, a quienes aprovecha esa reactivación, agotada casi, por otra parte, es a las industrias extranjeras que venden en Francia.

A este desequilibrio del comercio exterior se añaden todos los demás. La inflación se sitúa, hoy, a un nivel de más del 12% anual. El paro, a pesar de que se notó un ligero freno el otoño pasado, se nutre de mil personal por día en el primer semestre de 1982. A finales de año, el desempleo acumulará alrededor de 2.300.000 personas. A pesar de los recortes efectuados últimamente, el déficit presupuestario rondará los 100.000 millones de francos. La seguridad social se ha convertido en el drama del año.

Cambio de ministros

El cambio de ministro (a la señora Nicole Questiaux la ha sustituido Pierre Beregoboy) ha sido decidido para cortar por lo sano: de entrada, se han decretado 10.000 millones de francos de ahorros en los próximos seis meses, incluso suprimiendo el pago de medicinas consideradas no esenciales, pero el propio ministro estima que, para finales de 1983, el déficit alcanzará aún los 30.000 millones de francos. Hay que contar, igualmente, con la situación del aparato productivo del país, que, en definitiva, es quien tiene la última palabra.El sector nacionalizado está pendiente de los 26.000 millones de francos que, de aquí a 1983, le son imprescindibles para realizar las inversiones que harían posible su actividad competitiva, amortiguada después del trasiego de propiedad operado por los socialistas. Las empresas privadas, según el presidente de la patronal gala, Yvon Gattaz, "en la mayor parte de los sectores económicos serán deficitarias a finales de 1982. Esto significa que aumentarán las quiebras y el paro".

A finales de 1981 se notó una cierta disminución de las quiebras de empresas, pero en los seis primeros meses del año en curso se observa, de nuevo, una tendencia al alza: 10.308 empresas, durante ese período, han quebrado. Los sectores más afectados son la hostelería, la restauración, el pequeño comercio alimentario y los transportes.

Este pasivo global, en los medios oficiales, se considera serio, pero no catastrófico y, menos aún, insuperable. En primer lugar, se recuerda que, a pesar de los gastos sustanciales del primer año de gestión, el socialismo a la francesa, hoy, puede presentar unas cuentas que no son mejores ni peores que las de otros países del área industrializada. El dato esencial de las cuentas de la nación, en efecto, no desmiente a los responsables: la deuda actual, y total, del Estado francés es de unos 310.000 millones de francos. Según cifras recientes, la deuda de la República Federal de Alemania (RFA) alcanza los 1.500 millones de francos, y la de Estados Unidos, los 9.000 millones, lo que, proporcionalmente al producto nacional de cada país, resulta más elevado que la deuda francesa. Pero sabido es que la salud de una economía no depende sólo de una situación coyuntural, sino de las potencialidades que ofrece cara al futuro. Y aquí surgen los interrogantes que plantea la llamada empresa Francia.

Austeridad a todo trapo

Para despejar ese futuro, el Gobierno ha jugado una carta decisiva y drástica, que ha desmentido toda la política económica que desarrolló durante su primer año de gestión: la devaluación reciente y un brutal plan de austeridad, basado en el bloqueo de precios y salarios, con el fin primordial de reducir la inflación, en 1982, a menos de dos digitos y, así, liberar del marasmo el aparato productivo del país. Teóricamente, ese bloqueo debe durar sólo cuatro meses. En la práctica, un control más o menos sectorial y más o menos severo reemplazará al bloqueo oficial, "y el esfuerzo tendrá que continuar durante muchos años", declaró anteayer el ministro de Economía, Jacques Delors. Todo indica que la economía del mitterrandismo se la juega a doble o nada con esta nueva estrategia de la austeridad.Un experto, sensible al Gobierno socialista, Roger Priouret, se manifiesta categórico al respecto: "Es absolutamente necesario que el bloqueo de precios y salarios, por doloroso que sea, rebaje al 8% la inflación para finales de 1982. Sólo así volveremos a ser competitivos, rebajaremos el déficit exterior y evitaremos una tercera devaluación" el mismo observador concluye: "La partida es jugable a condición de que el Gobierno se mantenga firme. Si se gana, Francia participará en la reactivación económica mundial que se prevé para finales de este año o principios de 1983. Con una inflación del 13%, Francia quedará excluida".

La firmeza del Gobierno, en efecto, será imprescindible frente a los obstáculos, internos y externos, a su acción presente. Los internos: si una parte de la coalición socialistas-comunistas ha tomado conciencia de las realidades económicas de la libre competencia, que el Gobierno ha aceptado siempre, existe una fracción reacia que disocia las ideas y los hechos.

Un ejemplo de actualidad explica el rompecabezas económico del mitterrandismo: el llamado millonario rojo, Baptiste Doumeng (sus empresas agroalimentarias están presentes en 64 países), días pasados anunció el despido de catorce empleados más, tres de ellos comunistas como él, y ante la protesta del sindicato comunista, CGT, amenazó con cerrar una de sus empresas "si la situación financiera no se arregla". Parece ser que Doumeng, a la vista de la rentabilidad mediocre de algunos de los sectores que explota, prefiere pasarse al negocio del petróleo y, por ello, quiere liquidar sus empresas deficitarias.

Archivado En