Cartas al director

Morir en Madrid

Se me ha muerto mi madre. Esto, dicho así, no es noticia. Pero, dadas las múltiples, extraordinarias y lamentables circunstancias que han confluido en el caso, y, para general conocimiento, debo puntualizar lo siguiente:En las clínicas de la Seguridad Social no hay camas, y menos para enfermos desahuciados. Por tanto, los médicos de los distintos centros envían los enfermos irreversibles a sus casas, para que mueran rodeados del oportuna amor familiar -¡qué bonito!-, pero no de los cuidados médicos mínimos que cualquier persona humana merece. Los médicos de cabecera y urgencia, por su parte, c...

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Se me ha muerto mi madre. Esto, dicho así, no es noticia. Pero, dadas las múltiples, extraordinarias y lamentables circunstancias que han confluido en el caso, y, para general conocimiento, debo puntualizar lo siguiente:En las clínicas de la Seguridad Social no hay camas, y menos para enfermos desahuciados. Por tanto, los médicos de los distintos centros envían los enfermos irreversibles a sus casas, para que mueran rodeados del oportuna amor familiar -¡qué bonito!-, pero no de los cuidados médicos mínimos que cualquier persona humana merece. Los médicos de cabecera y urgencia, por su parte, como es natural, remiten una y otra vez a tales enfermos a las citadas clínicas, aun sabiendo que no van a ser internados.

Aparte de la escasez de camas, la clínica Primero de Octubre padece otras deficiencias de distinto tipo. Por ejemplo, la enferma en cuestión, después de doce horas de estancia en urgencias, por caridad, no hospitalizada, sin ninguna clase de tratamiento ni atención, fue enviada una vez más a su domicilio, olvidando que tenía que alimentarse de algún modo. Por cuyo motivo, el médico de cabecera volvió a mandarla al referido centro, a fin de que le instalaran un a sonda naso-gástrica para ingestión de líquidos y alimentos triturados. Otro ejemplo: en información no saben cuándo entra o sale un enfermo.

En el Hospital Clínico, después de un exhaustivo reconocimiento, nos dijeron que nuestra madre «no tenía nada», salvo que se estaba' muriendo. Seguramente querían decir que no había a la sazón ningún cuadro clínico localizado -neumonía, infarto de miocardio, complicación renal, etcétera- que aconsejara la inmediata hospitalización. Sin embargo, la complicación, por supuesto, se presentó después. La gente, en última instancia, se muere por algo.

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Ahora viene la segunda parte. La enferma, claro es, murió, con la ayuda de todos. Pues bien, la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, SA, envió los servicios funerarios seis horas y media después de ser avisada. Explicación: problemas de tráfico y lluvia.

Fijado el traslado del cadáver a las 10. 15 horas, el coche fúnebre se presentó a las 11.15 - ¡una hora de retraso!- y el resto de los empleados llegaron unos minutos más tarde. Motivos: la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, SA, inconcebiblemente, había confundido el día de entierro./

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