EDUCACION

El aprobado de septiembre no sirve para ingresar en algunos centros de la Politécnica

Aprobar el examen de acceso a la universidad en la convocatoria de septiembre no sirve para obtener plazo en determinados centros de la Universidad Politécnica de Madrid, cuya Escuela Técnica Superior de Arquitectura, por otra parte, ha rechazado este curso casi todas las solicitudes de ingreso de alumnos de otros distritos, según confirmó a EL PAIS el rector de la Politécnica, Rafael Portaencasa.

La aplicación de estas medidas, según explica el rector, se debe a la misma carencia de recursos, espacio físico, instalaciones y plantillas de profesorado, que ha obligado a algunas facultade...

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Aprobar el examen de acceso a la universidad en la convocatoria de septiembre no sirve para obtener plazo en determinados centros de la Universidad Politécnica de Madrid, cuya Escuela Técnica Superior de Arquitectura, por otra parte, ha rechazado este curso casi todas las solicitudes de ingreso de alumnos de otros distritos, según confirmó a EL PAIS el rector de la Politécnica, Rafael Portaencasa.

La aplicación de estas medidas, según explica el rector, se debe a la misma carencia de recursos, espacio físico, instalaciones y plantillas de profesorado, que ha obligado a algunas facultades de las restantes universidades madrileñas a poner en práctica procedimientos de selección no previstos en la legislación vigente.Las principales dificultades de la Politécnica, que a pesar de todo ha incrementado su matrícula en un 31,67% con respecto a la del curso pasado, se producen en las escuelas de Arquitectura, Industriales, Telecomunicación e Informática. Como en las restantes universidades, ningún alumno que haya aprobado la selectividad se queda finalmente sin plaza; pero muchos se ven obligados a iniciar sus estudios en una carrera distinta de aquella que habían elegido como primera opción, que es lo que sucede, en la Politécnica, con los que aprueban la selectividad en septiembre.

La Politécnica tiene la ventaja de que el plan de estudios de primero es igual en todas las especialidades, excepto Arquitectura, por lo que es más fácil el traslado de unas escuelas a otras una vez superado el primer curso.

«El problema más agudo», señala el profesor Portaencasa, «lo tenemos en la escuela de Arquitectura, un centro creado para poco más de 1.500 alumnos, y que el curso pasado tenía una matrícula de. 5.500, aproximadamente, lo que hace imposible atender toda la demanda de nuestro propio distrito y las numerosas peticiones de traslados que se producen cada año, por que sólo hay nueve escuelas en toda España».

El Centro de Estudios Universitarios (CEU), entidad que depende de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, se ha convertido en una especie de refugio para aquellos alumnos a los que la Escuela de Arquitectura de la Politécnica madrileña no les acepta el traslado y cuyas familias pueden permitirse el pago de cuotas mensuales de 20.000 pesetas en la unidad de arquitectura que el CEU tiene en Madrid.

Las autoridades de la Universidad Politécnica, a quienes esta situación les parece «radicalmente injusta y discriminatoria», en palabras del rector Portaencasa, decidieron negar el traslado de expediente a los alumnos inscritos en la Escuela de Arquitectura del CEU, pero el Ministerio de Educación y Ciencia ha desautorizado aquella decisión y ha obligado a la escuela oficial a aceptar su matrícula.

El rector Portaencasa, que sigue pensando que la solución es injusta, tiene la intención de revisar todos y cada uno de los casos de compatibilidad del profesorado, de manera que no haya un solo profesor que esté dando clase en las dos escuelas. Por otra parte, se va a reforzar el control de los exámenes de los alumnos de la escuela del CEU por parte de la escuela oficial y no se va a permitir el traslado de la escuela privada a la estatal cuando el alumno ha superado los primeros cursos. En opinión del rector de la Politécnica, las soluciones para estos problemas tienen que ser asumidas de una vez por todas por el Parlamento y el Gobierno. «A ellos corresponde», concluye, «elegir entre el aumento de recursos o la intensificación de la selectividad, cuyo coste político no puede recaer únicamente sobre las espaldas de la propia institución universitaria».

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