Tribuna:

El déficit del sector público y su financiación / y 2

Siempre he dicho que la preocupación que nos causa el déficit del sector público no deriva tanto de su importe absoluto, ni siquiera del porcentaje del PIB que representa, sino principalmente de las dificultades de financiación que tal déficit ocasiona. En el cuadro número 1 se presenta, para los años 1979 y 1980, el detalle de las fuentes por las que se han financiado el déficit de las administraciones públicas, el de las empresas públicas y, por adición, el déficit total del sector público.Lo primero que el cuadro muestra es que entre 1979 y 1980 el déficit de las administraciones públicas s...

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Siempre he dicho que la preocupación que nos causa el déficit del sector público no deriva tanto de su importe absoluto, ni siquiera del porcentaje del PIB que representa, sino principalmente de las dificultades de financiación que tal déficit ocasiona. En el cuadro número 1 se presenta, para los años 1979 y 1980, el detalle de las fuentes por las que se han financiado el déficit de las administraciones públicas, el de las empresas públicas y, por adición, el déficit total del sector público.Lo primero que el cuadro muestra es que entre 1979 y 1980 el déficit de las administraciones públicas se ha más que doblado, aumentando un 108%. Y el déficit total del sector público ha aumentado un 81 %. Como mi propósito es simplemente expositivo, dejo para el lector la tarea de calificar estos aumentos.

Lo segundo que el cuadro nos enseña es que el recurso al sistema crediticio para la financiación del déficit de las administraciones públicas ha pasado de 265.000 millones en 1979 a 392.000 millones en 1980. Es decir, un aumento en la absorción de recursos del sistema crediticio del 47,5%, frente a un aumento interanual de las disponibilidades líquidas del 16,7%. A nivel del déficit total del sector público, el recurso al sistema crediticio pasa de 380.000 millones en 1979 a 544.000 millones en 1980, con un aumento del 43,1%.

Este efecto de absorción de recursos financieros por parte del sector público se completa comparando los ingresos de las administraciones públicas y los déficit con el producto interior bruto, lo que da idea de la absorción de recursos reales. Así se ha hecho en el cuadro número 2. Gracias a él se puede comprobar que en 1980 los ingresos no financieros de las administraciones públicas excedieron un 32% del producto interior bruto; el déficit de las administraciones públicas ha significado un 3,44% del PIB, y el déficit total del sector público ha alcanzado el 5,24% del PIB. Si estos porcentajes son altos o bajos puede ser cuestión de apreciación. Lo que es objetivamente cierto es que en 1979 estos porcentajes eran el 31,12%, el 1,91% y el 3,33%, respectivamente. Y que, por tanto, la absorción de recursos reales por parte del sector público español aumenta muy rápidamente.

La expulsión del sector privado

En un modelo de política monetarla presidido por la fijación de un techo a las disponibilidades líquidas es evidente que para un comportamiento dado del sector exterior la mayor o menor absorción de recursos por parte del sector público significa una mayor o menor expulsión del sector privado de sus fuentes normales de financiación. Por tanto, una manera de medir el grado alcanzado por este efecto expulsor consiste en comparar los déficit del sector público y su financiación por el sistema crediticio con el aumento anual de las disponibilidades líquidas. Esto es lo que se hace en la parte inferior del mismo cuadro número 2. La simple lectura del mismo pone de manifiesto que el efecto de expulsión del sector privado producido por el sector público en 1980 ha sido a todos los niveles muy superior al que fue en 1979. Ello no quiere decir que la financiación interna al sector privado tenga que haber evolucionado en la misma forma, ya que ello depende además del comportamiento expansivo o contractivo del sector exterior. Ahora bien, parece claro que una parte del debilitamiento del sector exterior, que ha producido su efecto expansivo en 1980, se debe al exceso de demanda originado por el rápido crecimiento del déficit del sector público.

Este mayor grado de expulsión del sector privado en 1980 no significa tampoco que tenga que haberse reflejado en una mayor tensión crediticia, ya que ello depende también del nivel de demanda solvente de crédito que, en razón de la situación económica, se haya producido. Sin embargo, el cuadro prueba que el hecho de que, en efecto, el crédito interno al sector privado evolucionara en 1980 mejor que en 1979, y más todavía en términos reales, no es debido a que el sector público haya sido menos expulsor del privado, sino a pesar de haberlo sido más. Ahora bien, si, como muy bien dice el informe anual del Banco de España, abandonáramos la artificial periodificación contable del ejercicio anual y mirásemos estos efectos con una perspectiva más amplia, podría observarse que el aparentemente adecuado crecimiento del crédito interno al sector privado no fue tan bueno y que desde que se inició la rápida expansión del déficit del sector público en 1977 el efecto expulsión del sector privado ha sido, evidentemente, muy intenso.

La razón de este artículo

Estas líneas no han sido escritas para demostrar que eran acertadas las estimaciones del déficit de 1980 hechas por la asesoría económica de la AEB. Nada nos alegraría tanto como habernos equivocado por exceso. Tampoco han sido motivadas por un afán de atacar a la Administración del Estado. Todo lo contrario. En momentos como éstos, en que la actuación del presidente del Gobierno ha levantado un soplo de esperanza y optimismo en todo el país, todo el apoyo que le prestemos, además de merecido, será poco. Este artículo responde al puro deseo de contribuir a la clarificación de un tema en el que me parece hay excesiva confusión pública por defecto de método y terminología. Como la discusión en torno al tamaño del déficit público tiene que continuar, me parece que difícilmente puede discurrir por cauces constructivos si no nos esforzamos por precisar los términos de la discusión.

El acuerdo nacional sobre empleo es inseparable de las declaraciones del presidente del Gobierno sobre política económica, dentro de las cuales figura el propósito de contener el déficit presupuestario, para que no supere la cota del 3,7% del PIB en 1982. Interesa mucho, por tanto, aclarar de qué déficit se está hablando. Si se refiriera sólo al déficit del Estado, esta cifra, comparada con las correspondientes a los años 1979 y 1980, años en los que el déficit del Estado fue igual al 1,28% y 2,57% del PIB, indicaría que no se espera moderar el rápido ritmo de crecimiento experimentado.

Pero antes de llegar a 1982 hay que liquidar 1981. Para 1981, nuestras estimaciones, basadas en el presupuesto aprobado para este año y la evolución de los primeros cinco meses del mismo, nos llevan a pensar que, en términos de cuentas nacionales, el déficit del subsector Estado puede alcanzar 670.000 millones, equivalentes al 3,82% del PIB, porcentaje que rebasaría el objetivo para 1982. Y que el déficit de las administraciones públicas Estado, organismos de la Administración central, Seguridad Social, administraciones territoriales y corporaciones locales- podría ascender a 800.000 millones, lo que significaría el 4,56% del PIB. Incluyendo las empresas públicas, el déficit a nivel del sector público total se puede estimar entre 1.150 y 1.200 miles de millones, es decir, entre el 6,55% y el 6,84% del PIB.

Ruego al ministro de Hacienda

Como se ve por las previsiones que anteceden, es importante que el país, y sobre todo los empresarios, sepan lo que significan los objetivos presupuestarios y los logros o desviaciones habidas. Por tanto, sería muy deseable que a partir ya del año 1981, siempre que se hablara del déficit público, se precisaran bien los conceptos para saber a qué conjunto o parcela del sector público se refiere tal déficit.

Yo ruego respetuosa y encarecidamente al ministro de Hacienda que cada vez que informe sobre la ejecución del presupuesto tenga la amabilidad de referirse al déficit de las administraciones públicas en términos de cuentas nacionales, que, en palabras del Banco de España, es el único que verdaderamente refleja un fenómeno económico relevante. Y cuando, por las razones que sean, sólo pueda aportar datos del subsector Estado, en términos de déficit de caja, nos haga el favor de precisarlo así.

Rafael Termes es presidente de la Asociación Española de Banca (AEB).

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