Fernando Belaunde, centrista, favorito ante las elecciones generales peruanas del domingo

Los militares peruanos, que en 1968 arrebataron el poder a Fernando Belaúnde, se verán en la nada airosa obligación de devolvérselo si, como dicen las encuestas, el derrocado político vence en las elecciones generales previstas para el próximo día 18. Los últimos sondeos de opinión atribuyen a Belaúnde, candidato del centrista Partido de Acción Popular, una notable ventaja sobre su más inmediato contrincante, Armando Villanueva, postulado por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), y heredero teórico del desaparecido Víctor Raúl Haya de la Torre.

Quince candidatos, represent...

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Los militares peruanos, que en 1968 arrebataron el poder a Fernando Belaúnde, se verán en la nada airosa obligación de devolvérselo si, como dicen las encuestas, el derrocado político vence en las elecciones generales previstas para el próximo día 18. Los últimos sondeos de opinión atribuyen a Belaúnde, candidato del centrista Partido de Acción Popular, una notable ventaja sobre su más inmediato contrincante, Armando Villanueva, postulado por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), y heredero teórico del desaparecido Víctor Raúl Haya de la Torre.

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Quince candidatos, representantes de otros tantos partidos o alianzas, aspiran a la presidencia de Perú, pero solamente dos, los citados Belaúnde y Villanueva, tienen posibilidades serias de alcanzar la victoria. Es posible, sin embargo, que ninguno de ellos alcance el 36% de los votos necesarios para la proclamación automática y que la decisión sobre el nombre del futuro jefe de Estado recaiga en el Parlamento. En este caso, el Partido Popular Cristiano, de Luis Bedoya, y las agrupaciones de izquierda jugarían un papel decisivo, ante la necesidad de establecer alianzas.Lo más significativo en el panorama preelectoral es, sin duda, el pobre espectáculo que ofrece la izquierda, dividida en decenas de grupúsculos y marcada por enfrentamientos y ambiciones personales. Existe coincidencia en señalar que estos sectores han perdido una verdadera ocasión histórica de convertirse en la más poderosa fuerza electoral del país.

La Alianza Revolucionaria de Izquierda (formada a principios del pasado mes de enero y quebrada tres semanas más tarde por divergencias entre sus principales dirigentes sobre quiénes deberían encabezar las listas electorales) acumulaba automáticamente más del 36% de los votos, sobre la base de los resultados de las elecciones constituyentes, celebradas en junio de 1978. Con la actual división, ni Hugo Blanco, ni Genaro Ledesma, los dos líderes más carismáticos de la izquierda, tienen la más mínima perspectiva de inquietar a los «grandes».

El electorado campesino, sin embargo, va a favorecer, indudablemente, a los partidos de izquierda, los únicos que han trabajado políticamente en este sector. La APRA, consciente de este hecho, ha tratado de atraerse, en las últimas semanas, los votos (más de un millón) de los analfabetos, con la promesa de asumir, si obtiene el triunfo, los planteamientos sindicales de la izquierda.

El mayor obstáculo de Armando Villanueva es que su postulación como candidato aprista fue el resultado de una fuerte división interna en el seno del partido, que perdió su cohesión con la muerte de Haya de la Torre, el pasado mes de agosto. Los sectores progresista y conservador de la APRA se disputaron la hegemonía, y al final vencieron los primeros. Pero los seguidores de Andrés Townsend no parecen haber aceptado, sin más, su marginación, y es posible que muchos de ellos ofrezcan sus votos al candidato del Partido Popular Cristiano, Luis Bedoya, o al mismo Fernando Belaúnde. La nacionalidad chilena de la esposa de Armando Villanueva se apunta también como una razón que reste votos al candidato aprista.

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Fernando Belaúnde deberá alejar de su imagen política la fama, acumulada durante su mandato presidencial, entre 1963 y 1968, de colaboracionista abierto con los planteamientos estratégicos que, en ese tiempo, había establecido Estados Unidos. Aun así, las encuestas revelan que entre el electorado urbano, entre las clases medias y en algunos sectores profesionales e intelectuales Belaúnde es considerado como la persona más capaz de conducir, en la hora presente, los destinos de Perú, después de una experiencia militar muy peculiar en sus inicios y desnaturalizada después.

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