Editorial:

El asesinato del presidente de Bangladesh

LA VIDA no era fácil en Bangladesh bajo el régimen del general Ziaur Rahman. El estado de guerra estaba institucionalizado, y el propio Rahman era intendente mayor de la ley marcial, además de presidente, de jefe de la Junta de los Ejércitos y de ministro de varios ramos: Finanzas, Defensa, Ciencia, Tecnología... Parecía compartir el poder con Alá, según la Constitución que él mismo enmendó: la «absoluta fe y confianza en Alá» era el principio fundamental del Estado. Dada la poca insistencia de Alá en manifestarse en asuntos terrenales, su intérprete personal era el presidente, y el Parlamento...

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LA VIDA no era fácil en Bangladesh bajo el régimen del general Ziaur Rahman. El estado de guerra estaba institucionalizado, y el propio Rahman era intendente mayor de la ley marcial, además de presidente, de jefe de la Junta de los Ejércitos y de ministro de varios ramos: Finanzas, Defensa, Ciencia, Tecnología... Parecía compartir el poder con Alá, según la Constitución que él mismo enmendó: la «absoluta fe y confianza en Alá» era el principio fundamental del Estado. Dada la poca insistencia de Alá en manifestarse en asuntos terrenales, su intérprete personal era el presidente, y el Parlamento -elegido durante la ley marcial, evidentemente, y con una mayoría absoluta para el partido del general, a lo que ayudó mucho la disolución y prohibición de los tres principales partidos de oposición- aceptaba fácilmente esta voz.Sus amigos mismos no estaban tranquilos. Algunos se han visto precipitados desde la poltrona ministerial a la prisión; algunos generales han sufrido las consecuencias de sus quejas. Parece que de estos mismos amigos ha salido la revolución que ha comenzado con el asesinato del dictador; se sabe -dentro de una cohfusión de noticias- que hay un Consejo de la Revolución, que parte del ejército y dé la marina se han sumado y que en la capital, Dacca, se organizaba la resistencia en torno al presidente ascendido constitucionalmente -el juez Abdus Sattar, vicepresidente del Estado y presidente del Tribunal Supremo- y de los generales afines al asesinado Rahman. Pero el corte de todas las comunicaciones con el exterior y la inseguridad en las noticias transmitidas por radio hacen poco fiable cualquier información sobre el resultado final de la revolución y sobre los objetivos políticos y posibles ayudas exteriores de los sublevados.

La posición internacional de Bangladesh bajo el régimen de Ziaur Rahman habla cambiado la política de sus antecesores, favorable a la URSS y a la vecina India, por una aproximación a Estados Unidos y a China: tenía un tratado con China (cooperación técnica) y considerables ayudas del Banco Mundial. Pero no hay que deducir demasiado pronto que el asesinato del jefe del Estado y la creación de un Consejo Revolucionario sea una forma de cambiar esa política internacional; puede perfectamente ser un mero asunto . interno que no varíe las coordenadas internacionales del país, si es que termina por triunfar. Rahman tenía demasiados enemigos religiosos, políticos y personales, y el pueblo estaba exprimido: lo difícil no es encontrar alguien con móviles suficientes para la rebelióri, sino discernir cuál de ellos ha sido entre los muchos que le odiaban. Hay que esperar más para saber algo.

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