Oferta del Partido Socialista italiano para estabilizar el Gobierno

Bettino Craxi, secretario general del Partido Socialista italiano (PSI), ha lanzado la idea de una gran reforma, que supone «una revisión profunda de la misma Constitución». Quiere que sea su partido el gran protagonista de esta nueva página política italiana destinada, según Craxi, a dar estabilidad al Gobierno y «credibilidad y eficacia a todos los poderes democráticos». Al mismo tiempo, el líder histórico de la izquierda de su partido, Riccardo Lombardi, ha acusado a Craxi de haber traicionado la línea política del último congreso de Turín, al haber abandonado la hipótesis de una...

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Bettino Craxi, secretario general del Partido Socialista italiano (PSI), ha lanzado la idea de una gran reforma, que supone «una revisión profunda de la misma Constitución». Quiere que sea su partido el gran protagonista de esta nueva página política italiana destinada, según Craxi, a dar estabilidad al Gobierno y «credibilidad y eficacia a todos los poderes democráticos». Al mismo tiempo, el líder histórico de la izquierda de su partido, Riccardo Lombardi, ha acusado a Craxi de haber traicionado la línea política del último congreso de Turín, al haber abandonado la hipótesis de una alternativa de izquierdas.

Por su parte, la izquierda democristiana se opone a la estrategia de los socialistas de Craxi, que tienden a convertirse en la fuerza central de gobierno del país, como la Democracia Cristiana lo ha sido durante treinta años. Por eso, para oponerse al designio de Craxi, que pide más votos para su partido, que debería convertirse en la alternativa futura al poder democristiano, los exponentes del grupo de Zaccagnini, que representan la izquierda del partido, han vuelto a pedir un Gobierno más abierto a todas las fuerzas del Parlamento, sin excluir al partido comunista.

Acusaciones mutuas

Este grupo democristiano acusa al partido socialista de querer romper con los comunistas para destronar a la Democracia Cristiana, adueñándose así de la presidencia del Gobierno, que los democristianos nunca han perdido. Pero los socialistas, a su vez, acusan a la izquierda democristiana de querer instrumentalizar, como lo han hecho siempre, a todos los partidos menores usándoles para poder seguir siendo el centro del poder en el país, en una línea de subordinación a un partido que, en realidad, goza sólo de la mayoría relativa.Les acusan de querer instrumentalizar al mismo partido comunista, que debería, según la Democracia Cristiana, apoyar desde fuera Gobiernos presididos por ella, pero sin entrar nunca a formar parte directa de estos Gobiernos, que es lo que tanto ha escocido siempre a la base comunista.

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