Cordialidad y firmeza en las primeras entrevistas entre Schmidt y Breznev

Cordialidad en las formas, pero dureza en sus posiciones sobre el equilibrio militar en Europa y los temas de desarme, dominaron ayer en Bonn el inicio de las conversaciones entre el líder soviético, Leónidas Breznev, y el canciller federal alemán, Helmut Schmidt, los dos dirigentes europeos que más tiempo llevan en sus cargos. El jefe del Estado soviético, que va a cumplir pronto 75 años, presentaba un aspecto bastante saludable, según informan desde Bonn José Comas y el enviado especial Félix Bayón.

La diferencia en los puntos de vista defendidos por Breznev y Schmidt produjo la sensa...

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Cordialidad en las formas, pero dureza en sus posiciones sobre el equilibrio militar en Europa y los temas de desarme, dominaron ayer en Bonn el inicio de las conversaciones entre el líder soviético, Leónidas Breznev, y el canciller federal alemán, Helmut Schmidt, los dos dirigentes europeos que más tiempo llevan en sus cargos. El jefe del Estado soviético, que va a cumplir pronto 75 años, presentaba un aspecto bastante saludable, según informan desde Bonn José Comas y el enviado especial Félix Bayón.

La diferencia en los puntos de vista defendidos por Breznev y Schmidt produjo la sensación de que se trata de un «diálogo de sordos», en el que las dos partes se aferran en sus posiciones: propuesta de una moratoria por parte soviética, y de la opción cero, defendida por alemanes y norteamericanos.Breznev insistió en su «gesto de buena voluntad» -como dijo en la cena con el canciller Schmidt- de retirar una parte de las armas de alcance medio estacionadas en la zona europea de la Unión Soviética a cambio de la moratoria en el estacionamiento de los nuevos euromisiles norteamericanos.

Esta propuesta fue rechazada por Schmidt en las conversaciones matutinas con el argumento de que no se puede mantener el actual desequilibrio, favorable a la URSS, en las armas euroestratégicas.

Schmidt asumió las tesis del presidente norteamericano, Ronald Reagan, sobre la eliminación de todas las armas euroestratégicas, y apuntó la posibilidad de incluir en futuras negociaciones los puntos que inquietan a la Unión Soviética.

A pesar de las posiciones enfrentadas en el terreno político, Schmidt se mostró favorable a la prolongación de la cooperación económica entre los dos países, y puso como modelo el reciente acuerdo sobre el suministro de gas siberiano a cambio de tecnología.

En los brindis de la cena ofrecida a Breznev, el canciller alemán pronunció un firme discurso, en el que pidió la salida de las tropas-soviéticas de Afganistán y advirtió que «Polonia debe continuar en el futuro resolviendo por su cuenta sus propios problemas».

Durante el mismo acto, Breznev criticó a Estados Unidos por la decisión de fabricar la bomba de neutrones e incluir en su estrategia la posibilidad de una «guerra nuclear limitada» en Europa.

Ambos estadistas se reunieron ayer en Bonn en tres ocasiones, una de ellas a las seis de la tarde, a solas. «Nos conocemos hace mucho tiempo, y nunca le he mentido», dijo Schmidt a Breznev en una de sus entrevistas, para añadir inmediatamente que el presidente norteamericano, Reagan, quiere la paz, y no la guerra.

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