Escándalo en el Reino Unido por supuestos delitos sexuales de un alto miembro de la diplomacia

Sir Peter Hayman, diplomático británico jubilado y antiguo alto comisario en Canadá, es el protagonista de un nuevo escándalo que podría relacionar la seguridad estatal con supuestos delitos sexuales, especialmente de pornografía. Su nombre fue dado a conocer ayer por el diputado conservador Geoffrey Dickens, hecho que el establishment ha considerado un abuso de inmunidad parlamentaria. El caso comenzó a salir a la luz pública con el juicio que concluyó la semana pasada, en el que Tom O'Carroll, de 35 años de edad y presidente del grupo para el intercambio de Información pedofílica, y que se o...

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Sir Peter Hayman, diplomático británico jubilado y antiguo alto comisario en Canadá, es el protagonista de un nuevo escándalo que podría relacionar la seguridad estatal con supuestos delitos sexuales, especialmente de pornografía. Su nombre fue dado a conocer ayer por el diputado conservador Geoffrey Dickens, hecho que el establishment ha considerado un abuso de inmunidad parlamentaria. El caso comenzó a salir a la luz pública con el juicio que concluyó la semana pasada, en el que Tom O'Carroll, de 35 años de edad y presidente del grupo para el intercambio de Información pedofílica, y que se ocupaba de promover contactos sexuales con niños, fue condenado a dos años de cárcel por atentar contra la moral pública. Durante la vista, Hayman fue nombrado como «un alto funcionario» bajo su seudónimo Henderson.

La policía había descubierto un paquete de pornografía en un autobús, dirigido a Henderson, nombre bajo el cual Hayman se escondió para alquilar un piso en Londres, en el que la policía realizó una redada en octubre de 1978 y encontró 45 cuadernos. de diarios de Hayman, que supuestamente se refieren a varios años de aventuras con prostitutas y a sus implicaciones en la pornografía, parte de ella relacionada con menores. Hayman también estaba implicado con otros miembros del grupo pedofílico en una correspondencia de cartas en cadena, en las que se describían fantasías sexuales. No se halló, sin embargo, ninguna prueba de que el antiguo diplomático hubiese estado directamente comprometido en reIaciones sexuales con niños.El fiscal general no consideró que se pudiera procesar a Hayman, ya que el material que se enviaba en las cartas no aportaba ninguna remuneración ni estaba destinado a personas que no lo hubieran solicitado. El procurador general, sin embargo, presionó a Dickens para que no revelara el nombre del diplomático en público, pero él diputado conservador, haciendo caso omiso de las presiones del establishment, pensó que más que de un problema moral, se trataba de una cuestión de seguridad nacional: Hayman podría haber sido chantajeado para pasar información secreta que, sin duda, poseía, dada su brillante carrera.

Peter Hayman, de 66 años de edad, casado y con dos hijos, fue alto comisario británico en Canadá de 1970 a 1974, año en que se jubiló. Educado en Oxford, entró como funcionario en el Ministerio del Interior, y pasó después al Ministerio de Defensa y al Foreign Office. Estuvo, entre 1950 y 1954, en la delegación británica ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); fue ministro y comandante adjunto del Gobierno militar británico en Berlín, de 1964 a 1966, y subsecretario adjunto de Estado en el Foreign Office de 1969 a 1970. Fue ennoblecido por la reina Isabel II de Inglaterra en 1971. Ayer se encontraba de viaje por Europa, por lo que no pudo hacer ninguna declaración, pero desde que su nombre había aparecido, en octubre, en la revista satírica Private Eye, en relación con escándalos sexuales, Hayman fue dimitiendo de varios cargos que aún conservaba.

Dickens planteó al Gobierno británico dos preguntas parlamentarias sobre el posible procesamiento que Hayman por enviar, material pornográfico por correo y sobre las implicaciones en el terreno de la seguridad nacional de los diarios hallados en el piso londinense. El fiscal general reiteró que no se procesaría a Hayman. Douglas Hurd, ministro del Foreign Office, declaró el lunes que los servicios de seguridad habían examinado la cuestión y no habían encontrado nada que pudiera sugerir que la seguridad nacional había sido puesta en peligro. Esta declaración es algo insólita, pues el Gobierno británico no suele comentar las actividades de estos servicios.

Peter Hayman era socio del Traveller's Club de la aristocracia diplomática de la capital británica, uno de cuyos portavoces declaró: «Ya pasamos por todo esto cuando el caso de Anthony Blunt, ¿sabe usted?».

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