ANDALUCÍA

Un industrial armado retiene nueve horas a dos personas que le debían dinero

El industrial toledano Robustiano Gálvez del Cerro, armado con un rifle Remington, mantuvo como rehenes, por espacio de nueve horas, a dos personas en un despacho de las oficinas de Industrias Aras (empresa dedicada el tratamiento de madera) de Jaén capital.El secuestro comenzó a las 11.30 horas del pasado miércoles y concluyó a las 20.30 horas del mismo día, al entregarse el autor de los hechos a la policía jiennense sin que hubiera que lamentar víctima alguna.

Robustiano Gálvez del Cerro mantenía relaciones comerciales con la empresa Aras, empresa ésta que tiene decretada la suspe...

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El industrial toledano Robustiano Gálvez del Cerro, armado con un rifle Remington, mantuvo como rehenes, por espacio de nueve horas, a dos personas en un despacho de las oficinas de Industrias Aras (empresa dedicada el tratamiento de madera) de Jaén capital.El secuestro comenzó a las 11.30 horas del pasado miércoles y concluyó a las 20.30 horas del mismo día, al entregarse el autor de los hechos a la policía jiennense sin que hubiera que lamentar víctima alguna.

Robustiano Gálvez del Cerro mantenía relaciones comerciales con la empresa Aras, empresa ésta que tiene decretada la suspensión de pagos hace ya tiempo y a la que los trabajadores tienen embargada.

Al parecer, al industrial toledano se le adeudaba por parte de Aras una cantidad aproximada a los veinticinco millones de pesetas, y en pago se le había prometido la escritura de una aserradora existente en Talavera de la Reina, escritura que no ha podido registrar Robustiano Gálvez, toda vez que los trabajadores de Aras la habían embargado, así como unas letras que hay en circulación o ya vencidas con los correspondientes ejecutivos.

Ante esta situación, Robustiano Gálvez se presentó en Jaén y, armado con un rifle con doce balas en la recámara, se encerró en una de las oficinas de Aras con Alberto Mediano Aponte, hijo del presidente del Consejo de Administración y con el jefe de ventas de la misma empresa, Ricardo Muñoz Fernández. El industrial toledano declaraba estar dispuesto a todo: "Estoy arruinado después de muchos años de trabajo y no salgo de aquí hasta que arregle este asunto". Nervioso, rifle en mano, se mantenía de pie en las dependencias de la oficina.

Alrededor de las 19.00 horas liberó al hijo del presidente del consejo de administración ante el argumento policial de que a esa hora solía acompañar a dar un paseo a su padre, enfermo del corazón. Una hora más tarde permitió la entrada de un miembro del Cuerpo Superior de Policía desarmado, y allí continuaron las conversaciones. A las 20.30 el citado policía sacó por la ventana el rifle que portaba el industrial. Robustiano Gálvez se había entregado.

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