Cartas al director

Ilergetes, turdetanos, pelendones...

Si lo hubiese leído -que seguramente no llegaría a leerlo- el artículo «Nacionalidad segoviana» que publiqué en El Adentado de Segovia el sábado 6 de junio, tal vez le habría hecho pensar a Pedro Altares que yo era uno de los que sonreían al hablar de las veleidades independentistas de mis paisanos.Usando no sé si bien o mal de la ironía, ese decir algo de manera que haga pensar lo contrario de lo que se dice, me refería en aquel artículo, no ya a esos caciques retrógrados que con vocación de cabezas de ratón pretenden aquí y allá conservar «actuales y seculares sinecuras», sino ...

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Si lo hubiese leído -que seguramente no llegaría a leerlo- el artículo «Nacionalidad segoviana» que publiqué en El Adentado de Segovia el sábado 6 de junio, tal vez le habría hecho pensar a Pedro Altares que yo era uno de los que sonreían al hablar de las veleidades independentistas de mis paisanos.Usando no sé si bien o mal de la ironía, ese decir algo de manera que haga pensar lo contrario de lo que se dice, me refería en aquel artículo, no ya a esos caciques retrógrados que con vocación de cabezas de ratón pretenden aquí y allá conservar «actuales y seculares sinecuras», sino a la mismisima progresía que, con el pretexto de recobrar las personalidades de los distintos pueblos del Estado español, se dedica por todas partes a desenterrar fueros, resucitar lenguas e inventar banderas y nos vuelve a llevar a la Edad Media. Esa progresía que, por esos caminos, tal vez un día decida que, en lugar de pararnos en los reinos medievales, debemos volver a dividirnos en ilergetes, turdetanos, pelendones, vacceos, arevacos y todos los que éramos antes de que viniesen los romanos, o que, en tierras donde existen las cuevas de Altamira y los abrigos de Cogull y Alpera, no habremos recobrado la verdadera personalidad si no volvemos decididamente a las cavernas.

Escribía yo así, no para reirme de mis paisanos -que ya sé de tantas frustraciones e injusticias que como segovianos y castellanos sufren y malditas las ganas que me dan de reírme de ellos- sino para reírme con ellos de esta locura a que nos ha llevado a todos algunos políticos trapaceros. Como hombre de izquierdas que soy y que por progresista se tiene, escribía dolido y repetía algunos de los argumentos que ya usé cuando en las elecciones del 77 hice la campaña electoral como candidato del PSP en Palencia y expuse más tarde en una serie de tres artículos que, con el título de «De los regionalismos y foIk-nacionalismos alienantes», publiqué en la primavera del 78 en Informaciones, de Madrid. Cosas que después he leído en el querido y admirado Pedro Altares y en otras fírmas de gran prestigio las decía yo entonces y he pretendido varias veces -sin éxito siempre- que me las dejase decir EL PAIS en sus columnas.

Ahora resulta que hasta. mis paisanos -o también mis paisanos, ¿por qué no?, con los mismos derechos que los riojanos, santanderinos, murcianos, cartageneros y tantos otros...- han entrado en un juego que no ha servido más que para aumentar los riesgos de involución y que a la izquierda le ha hecho olvidarse de cosas como la nacionalización de la banca, la reforma agraria y otras que interesaban más que compartimentar a la clase obrera y dividir su fuerza.

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A pesar de todo -otras cosas buenas hacéis-, un cordial saludo./ .

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