Cartas al director

Matar policías

Acaban de asesinar a un hombre, fríamente, esperándole agazapados en una esquina, a la salida de misa, por la espalda, con un tiro en la nuca.Conocía, desde hace años, a Eugenio Lázaro Valle, jefe de la Policía Municipal de Vitoria, a través de los seminarios de estudios de Administración donde demostró su capacidad aportando sus conocimientos en una reforma de la Policía Municipal que la hizo más eficiente, moderna y profesional. No hace muchas semanas estuvo en Mallorca, reciente el asesinato del comandante del cuerpo de millones (policía autóctona alavesa); se sentía extraño en su tierra, c...

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Acaban de asesinar a un hombre, fríamente, esperándole agazapados en una esquina, a la salida de misa, por la espalda, con un tiro en la nuca.Conocía, desde hace años, a Eugenio Lázaro Valle, jefe de la Policía Municipal de Vitoria, a través de los seminarios de estudios de Administración donde demostró su capacidad aportando sus conocimientos en una reforma de la Policía Municipal que la hizo más eficiente, moderna y profesional. No hace muchas semanas estuvo en Mallorca, reciente el asesinato del comandante del cuerpo de millones (policía autóctona alavesa); se sentía extraño en su tierra, condenado por la alevosa estrategia de ETA, que ha transformado en asesinos a parte de la juventud vasca.

Lázaro era un profesional dentro de un cuerpo de seguridad ciudadana sin misiones de orden público. No era un «cuerpo represivo maketo». ¡Qué mas da! La dialéctica leninista, unida a la de ciertas sacristías, tiene argumentos suficientes para seleccionar a quiénes hay que matar. En el extremo opuesto, nuestro Parlamentc tuvo argumentos para abolir la pena de muerte del Código. Y entre Ics dos extremos, indefensos, los asesinados.

Me pierdo en ese frío mundo de las especulaciones, que comenzó en 1980, cuando las editoriales optimistas vaticinaban que se enfundarían las metralleras y finalizaría el siniestro desfile de pistoleros enniascarados, porque algo nuevo había surgido: autonomía, Gobierno vasco, leyes propias, bandera, parlamentos locales, etcétera. Por eso no encuentro justificación -si es que el crimen lo tiene- al asesinato de Eugenio Lázaro, otro más de la lista pendiente, y que para mí descalifica a un pueblo ante la historia moderna. Unos, por no saber terminarcon el crimen, y otros, por alentarlo y cobijarlo, están retrocediendo siglos en la historia de la civilización del pueblo vasco.

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No creo que esté dramatizando; la lectura diaria nos es suficiente. Y es doloroso leer el asesinato de un hombre, un amigo: alevosamente, por la espalda, a la salida de la misa ,dominical, en estos tiempos donde ni se va a misa ni se lucha cara a cara. / (ex jefe de la Policía Municipal de ).

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