Reportaje:

Una multinacional que no quería crecer

Da trabajo a todas las familias de un pueblo catalán en un difícil equilibrio entre la industria y el campo, que le ha permitido no tener conflictos laborales en toda su historia

El presidente de Taurus, empresa del sector del pequeño electrodoméstico que exporta a 48 países y con unas ventas en los últimos doce meses de 3.352 millones de pesetas, no tiene despacho. Ni en la principal de las tres factorías, la de Oliana, ni en las oficinas centrales de Barcelona. Francisco Betriu, 56 años, ingeniero industrial, fundador de Taurus, pasa tres días a la semana en Oliana. Si tiene que revisar alguna documentación o estudiar algún informe, busca algún despacho cuyo ocupante no esté en ese momento. El resto del tiempo se dedica a recorrer la fábrica, a comentar con unos y co...

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El presidente de Taurus, empresa del sector del pequeño electrodoméstico que exporta a 48 países y con unas ventas en los últimos doce meses de 3.352 millones de pesetas, no tiene despacho. Ni en la principal de las tres factorías, la de Oliana, ni en las oficinas centrales de Barcelona. Francisco Betriu, 56 años, ingeniero industrial, fundador de Taurus, pasa tres días a la semana en Oliana. Si tiene que revisar alguna documentación o estudiar algún informe, busca algún despacho cuyo ocupante no esté en ese momento. El resto del tiempo se dedica a recorrer la fábrica, a comentar con unos y con otros los problemas que van surgiendo y a atender las sugerencias de mandos intermedios y trabajadores.Un día Betriu volvió a su pueblo

Francisco Betriu, entonces un joven ingeniero industrial que montaba motores en los tocadiscos Dual, su primera empresa, volvió un día de 1962 a su pueblo, Oliana, y pensó que no estaría mal crear allí misino una pequeña industria.

"Me decían que estaba loco", dice el presidente de Taurus. "Que había que montar las industrias cerca de las grandes ciudades,donde estaban los proveedores. Pero yo no hice caso. Yo sabía que tenía razón". Francisco Betriu montó en 1962 la empresa Taurus. Cuatro socios fórmalizaron las escrituras de la sociedad anónima. Los mismos que todavía forman parte del Consejo de Administración, como Jorge Escaler, el "complemento de Betriu, el hombre que ha llevado con mano maestra el funcionamiento de la fábrica".

Así que, en 1962, con veinticinco trabajadores, comienza a fabricar una secadora y una batidora. Eran sus únicos productos. Ahora se producen en las tres factorías españolas (la de Oliana, la de Solsona y la de Organya) catorce familias de aparatos, cada una de ellas con cuatro o cinco variantes.

"Yo quería que la fábrica diera trabajo a la gente del pueblo", explica Betriu, "y que no les convirtiera en obreros industrializados, que la gente siguiera haciendo su vida normal, yendo a casa a comer, cultivando sus tierras, que siguíera cazando y pescando. Me aterrorizaba que esto pudiera convertirse en un pueblo de las características de los pueblos industriales cercanos a Barcelona".

Sociedad industrial, sociedad agrícola

Pero en 1969 eran ya seiscientos los trabajadores que empleaba Taurus. Lo que Betriu había temido comenzaba a producirse. Gentes de otros pueblos habían acudido al reclamo de la fábrica. El equilibrio que el fundador de Taurus quería mantener se le venía abajo. "Construímos casas y las vendimos, a precio de coste, a los trabajadores. Así no tenían que ir y venir todos los días y tenían tiempo de cuidar sus tierras".

Porque los empleados de Taurus, las familias de Oliana, tienen en su gran mayoría sus pequeñas o medianas explotaciones agrícolas. Se cuentan cosas en el pueblo realmente curiosas. Dicen que la jornada intensiva, que comienza a principios de verano, está fundamentalmente pensada para que la gente disponga demás tiempo libre en la época de la recolección. Y que el que lo necesita puede coger algún día libre para dar el último empujón a la cosecha.

"Este equilibrio", dice Betriu, "es bueno. Es bueno que los trabajadores sean propietarios. Comprenden mejor las dificultades de la fábrica porque ellos están obligados a tomar también sus decisiones. Están obligados a organizarse y ser prácticos para sacar rendimiento a sus propiedades. Ellos comprenden mejor que los obreros totalmente industriales los que han sido desarraigados de sus tierras".

Y cuando el crecimiento vuelve a plantear problemas, se resuelve otra vez de manera que no se produzcan desequilibrios. A la factoría de Oliana le siguen las de Organya y Solsona. No se hace aumentar la capacidad de la primera porque "la mano de obra ya no estaba aquí. Era mejor ir a buscarla y no aumentar la población de una localidad que no lo necesitaba".

En 1982 la empresa da trabajo a unas mil personas, que es lo que consideran tamaño óptimo. Pero sus necesidades de crecimiento siguen aumentando. Francisco Betriu ha pensado la solución para que no aumente la empresa. "Tenemos en marcha la creación de pequeñas cooperativas que, con el asesoramiento de nuestros técnicos, fabriquen los componentes que vayamos necesitando. Nosotros les compraremos su producción, al margen de que pueden vender a otros fabricantes. Esto es bueno para todos. El ejercicio de mandar es interesante. Los bienes s on limitados y todos debemos, aprender a administrarlos".

Veinte años sin problemas laborales

En la fábrica de Oliana no hay reloj para fichar. "Eso no hace ninguna falta. ¿Para qué?. Cada uno tiene el suyo. Y la gente vive aquí, al lado. Si alguno se retrasa, será porque no ha tenido más remedio". Un empleado asegura que "el señor Betriu no puede ni ver los relojes. No quiere ni oír hablar de ello". Nadie se aprovecha de esta situación. Tal vez, por eso,jamás se ha producido el mínimo problema laboral. Un ntiembro del comité de empresa de UGT confirma que es cierto. En los veinte años de funcionamiento, las factorías de Taurus no han tenido problemas de este tipo. Al menos nadie lo recuerda.

Tampoco en la fábrica hay uniformes. "Hay una cantidad en el salario que va destinada a este fin, pero se deja libertad para que cada uno compre lo que quiera. Si uno quiere venir con pantalones vaqueros, ¿por qué no va a poder hacerlo?"

En Oliana hay un polideportivo que financió la empresa. Tres canchas de tenis, de fútbol, piscina... Se dice que se ofreció a todo el pueblo la posibilidad de formar parte del club. Pero no se hizo gratis. Se estableció una cuota de doscientas pesetas. A todo el personal de la fábrica se le subió aquel mismo mes el salario en la misma cantidad.

No es extraño que en alguna ocasión se haya acusado al presidente de Taurus de paternalismo. "Esto no es paternalismo. Es una empresa. Y yo creo que la empresa tienen que servir para algo más que para ganar dinero. Tiene que haber una rentabilidad social que no puede ponerse en números. Yo estoy convencido", dice Betriu, "que tenemos que colaborar entre todos. Yo colaboro con los agricultores. Les ayudo. Y ellos me ayudan a mí con cualquier problema que tenemos planteado en la fábrica"

Cuentan que en 1974 Taurus pasó una mala racha. La crisis del petróleo produjo un desabastecimiento de materias primas. De plástico fundamentalmente -Taurus introdujo por primera vez el ventilador con pie de plástico- que obligaba a plantearse el cierre de la factoría. Se consultó a los trabajadores y decidieron renunciar a sus salarios mientras la situación se normalizara. No to- dos. Pero el 88% de la plantilla dijo que estaban dispuestos a embalar las máquinas -"como en situación de guerra"- y esperar tiempos mejores. "El 12% restante no es que no quisieran", dice Betriu, "es que no podían prescindir de sus ingresos. Vivían al día".

Miedo al Pantano del Rialp

"Esto", asegura Jorge Escaler, "nos obliga a mucho. Nos da una gran responsabilidad porque nosotros tampoco les podemos fallar". Y añade Francisco Betriu que "claro que nos obliga. Hemos tenido ofertas muy interesantes de multinacionales que han querido comprar a muy buen precio la empresa. Y hemos tenido que decir que no. ¿Cómo vamos a entregárselo a unos desconocidos para que nos enseñen otra forma de multiplicar".

Para el presidente de Taurus, además, la venta de la sociedad supondría el fin de una filosofía que los fundadores han mantenido a lo largo de veinte años. El temor a que este equilibrio entre sociedad industrial y sociedad agrícola se rompa es lo que hace que una de las mayores preocupaciones de Betriu sea en estos momentos las inminentes obras del pantano de Rialp que afectaría Oliana.

La cola del pantano no inundaría la fábrica, pero si cubriría con sus aguas las tierras de los vecinos del pueblo. Se ha estudiado la posibilidad de construir un dique en la cola del pantano que evite la inundación de las tierras y, según asegura Betriu, parece que la idea ha tenido una favorable acogida por parte de la Administración. "Esperemos que no nos den el timo del porvenir, que nos digan que luego lo harán y al final no se haga nada".

Con ello, se vendría abajo todo. Ya no podrían continuar cultivando la tierra y se convertirían pura y simplemente en obreros industriales. "Nada de lo que hemos hablado tendría sentido". Y es que para Francisco Betriu la idea de crear una empresa sólo para ganar dinero "está kaput. Las empresas son para ganar dinero, ¿eh?, pero hay que preguntarse para qué y para quién". Y no es que Betriu sea un socialista aunque asegure que "seria sano para el país que estuvieran en el poder", ni crea en la igualdad de salarios -"eso ni hablar. A cada uno hay que pagarle según sus responsabilidades"-, pero está convencido que una empresa que se mueve sólo y exclusivamente por principios del mayor beneficio no tiene sentido y tiene más problemas de los necesarios. "A nosotros nos va bien así".

El presidente de Taurus está preocupado por la situación mundial. Entre sus proyectos se encuentra la creación de una granja que suministre carne al pueblo. "Si hay una guerra, con nuestros propios recursos podríamos aguantar hasta el infinito". La situación española le parece que está bien. "tendría que haber elecciones generales cuanto antes. Pero con El Mundial y la visita del Santo Padre, se tendrán que retrasar. Yo soy partidario de anticiparlas para salir de esta situación".

Alguna vez Francisco Betriu ha pensado en escribir su experiencia en Taurus, "pero no tengo ganas. Además la gente lee muy poco. Muchas de las cosas hay que hacerlas, pero no decirlas. A otros empresarios les hemos contado nuestras ideas, les hemos explicado nuestra filosofía. Hay que volver a los pueblos y buscar ese equilibrio entre lo industrial y lo agrícola".

Tecnología española

Pero reconoce que no es tan fácil hacerlo, que los empresarios tendrían que ir a "sitios vírgenes, donde pudieran empezar como empezamos nosotros y sobre todo, tendrían que creer en esta idea". Por eso, una de sus preocupaciones es ir introduciendo en los jóvenes directivos de Taurus la filosofía que hizo nacer el grupo. "Les vamos observando y les dejamos que den sus pequeños vuelos para ver si entienden lo que queremos. La continuidad así quedará garantizada cuando no estemos nosotros".

Taurus es una de las pocas multinacionales españolas. Con capital español y tecnología española, tiene inversiones en Venezuela y Méjico en empresas donde fabrica sus aparatos con maquinaria diseñada en España. El año pasado exportó por valor de 768 millones de pesetas a un total de 48 países, mientras que las importaciones de Taurus en los últimos cinco años no llegaron a los treinta millones de pesetas.

La nula dependencia tecnológica de Taurus, tiene su explicación, entre otras razones en la filosofía con que fue creada. "El hecho de estar lejos de los lugares de aprovisionamiento", dice Isidoro Ramos, gerente de la sociedad, "nos ha obligado a aguzar el ingenio. Los problemas que nos planteaban las primeras máquinas que entraron en Taurus y las dificultades de conseguir, de forma rápida, el mantenimiento y los recambios necesarios, junto a nuestra idea de evitar gastos nos fue llevando a la fabricación de nuestra propia maquinaria y de nuestros propios sistemas. Tal vez, en un principio de forma un tanto artesanal, pero que después se ha ido desarrollando hacia una tecnología avanzada".

Por otra parte, en la empresa se ha tratado de prescindir, cada vez más de proveedores extranjeros. "Era más rentable", asegura Ramos, "fabricar nosotros mismos. Con ello ahorrábamos gastos y teníamos asegurado el suministro". Como en el caso de los imanes. Su coste y su posible escasez llevó a los directivos de Taurus a la creación de una unidad de fabricación de este producto que surte a la sociedad y les permite incluso vender a otras empresas.

Pero no todo son rosas. Los directivos de Taurus aseguran que tienen sus dificultades y que el sector del pequeño electrodoméstico -"que va bien porque tiene más defensas que el de gama blanca c marrón, los otros dos grupos de electrodomésticos"- tiene también sus problemas.

Francisco Betriu dice que peor lo tienen los del sector de gama blanca. "Es que ha habido una época en que aquello ha sido un desmadre. Pero yo creo que se recuperará en parte. Nosotros hemos podido aguantar mejor Nuestro sector es más difícil de acabar con él. Hay que tener en cuenta que son productos de precio bastante más reducido y es más fácil al usuario acceder a él".

El sector de pequeños electrodomésticos tiene unas 21 empresas que dan trabajo a un total de 5.152 personas. El total de ventas de grupo en 1980 fue de 19.953 millones de pesetas, cifra que aumentó en 1981 hasta los 20.107 millones. Las exportaciones del sector al canzaron el pasado año los 6.501 millones de pesetas.

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