Un dentista colombiano cree haber descubierto la causa del cáncer

Hace unos días, un doctor colombiano, desconocido para la mayoría de los españoles, aparecía en un espacio de la televisión y anunciaba que disponía de un remedio contra el cáncer. El doctor Alfredo Tobón suscitó inmediatamente el interés de decenas de enfermos que acudieron, primero, a un hotel madrileño donde el médico se había instalado y, más tarde, a un piso de la calle Fortuny donde abrió una consulta provisional. Inesperadamente, y mientras en algunos medios especulaban con la posibilidad de un secuestro, el doctor Tobón desapareció de Madrid, dejando a algún paciente a mitad de tratami...

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Hace unos días, un doctor colombiano, desconocido para la mayoría de los españoles, aparecía en un espacio de la televisión y anunciaba que disponía de un remedio contra el cáncer. El doctor Alfredo Tobón suscitó inmediatamente el interés de decenas de enfermos que acudieron, primero, a un hotel madrileño donde el médico se había instalado y, más tarde, a un piso de la calle Fortuny donde abrió una consulta provisional. Inesperadamente, y mientras en algunos medios especulaban con la posibilidad de un secuestro, el doctor Tobón desapareció de Madrid, dejando a algún paciente a mitad de tratamiento. La autora de este reportaje ha localizado al doctor Tobón en Sotillo de la Adrada (Avila), donde atiende a un paciente. El médico, que dice haber descubierto la causa del cáncer, afirma haber hecho su primera curación en 1958, pero no da una respuesta convincente cuando se le pregunta cómo, desde entonces, su método de curación no ha trascendido. El doctor Tobón se niega, por otra parte, a revelar cuáles son los productos que emplea.

El doctor Tobón está tan seguro de sus investigaciones y resultados que no tiene prisa porque los demás los reconozcan. «Yo sólo quiero curar a la gente que acude a mí». Tranquilo, recibe cientos de llamadas al día y a decenas de visitantes, mientras aclara que nadie le ha secuestrado, que está muy bien y que permanece en Sotillo, en casa de la familia Rodríguez, «por propia voluntad».Allí, prosigue el tratamiento del primer enfermo de cáncer que decidió ponerse en sus manos. La esposa del mismo nos cuenta el proceso: « El día 22 de junio nos llevamos a mi marido a Madrid aquejado de grandes molestias y dolores; el día 25 quedaba ingresado en una clínica, donde, tras múltiples pruebas, no consiguieron saber de dónde procedían dichas molestias. Trasladado a un importante hospital de la ciudad, procedieron a hacerle un chequeo completo, cuyo resultado fue un posible tumor, no muy bien localizado, y tan ramificado ya que se había convertido en una metástasis. Día a día fue empeorando: se le paralizaron las piernas, los intestinos... Los médicos que le atendían le desahuciaron y me dijeron que si quería, podía traérmelo a casa para que muriera en su cama. La familia estaba desesperada y habíamos agotado todas las posibilidades, pero un día, a través de un familiar, nos enteramos de que este doctor había salido en televisión afirmando curar el cáncer. En principio pensamos llamarle, pero luego decidimos conseguir su dirección e ir personalmente, puesto que llamadas recibiría miles. Toda la gente se volcó y finalmente dimos con él. Le hablamos del caso y se interesó por el mismo, afirmando que quería ver al enfermo. Así, vino con nosotros al hospital, y su único comentario fue: «Aún queda músculo donde pinchar».

«Estaba dispuesto a tratarle, pero necesitaba tres medicamentos, uno de los cuales había dejado de fabricarse y era muy difícil de encontrar. Inmediatamente nos pusimos en marcha hacia Andorra, mientras radioaficionados contactaban con Alemania, Inglaterra y Francia, y el servicio de socorro de RNE hacía un llamamiento cada poco tiempo. El día 13 de agosto llamaron de Córdoba comunicando que tenían un frasco. El día 14 se le puso la primera inyección, y horas después el enfermo sentía necesidad de estirar las piernas; con el segundo pinchazo pidió de comer, cuando hacía veinte días que no ingería alimento alguno. Desde el primer momento se le suprimieron todo tipo de calmantes, y hasta ese instante había estado tratado incluso con morfina. El día 19, los médicos le dieron el alta y felicitaron al doctor Tobón. Hoy, día 21, y tras la sexta inyección, ha comido normalmente y su convalecencia es la de cualquier enfermo leve».

El doctor Alfredo Tobón White, colombiano, odontólogo, por la Universidad de Medellín (Colombia), laureado por su tesis doctoral, ex profesor de universidad y autor de un libro titulado «Etiología electrocerebral», en el que expone sus investigaciones y conclusiones, dice tener explicaciones científicas para su tratamiento.

Pregunta. ¿Cómo comenzó a investigar las causas del cáncer?

Respuesta. Yo soy especialista en periodoncia (tratamiento de la piorrea alveolar), y un día descubrí que los dientes se aflojaban más durante el sueño porque se producían contracciones de los músculos de la masticación. Poco a poco, llegué a la conclusión de que la piorrea, igual que otras enfermedades que afecten a órganos o tejidos, procedía del sistema nervioso central. Esto lo publiqué en mi primer trabajo, en 1954, y desde entonces vengo investigando. Esta idea intuitiva, que colocaba a la bioelectricidad o bioenergética como base de las enfermedades, había que demostrarla. Para ello me vine a Europa en busca de unas drogas capaces de producir una descarga eléctrica, que normalizara el sistema bioeléctrico que el hombre posee en los hemisferios cerebrales y cuyo funcionamiento viene a ser como el de las baterías. La realidad de que por el cuerpo humano corría electricidad había sido ya descubierta por dos científicos ingleses que obtuvieron el Premio Nobel.

Una vez en mi país, me dediqué a investigar el efecto de esas drogas en el sistema nervioso, pero no logré el objetivo que me había propuesto: curar, mediante su utilización, las enfermedades de mis pacientes odontológicos. Lo cierto es que había empleado los medicamentos por separado, y recordando el tema de mi tesis, que versaba sobre la combinación de drogas para tratar dientes infectados y cuyo resultado era mucho más rápido que el tradicional, me volví hacia esta idea. Tengo que aclarar que dicha tesis fue laureada en 1945 por su originalidad. Sólo existía un problema: no podía ensayar esto en seres humanos, sino en animales, pero como yo tenía varias enfermedades, como insomnio, úlcera, hipertensión..., decidí experimentar en mí, uniendo tres de las drogas e inyectándome. Poco a poco comenzaron a desaparecer las citadas enfermedades, sin producir ningún trastorno secundario. Transcurridos unos siete años, y en vista de los resultados, resolví emplear el método con mis pacientes, una vez seguro de que la causa de todas las enfermedades, incluido el cáncer, era única: un desequilibrio de la bioelectricidad del cuerpo humano.

P. ¿Cuáles fueron los resultados de este tratamiento?

R. Como a mi consulta acudía gente que, además de la piorrea, tenía otras dolencias, tomé la decisión de hacer un historial clínico de cada uno de ellos, eligiendo un paciente de cada enfermedad para poder sustentar mi tesis. Así, pude curar el cáncer epitelial, muscular, sanguíneo..., lo mismo que la diabetes, epilepsia, artritis, impotencia sexual... Igualmente logré demostrar que las enfermedades mentales tenían su curación con los mismos medios.

P. ¿Cuándo se dio cuenta, concretamente, de que había hallado el medio de curar el cáncer?

R. Con motivo de la curación de una púrpura hemorrágica (cáncer de las plaquetas de la sangre), que hasta ese momento era incurable en todo el mundo.

P. ¿Cómo un hecho de esta magnitud no llegó rápidamente a todos los medios informativos?

R. Porque pedí a mis pacientes que no divulgaran el caso hasta que yo hubiera tenido la oportunidad de probar mi teoría en todas las enfermedades. El primer tratamiento data de 1958, y hasta la fecha el paciente no ha vuelto a tener problemas.

P. ¿Cuáles son los factores que inciden en que se produzca este desequilibrio bioeléctrico?

R. Hay miles de causas, por ejemplo, el uso de drogas hipnóticas, tranquilizantes, drogas alucinógenas y otros estimulantes como el alcohol y el tabaco. Todo esto, siempre que se abuse de los mismos. Igualmente son importantes causas del desequilibrio los excesos intelectuales, la contaminación atmosférica, los cambios bruscos de temperatura, el uso de aditivos químicos en la alimentación, los abonos que se utilizan, los plaguicidas, etcétera. El mejor modo de evitar tanto el cáncer como cualquier otra enfermedad, es una alimentación lo más natural posible y una vida que no viole las leyes de la naturaleza. Como preventivo se pueden utilizar las mismas inyecciones que lo curan, llamadas bioneuelectroprotónicas.

P. ¿Está usted dispuesto a proporcionar la fórmula curativa a otros médicos?

R. La fórmula no es nada más que la combinación exacta de tres drogas. Los nombres de las mismas no puedo darlos de momento y, además, existe el problema de que una de ellas, fabricada antes por laboratorios Bayer, ha dejado de hacerse y resulta absolutamente imprescindible. La dosificación de tales drogas, la frecuencia del tratamiento y las contraindicaciones sólo las conozco yo, pero más adelante estoy dispuesto a proporcionárselas a todo el mundo. Precisamente, yo he venido a Europa y a España para dar a conocer el método, pero hasta el momento, tanto en Inglaterra como en el resto de los países, no he podido hacer nada, pues los científicos y responsables de hospitales o centros de investigación están de vacaciones.

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