La Conferencia de Madrid

«(...) ¿Existe un interés español objetivamente discernible del de los demás miembros de la Conferencia? y, de existir, ¿corresponde sólo a nuestra posición de anfitriones? Creemos que sí, que efectivamente existe un interés español bien diferenciado, tanto por ser Madrid sede de la Conferencia como por nuestra peculiar inserción en la comunidad occidental: por nexos bilaterales con Estados Unidos y por nuestras expectativas de vinculación multilateral con los países miembros de la CEE.Atengámonos a lo primero, a cuanto de interés se nos deriva pornuestra condición de anfitriones. En este ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

«(...) ¿Existe un interés español objetivamente discernible del de los demás miembros de la Conferencia? y, de existir, ¿corresponde sólo a nuestra posición de anfitriones? Creemos que sí, que efectivamente existe un interés español bien diferenciado, tanto por ser Madrid sede de la Conferencia como por nuestra peculiar inserción en la comunidad occidental: por nexos bilaterales con Estados Unidos y por nuestras expectativas de vinculación multilateral con los países miembros de la CEE.Atengámonos a lo primero, a cuanto de interés se nos deriva pornuestra condición de anfitriones. En este sentido, entendemos que dos cosas por lo menos están bastante claras: la conveniencia de que el encuentro se celebre, independientemente de que se obtenga para la distensión, y la oportunidad de que la Conferencia se reúna precisamente en Madrid, y no en París, por ejemplo... De ser Francia la anfitriona, no estaría siendo la diplomacia gala tan pródiga en remilgos sobre la oportunidad del acontecimiento en las fechas previstas. ( ... )

A menos de un año vista de la Conferencia de Madrid, los soviéticos hacen dos aportaciones de insustituible valor para medir las tragaderas, la capacidad de transigencia occidental: se autojalean, desafiantes, mirando al tendido internacional, con el confinamiento de Sajarov, por si alguna duda quedara sobre qué no están dispuestos a admitir en lo concerniente a derechos humanos; desafían también, poniéndose al mundo por montera, con la invasión de Afganistán. Y cooperan así a la inseguridad europea, alzando la bota sobre el golfo Arábigo y el entero mañana del petróleo que alimenta el motor industrial del mundo libre.

Dicen entonces algunos: hay que salvar la distensión, hay que hacer cuanto sea preciso para ello. Por ejemplo, aplazar o suspender la Conferencia de Madrid, pues sólo serviría ésta para que los soviéticos quedaran reducidos al papel de villano de la película y para que los norteamericanos se resarcieran, verbalmente al menos, de sus últimas frustaciones nacionales. ¿Debemós los españoles suscribir esa dialéctica de cautelas y cuidados, tal como pudieran hacerlo cualesquiera europeos sin las responsabilidades y sin las posibilidades diplomáticas que se nos ofrecen como anfitriones? Creemos que no. Entendemos que en ningún caso nos corresponde suscribir de principio ninguna iniciativa de suspensión o de aplazamiento. Lo cual es cosa muy distinta, naturalmente, de la aceptación o endoso a que estaríamos obligados si las demás partes, por mayoría, decidieran acordar la demora del encuentro. ( ... )»

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

8 de abril

Archivado En