Green Peace niega su participación en el hundimiento de los balleneros vigueses

La organización ecologista Green Peace (Paz Verde) desmintió ayer a EL PAÍS que este grupo pudiera estar relacionado con las explosiones que hundieron el pasado domingo dos balleneros en el muelle comercial de Marín (Vigo). Según un portavoz de Green Peace, esta organización sólo utiliza procedimientos no violentos en su lucha por salvar a las ballenas en peligro de extinción.

Por otra parte, también han rectificado la información aparecida ayer en este diario, en la que se afirmaba que Paul Watson era dirigente de Green Peace. Watson pertenece a otro grupo ecologista canadiense denomin...

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La organización ecologista Green Peace (Paz Verde) desmintió ayer a EL PAÍS que este grupo pudiera estar relacionado con las explosiones que hundieron el pasado domingo dos balleneros en el muelle comercial de Marín (Vigo). Según un portavoz de Green Peace, esta organización sólo utiliza procedimientos no violentos en su lucha por salvar a las ballenas en peligro de extinción.

Por otra parte, también han rectificado la información aparecida ayer en este diario, en la que se afirmaba que Paul Watson era dirigente de Green Peace. Watson pertenece a otro grupo ecologista canadiense denominado Animals Welfare, que no tiene nada que ver con Green Peace, aunque ambas organizaciones se dedican a defender las ballenas. Ellos fueron los que a mediados del pasado año abordaron el ballenero pirata Sierra, averiándolo. Posteriormente, el Sierra se hundió misteriosamente en Lisboa, al explotar una bomba en su interior. En opinión de los ecologistas, el hundimiento de aquel buque sólo podía favorecer a sus propietarios, para cobrar la prima del seguro.Sobre el hundimiento de los buques balleneros gallegos Ibsa I e Ibsa H, pertenecientes a la flota ballenera de Juan Massó, los ecologistas han comentado que no sabían quién puede haber sido el responsable de esta acción terrorista, pero que quien sale beneficiado de la misma es el propietario de los buques.

La Comisión Internacional Ballenera, en la que España ingresó el año pasado, ha impuesto a España una cuota de 143 ballenas, mientras que los cinco buques que tenía Massó venían cazando cada año más de cuatrocientas. «De tener que someterse al cupo de esta organización internacional, a la flota de Massó le sobran balleneros, buques que, por otra parte, no sirven para otro tipo de pesca». «Lo mejor que podía pasarle a Massó», comentan los ecologistas, «es que precisamente se le hundieran ahora dos buques y le pagarán por ello».

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