COMIENZA EL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE SANTA TERESA

Teresa de Jesús se encuentra en la encrucijada espiritual, social y lingüística de la España moderna

Anastasio Ballestrero, legado pontificio de Juan Pablo II, inauguró ayer en Alba de Tormes el centenario teresiano con un Breve del Papa, en el que, tras lamentar su ausencia por fuerza mayor, recuerda su interés personal por la espiritualidad carmelitana que le llevó a hacerse terciario del Carmen y a dedicar su tesis doctoral al estudio de san Juan de la Cruz.La celebración del centenario, con la presencia de todas las autoridades religiosas y Pío Cabanillas, ministro de Justicia, en representación del Gobierno, estaba marcada por la ausencia obligada de Juan Pablo II, echándose también de m...

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Anastasio Ballestrero, legado pontificio de Juan Pablo II, inauguró ayer en Alba de Tormes el centenario teresiano con un Breve del Papa, en el que, tras lamentar su ausencia por fuerza mayor, recuerda su interés personal por la espiritualidad carmelitana que le llevó a hacerse terciario del Carmen y a dedicar su tesis doctoral al estudio de san Juan de la Cruz.La celebración del centenario, con la presencia de todas las autoridades religiosas y Pío Cabanillas, ministro de Justicia, en representación del Gobierno, estaba marcada por la ausencia obligada de Juan Pablo II, echándose también de menos la presencia del Ayuntamiento de Avila, que no había sido invitado a los actos, según informa nuestra corresponsal María del Mar Rosell.

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Del vacío consiguiente a la suspensión forzada del viaje papal, que no llenan las precipitadas idas y venidas de las juntas nacionales organizadoras del centenario, emerge la voz de los estudiosos teresianistas que quieren que este jubileo sirva para una nueva lectura de la España del siglo XVI. Porque Teresa de Jesús, como Juan de la Cruz y Fray Luis de León, pertenece a la casta de judíos conversos cuyas familias, para sobrevivir, tuvieron que entrar en la España oficial, la de los cristianos viejos. Ellos padecieron el arcaísmo y la falsedad de aquella sociedad y fueron de los que se empeñaron en su transformación. En Teresa de Cepeda la crítica social alcanza acentos sólo comparables a los de la picaresca del Lazarillo, y su reforma no fue sólo de los conventos, sino también de las costumbres y estructuras del tiempo. Con la mística abulense nace el nuevo castellano, sazonado en Cervantes. Más que deselasamiento o proletarización de la lengua, explicable en una mujer que no quiere provocar más a sus muchos enemigos machistas, hay una voluntad en ella de escribir como habla, buscando hasta la tortura la comunicación de sus experiencias y objetivos «por daros a entender esta operación de amor y no sé cómo».

Más información en página 31

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