Cheque escolar

«EL PAÍS nos ha sorprendido con un editorial en defensa del cheque escolar -que es la teoría del Gobierno- y con una batería de amonestaciones a la izquierda por no haber sido capaz de ver que en sus ataques a la enseñanza privada arrastra a toda iniciativa laica y progresista de renovación pedagógica no estatal. Un editorial de corte liberal y, tal vez inconscientemente, defensor de los colegios caros.Lástima que lo haga utilizando un argumento falso que le sirve para mantener esa manía posfranquista de seguir mirando hacia atrás y atacar a la Iglesia a tiempo y a destiempo. Ese argumento fal...

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«EL PAÍS nos ha sorprendido con un editorial en defensa del cheque escolar -que es la teoría del Gobierno- y con una batería de amonestaciones a la izquierda por no haber sido capaz de ver que en sus ataques a la enseñanza privada arrastra a toda iniciativa laica y progresista de renovación pedagógica no estatal. Un editorial de corte liberal y, tal vez inconscientemente, defensor de los colegios caros.Lástima que lo haga utilizando un argumento falso que le sirve para mantener esa manía posfranquista de seguir mirando hacia atrás y atacar a la Iglesia a tiempo y a destiempo. Ese argumento falso consiste en afirmar que lo que la izquierda tendría que procurar es que,se supere la discriminación -que dice el diario que se produce a favor de las escuelas de la Iglesia- en el reparto de subvenciones. Todo el mundo sabe que tal discriminación no existe, ya que hace muchos años que las subvenciones se adjudican a cualquier escuela privada que reúna los requisitos legales establecidos, sea la escuela de pendiente de religiosos o de seglares.

Nosotros, que defendemos hace también mucho tiempo la tesis de que España necesita mirar hacia el futuro más que hacia el pasado, creemos que ya es hora de establecer en España una libertad cívica de enseñanza que sirva para toda la sociedad y que no haga de la Iglesia un caso aparte; porque estamos convencidos de que se trata de un derecho con fundamento cívico, válido para todos y no sólo para una confesión religiosa, sea cual fuere. En esa línea hemos escrito innumerables veces. Sólo hace falta querer leerlo y añadir ese margen de confianza en las intenciones que otros reclaman para sí, pero que jamás otorgan. En cuanto a los errores del pasado, nos vendría muy bien liberarnos de los tópicos y confiar su estudio a historiadores honestos que digan toda la verdad, como una especie de catarsis que consiga despejar el largo camino que tenemos por delante.»

, 22 de diciembre

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