Alcalde de izquierdas pide sanciones para "los vagos" del empleo comunitario

El alcalde de Lebrija, miembro de la Coalición Pueblo Andaluz Unido (PAU-PTA), se convirtió ayer en el primer alcalde de la izquierda extraparlamentaria que ha denunciado públicamente la falta de rendimiento de los trabajadores agrícolas acogidos al empleo comunitario.Antonio Torres ha dirigido una carta al gobernador civil de la provincia y al presidente de la Junta de Andalucía en la que solicita la adopción de medidas sancionadoras para aquellos obreros del campo que no rinden en las faenas del comunitario, y se ofrece para colaborar desde el Ayuntamiento a «acabar entre todos con el espect...

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El alcalde de Lebrija, miembro de la Coalición Pueblo Andaluz Unido (PAU-PTA), se convirtió ayer en el primer alcalde de la izquierda extraparlamentaria que ha denunciado públicamente la falta de rendimiento de los trabajadores agrícolas acogidos al empleo comunitario.Antonio Torres ha dirigido una carta al gobernador civil de la provincia y al presidente de la Junta de Andalucía en la que solicita la adopción de medidas sancionadoras para aquellos obreros del campo que no rinden en las faenas del comunitario, y se ofrece para colaborar desde el Ayuntamiento a «acabar entre todos con el espectáculo denigrante de hombres sentados en las carreteras y calles de nuestro pueblo».

El alcalde, que ha distribuido entre la población octavillas explicativas de su actitud, ha declarado a EL PAÍS que la responsabilidad última de esta situación corresponde a los creadores del empleo comunitario, que «trata de ir convirtiendo a los jornaleros en unas personas sin dignidad, en definitiva, en unos vagos, y que vayan dejando de ser lo que siempre fueron: unos trabajadores honrados, dispuestos a luchar por una Andalucía más justa».

«Ahora bien», prosiguió Antonio Torres, «la anterior afirmación no debe llevarnos a justificar la actitud de cada vez mayor número de jornaleros que, teniendo asegurados cuatro días de trabajo a la semana en el empleo comunitario, no quieren hacer nada, ni siquiera colaborar un mínimo en pavimentar las calles, blanquear los colegios o cuidar los jardines».

La existencia de numerosos obreros parados, que durante las teóricas horas del empleo comunitario se dedican a jugar a las cartas o charlar tranquilamente es -a la vez que comprobable por cualquier ciudadano- reconocida por los alcaldes andaluces de todas las ideologías, aunque es novedoso que uno de ellos lo denuncie de manera pública.

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