La URSS endurece la represión contra los disidentes

Las autoridades soviéticas parecen decididas a asestar un golpe poderoso contra la contestación política en el interior de la URSS. Tras las medidas contra el premio Nobel Andrei Sajarov, ayer le llegó el turno a Lev Kopelev, de 67 años, ex comandante del Ejército y crítico literario, que fue acusado de «pasar información a Occidente» a través de sus contactos con periodistas en su apartamento de Moscú.Kopelev fue expulsado de la Unión de Escritores en 1977, y su libro autobiográfico Consérvese a perpetuidad está traducido al castellano.

Los ataques del órgano del PCUS en la Repú...

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Las autoridades soviéticas parecen decididas a asestar un golpe poderoso contra la contestación política en el interior de la URSS. Tras las medidas contra el premio Nobel Andrei Sajarov, ayer le llegó el turno a Lev Kopelev, de 67 años, ex comandante del Ejército y crítico literario, que fue acusado de «pasar información a Occidente» a través de sus contactos con periodistas en su apartamento de Moscú.Kopelev fue expulsado de la Unión de Escritores en 1977, y su libro autobiográfico Consérvese a perpetuidad está traducido al castellano.

Los ataques del órgano del PCUS en la República de Rusia, Sovietskaya Rossia, contra Kopelev indican, en opinión de expertos, un próximo procesamiento contra Kopelev o su deportación. Con Sajarov fuera de Moscú y Kopelev encarcelado, la oposición rusa encontraría dificultades para informar a la prensa occidental en Moscú, una vez que las cabezas visibles de la disidencia, como Yuri Orlov o Anatoli Charanski, se encuentran ya en campos de trabajo o prisión.

Por su parte, Sajarov recibió recientemente en su casa de Gorki dos amenazas de muerte de «dos hombres que se hicieron pasar por obreros borrachos», según declaraciones de la esposa del académico, Elena Bonner. En su informe, Sajarov atribuye estos actos a la policía política, KGB, y su esposa afirmó que se ha redoblado su vigilancia, habiendo hombres armados dentro y fuera del apartamento de Gorki.

Por su parte, tres destacados disidentes del exterior, Vladimir Bukovski, Leónidas Pliutch y Natalia Gorvanevskaya, criticaron en Roma la falta de unanimidad occidental para boicotear los Juegos de Moscú. «Tal medida», afirmaron, mostraría al Kremlin que no se permitirá su política aventurista y la falta de debilidad de Occidente.» Los tres fueron invitados por la Asociación Cultural del Partido Socialista italiano (PSI) y estuvieron acompañados del disidente italo-checoslovaco Jiri Pelikan, diputado en el Parlamento Europeo.

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