Tribuna:SPLEEN DE MADRID

La NATO

No sé, ni me importa, si teníamos que entrar o no en la NATO. Lo que sé es que no teníamos que entrar así, por una rabieta. Rabieta de Calvo-Sotelo, que, después de la noche triste de Andalucía, se ha cogido el mono, ha pretensado su piedra preternatural, ha cogido, ha agarrado y ha dicho, bueno, pues ahora voy y les meto en la NATO, para que aprendan.Y nos ha metido. En la NATO podríamos haber entrado por conveniencias estratégicas, por pactos internacionales, por referéndum nacional o por inminencia de la guerra de las galaxias. Pero hemos entrado por un cabreo. Un cabreo que p...

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No sé, ni me importa, si teníamos que entrar o no en la NATO. Lo que sé es que no teníamos que entrar así, por una rabieta. Rabieta de Calvo-Sotelo, que, después de la noche triste de Andalucía, se ha cogido el mono, ha pretensado su piedra preternatural, ha cogido, ha agarrado y ha dicho, bueno, pues ahora voy y les meto en la NATO, para que aprendan.Y nos ha metido. En la NATO podríamos haber entrado por conveniencias estratégicas, por pactos internacionales, por referéndum nacional o por inminencia de la guerra de las galaxias. Pero hemos entrado por un cabreo. Un cabreo que puede convertirnos en un solar de cabras para siempre. Me parece ocioso y obvio explicarles a ustedes que no estoy hablando desde la izquierda, sino considerando los perjuicios que el presidente ha causado a la derecha, a su derecha y a su centro. Por debajo de las razones históricas o políticas, no hemos entrado en la NATO a favor de algo, sino en contra de alguien. Uno diría, simplificando, que Calvo-Sotelo ha entrado en la NATO contra Suárez. Porque Calvo-Sotelo no ha sido más que las vacaciones marengo de Suárez. Y si el duque volviese, ya no podría jugar su estrategia, su fino muñequeo con los yanquis (como todo el mundo), porque se encuentra con esta riqueza opcional hipotecada" lo cual puede quitarle muchos votos entre el populismo que tiene a su izquierda, pero pegado a él. La derecha suarista no apocalíptica, ya no votará a Suárez, quién sabe, pues les quedaba una última esperanza de que Suárez negociase mejor, o postergase lo de la NATO hasta ver qué pasa.

Esos votos, en las generales, puede que se vayan al PSOE, ahora que Felipe queda legitimado (si falta hiciera), como antisoviético, por la NATO. El presidente habría hecho más daño a la izquierda dejando ahí el tema/NATO, por si los socialistas ganan las generales: a ver cómo bailaba Felipe con Haig la música de Simon y Garfunkel, o de Simon y el otro, como dice Costa. A la centuria más moderada del socialismo español, don Leopoldo le ha dado resuelto el tema: ya pueden/tienen que aceptarlo sin mala conciencia. Aunque la izquierda, naturalmente, haya hecho declaraciones y disparado su ballestería contra la decisión/sorpresa, a quien se daña con esto, realmente, es a la derecha democrática, restándole credibilidad.

No en vano me decía Emilio Romero, ha poco tiempo, que somos un pueblo muy original. Eso ya lo vio Stendhall, con más autoridad que Merimée. Aquí las grandes decisiones se toman en domingo (día políticamente inhábil en el mundo) y si es posible con suicidios de Rommy Schneider de por medio, para dividir a la opinión, que muchos se han quedado (y yo con ellos) al costado frío, desnudo y muerto de la adorable suicida. Franco, aunque hoy tenga mala Prensa, nunca llegó a sacrificar una estrella internacional como maniobra de distracción. Todo lo más, aprovechaba que El Cordobés sacrificase un becerro, desbravado entre hayales, para actuar por las traseras de España. Que el presidente me perdone, pues estoy poco hecho a frases hechas, pero le imagino diciéndole a su superyo:

-Y el que venga detrás, que arree, Leopoldo.

El que viene detrás es Adolfo Suárez, como primera opción de la derecha democrática frente al temporal/Fraga. Pero quizá se pasa uno de suspicaz (el oficio del columnista es la suspicacia) y Calvo-Sotelo no ha realizado sino una operación de prestigio personal mal entendido. A las izquierdas les ha donado un argumento electoral más (y poderoso), y a su propia derecha centrista le ha restado una gran posibilidad de juego. Contra lo que dicen politólogos y analistas, yo no creo que Calvo-Sotelo no sea centrista. Lo que pasa es que no sabe dónde está el centro.

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