El proceso por la rebelión militar del 23 de febrero

El comandante Ostos confirma que Tejero amenazó con disparar contra el director general de la Guardia Civil

Con la declaración del comandante Miguel Boneli, ayudante del general Armada el 23 de febrero de 1981, se reanudó ayer, en el Servicio Geográfico del Ejército, el juicio contra los 33 procesados por la intentona golpista. El interrogado no aportó datos nuevos que puedan aclarar mejor el papel desempeñado por Armada en el 23-F. El comandante Ostos, que en aquellas fechas era ayudante de Aramburu, declaró que Tejero amenazó con pegarle un tiro a Aramburu y que Armada les dijo en el hotel Palace que las capitanías segunda, tercera, cuarta y quinta estaban dudosas o apoyaban a Milans. A la sesión ...

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Con la declaración del comandante Miguel Boneli, ayudante del general Armada el 23 de febrero de 1981, se reanudó ayer, en el Servicio Geográfico del Ejército, el juicio contra los 33 procesados por la intentona golpista. El interrogado no aportó datos nuevos que puedan aclarar mejor el papel desempeñado por Armada en el 23-F. El comandante Ostos, que en aquellas fechas era ayudante de Aramburu, declaró que Tejero amenazó con pegarle un tiro a Aramburu y que Armada les dijo en el hotel Palace que las capitanías segunda, tercera, cuarta y quinta estaban dudosas o apoyaban a Milans. A la sesión de ayer, en la que se cumplían dos meses desde el inicio de la vista, no asistieron los procesados teniente coronel Tejero, los capitanes Dusmet y Alvarez Arenas y el civil García Carrés.

A preguntas del abogado López Montero, declaró el comandante Bonell -que era ayudante de Armada desde que este ascendió al cargo de general de brigada, hace siete años- que desconocía si aquél habló primero con Milans del Bosch o con la Zarzuela cuando conoció el asalto al Congreso. Dijo también que desconocía aquel día en qué consistía la solución Armada. Afirmó que, aunque se encontraba cerca del despacho acristalado en el que se reunieron para hablar Tejero y Armada, no escuchó nada de la conversación y sólo oyó decir al primero: "Parece ser que nos ofrecen un avión", en un momento en que el primero abandonó la reunión. Le preguntó luego el abogado Sanz Arribas si cuando iba en el coche con Armada hacia el Congreso le oyó decir a éste que iba a proponer una fórmula constitucional, a lo que el declarante respondió negativamente.

A preguntas del mismo defensor, el comandante Bonell declaró que los capitanes Acera, Muñecas y Bobis le preguntaron qué opinaba de ellos, por lo que habían hecho, y él les respondió: "Vaya sorpresa que nos habéis dado". Dijo que Bobis le replicó: "Será a usted, porque al general Armada no", y él le comentó que no sabía nada por que llegaban desde el Cuartel General del Ejército. Declaró que Bobis, extrañado, le preguntó: "Pero ¿cómo?. ¿No vienen. ustedes de la Zarzuela?", y él le contesto negativamente.

Negó, en respuesta a una pregunta del abogado Gómez García, que cuando llegó al Congreso con Armada, hubiera oído decir a nadie: "Ya era hora, mi general, le estábamos esperando". Contestó también al abogado Liñán que ignoraba si había o ilo contraseña para entrar en el Congreso, que nunca oyó a Armada hacer afirmaciones sobre si el entonces presidente Suárez estaba o no contento con él.

En otra parte del interrogatorio, reconoció Bonell que el pliego de condiciones para la rendición de los ocupantes del Congreso lo escribieron el teniente coronel Gómez Salazar, el general Aramburu y él mismo, aunque sólo al final del trámite. Dijo en este sentido que el director general de la Guardia Civil había escrito en el pliego que los oficiales sancionados cumplirían esas sanciones en prisiones militares. Declaran los comandantes Villa y Ostos Testificó luego el comandante Manuel Villa Pascual, que el 23-F desempañaba sus tareas en la Dirección General de la Guardia Civil, quien dijo que era frecuente que alumnos de la Academia de Tráfico salieran a prestar servicios de orden público, y que el servicio lo dirigía en esos casos el jefe de la comandancia que solicitaba el servicio, aunque no estuviera dentro de la cadena de mando. En este sentido, quiso saber el abogado Pardo si las órdenes se ratificaban por escrito, a lo que el comandante Villa respondió que se solía hacer después de prestado el servicio. Villa insistió en que no tuvo el 23-F ninguna duda sobre la legitimidad de las órdenes que se le habían dado. El comandante Guillermo Ostos, que era ayudante de Aramburu Topete el 23-F, declaró que ese día existía un ambiente de confusión en torno al Congreso y que él estaba en el hotel Palace cuando llegó el general Armada.

-Sanz Arribas: ¿Qué dijo Armada?

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-Ostos: Que venía porque Aramburu le había llamado. Armada era uno de los interlocutores válidos para Tejero. Armada habló en el sentido de que estaba dispuesto a ofrecerse como presidente de un Gobierno de transición, y después dijo que algunas capitanías estaban dudosas o que apoyaban a Milans. Creo que habló de la tercera, cuarta, quinta, y no sé si se habló también de la sexta o séptima. Recuerdo que expresó que la primera y la octava no. También dijo que hablaba a título personal y no iba en nombre del Rey.

Dijo luego que cuando Armada volvió del Congreso comento que había fracasado y que aquello era una tragedia, y afirmó que en el pliego de condiciones no se habló de dar trato diferente a los tenientes de la División Acorazada.

-Fiscal: ¿Ordenó Aramburu que Tejero depusiera su actitud?

-Ostos: Le respondió algo así como "primero le pego un tiro y después me mato".

Añadió Ostos que en ese momento Tejero tenía la pistola en la mano, pero no se fijó si estaba o no escasquillada. Dijo también que durante ese incidente los guardias tenían sus armas dirigidas hacia Aramburu.

Declaró luego que el oficial que ordenó a los guardias civiles que bajaran de los autobuses tenía la pistola en la mano y llegó a amenazar con ella al director general. "El general Aramburu fue a sacar su arma", relató Ostos, "pero yo se lo impedí, golpeándole en el antebrazo, porque podía haber un grave incidente. Creo que ese teniente no era Núñez Ruano y podría ser Ramos Rueda. Era un hombre de unos cuarenta o cincuenta años, más bien bajo y fuerte, que procedía de la escala de suboficiales.

A las doce menos cuarto, el presidente del tribunal levanto la sesión por veinte minutos.

Reanudada la sesión tras el descanso de mediodía, declaró el comandante José Luis Gorostegui, que el 23-F era ayudante del teniente general Manuel Gutiérrez Mellado. Previamente, el fiscal se había mostrado disconforme con la decisión de que no compareciese el comandante Moreno Wirtz, a quien el Tribunal no había llamado por renuncia al testigo del defensor que le citó.

El comandante Gorostegui dijo que durante la ocupación del Congreso el capitán procesado Pérez de la Lastra le dijo que estaba con los de dentro -los asaltantes- y que pensaba estar a las órdenes del Rey. Sobre el incidente con Gutiérrez Mellado no sabía nada, lorque no estaba dentro del hemiciclo cuando ocurrió.

Testificó después el comandante Fons Ferrer, segundo jefe de la Primera Comandancia Móvil de la Guardia Civil, a quien el letrado Martín Fernández le preguntó si la Benemérita protegía los edificios oficiales, y en concreto el de la Telefónica de la calle madrileña de Ríos Rosas, cuestión que el presidente declaró improcedente por no tener relación alguna con la causa que se juzga. A preguntas del fiscal, este comandante dijo que no se infringió el conducto reglamentario para dar órdenes ni hubo dudas sobre la legitimidad de éstas.

A continuación fue llamado el comandante Jesús Núñez Simón, de la Jefatura de Apoyo Logístico de la Armada. Preguntado por Adolfo de Miguel, defensor del capitán de navío Camilo Menéndez, dijo que se precia de tener amistad con éste, y que se ofreció voluntariamente para acompañarle al Congreso, dónde Menéndez tenía la intención de "asistir a un compañero no triunfalista, y caído".

Agregó que el procesado no intentó llevar fuerzas de la Marina ni portaba armas, y que no pensaba que su intención fuera auxiliar a la rebelión, sino a "un amigo caído". Cuando iban a entrar en el Congreso les dijeron que fueran al hotel Palace -donde estaba el puesto de mando-, y al salir "nos dijeron que ya se podía entrar en el Congreso, y entramos en él". Camilo Menéndez no se puso a las órdenes de Tejero.

-De Miguel: ¿Aquello era una rebelión militar o un servicio más?

-Núñez: Bueno, era un servicio normal que se había prolon.gado.

-De Miguel: ¿Vio usted que hubiera algún peligro?

-Núñez: En ningún momento vi peligro para la vida de nadie. El único peligro era si se producía un ataque exterior.

Interrogado por el fiscal, dijo no saber si Menéndez pidió permiso a su superior para ir al Congreso, aunque sí se despidió del contralmirante Martín de la Oliva, y afirmó que le había dicho que acudía;a tranquilizar y evitar tensiones a la fuerza ocupante. El almirante jefe del Estado Mayor de la Armada trasmitió a Núñez un mensaje para que Menéndez dejara el Congreso, pero no se lo transmitió "porque pensé que no sería de utilidad".

El comandante Francisco Quintero Sanjuán, compañero de un curso de jefes de los capitanes Pérez de la Lastra, Bobis y Acera, manifestó que habían quedado citados los cuatro el día 23, por la tarde, para elaborar un trabajo del curso que hacían, pero que él no fue a la cita porque estaba enfermo y, tras dar a Bobis el borrador de su parte, se fue a descansar. También aseguró que no tuvo conocimiento anticipado del 23-F.

La bandeja está grabada

Por último declaró el capitán Joaquín Tamarit Navas, destinado el 23-F en el estado mayor de la Acorazada, y que fue quien transmitió al coronel San Martín la frase "la bandeja está grabada", paria que volviera a Madrid con el general Juste. Declaró este testigo que el comandante Pardo le había dejado en una nota la frase citada, que él trasmitió a San Martín cuando éste le llamó, al tiempo que le decía que debía regresar.

En cuanto a las órdenes dadas en la Acorazada, el testigo afirmó que Pardo le había dicho que Juste ordenó que se preparasen las misiones, entre ellas la ocupación de las emisoras de radio, y concretamente La Voz de Madrid. "Se comentó", según Tamarit, "que el capitán Batista se había ofrecido voluntario para ir a esta emisora". Dijo después que Batista llamaba frecuentemente al estado mayor de la Acorazada para transmitir lo que sabía.

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