Cartas al director

Españoles que se van muriendo

Hace unos días han vuelto a la tierra de España españoles destacados en el trabajo, en el estudio, en la conducta: María Moliner, que tomó del habla del pueblo los nombres de las cosas; Antón Oneca, profesor y magistrado del Tribunal Supremo y obrero que red¡mió por el trabajo penas, que no culpas, prisionero después de la guerra, él, que no hizo ninguna, salvo la de la cultura y el respeto humano; Manuel Elola, secretario judicial, miembro de Justicia Democrática, que llevó siempre obsesivamente el recuerdo de su padre, fiscal general de la República y presidente de sala del Tribunal Supremo,...

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Hace unos días han vuelto a la tierra de España españoles destacados en el trabajo, en el estudio, en la conducta: María Moliner, que tomó del habla del pueblo los nombres de las cosas; Antón Oneca, profesor y magistrado del Tribunal Supremo y obrero que red¡mió por el trabajo penas, que no culpas, prisionero después de la guerra, él, que no hizo ninguna, salvo la de la cultura y el respeto humano; Manuel Elola, secretario judicial, miembro de Justicia Democrática, que llevó siempre obsesivamente el recuerdo de su padre, fiscal general de la República y presidente de sala del Tribunal Supremo, sometido a muerte vil -la muerte siempre es vil y, a veces, es dos veces vil- porque creyó en la palabra y en la ley escrita, y fue condenado y «ejecutado» en Barcelona, terminada la guerra.En tiempos de confusión y de ligereza conviene recordar a los que han ido haciendo la cultura y el buen nombre de España, que es la mejor, la única manera de salvarla. /

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