Cartas al director

Trasvase de niños

He observado que, en las casi angustiosas llamadas que se nos hacen desde la televisión para que ahorremos energía, se han olvidado de incluir la relativa al ahorro que, sin duda, haría el Estado con una racionalización del sistema de admisión en los centros escolares y, por tanto, del transporte escolar. Ni se menciona.Sucede que la proximidad, incluso inmediata, a los colegios -hablo de los nacionales- no es una razón que por sí misma determine la admisión del niño, como es norma en otros países. Aquí no nos .andamos con esos cuidados. Y así veo desde las ventanas de casa la puerta del coleg...

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He observado que, en las casi angustiosas llamadas que se nos hacen desde la televisión para que ahorremos energía, se han olvidado de incluir la relativa al ahorro que, sin duda, haría el Estado con una racionalización del sistema de admisión en los centros escolares y, por tanto, del transporte escolar. Ni se menciona.Sucede que la proximidad, incluso inmediata, a los colegios -hablo de los nacionales- no es una razón que por sí misma determine la admisión del niño, como es norma en otros países. Aquí no nos .andamos con esos cuidados. Y así veo desde las ventanas de casa la puerta del colegio Cardenal Herrera Oria y los autobuses que dejan niños ante ella, mientras mi hijo -2º de EGB-, que podría ir andando en tres minutos, tiene que tomar otro transporte escolar para ir al colegio en el que fue admitido. Lo mismo pasa con el centro escolar Carlos Arias Navarro, al que también podría ir el niño con sus propios pies. En ninguno de estos dos colegios, de proximidad inmediata a casa, le dieron plaza a mi hijo para el curso pasado, ni se la han dado para el venidero. Asistimos, pues, a un trasvase de niños de unos barrios a otros por medio del transporte escolar que paga el Ministerio de Educación. En otras palabras: si el niño vive aquí, lo llevamos allá, y si vive allá, lo traemos aquí. Parece cosa de locos, o lo que es peor, de tontos despilfarradores.

En tanto, centenares de autobuses de transporte escolar recorren llenos de niños las calles de Madrid, ocasionando molestias a todos, contaminación, riesgos para los pequeños y un derroche considerable de carburante. Es decir, del precioso producto que se nos pide que ahorremos. /

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