Satisfacción soviética en el congreso del PC rumano

El telegrama de felicitación soviético al XII Congreso del PC rumano, que finalizó el viernes, fue especialmente explícito: «...Nuestra plena aprobación a la política interior y exterior del PCR.» La reelección de Ceaucescu con el incidente menor de la desaprobación del diputado Pirvulescu, el culto a la personalidad, claramente traspasado a Elena Ceaucescu, y la definición de tina política exterior independiente, así como los pequeños y seguros pasos de desarrollo económico, marcan un congreso que fue paréntesis en un camino político lineal.El informe económico presentado por Nicolae C...

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El telegrama de felicitación soviético al XII Congreso del PC rumano, que finalizó el viernes, fue especialmente explícito: «...Nuestra plena aprobación a la política interior y exterior del PCR.» La reelección de Ceaucescu con el incidente menor de la desaprobación del diputado Pirvulescu, el culto a la personalidad, claramente traspasado a Elena Ceaucescu, y la definición de tina política exterior independiente, así como los pequeños y seguros pasos de desarrollo económico, marcan un congreso que fue paréntesis en un camino político lineal.El informe económico presentado por Nicolae Ceaucescu el pasado lunes no ha hecho sino confirmar el lento, pero seguro desarrollo de la sociedad rumana. Con gran pragmatismo se anunciaron los índices previstos para el quinquenio 1981-85, entre un 9% y 10% de aumento industrial, un 7% de productividad laboral y un 4% de elevación de la renta nacional. La inflación se colocaría en el 2%.

Naturalmente, el capítulo más importante fue las líneas de la política exterior independiente y de equilibrio rumana, que tuvo reflejo en las representaciones en el Congreso. El mongol chino Ulanhu, miembro del Buró Político, representó a la República Popular, por primera vez desde 1962. Por parte soviética, asistió el más octogenario de los dirigentes del Kremlin, Arvid Pelche. Puede decirse que ambos hombres representan lo mismo, a nivel de fuerza política, dentro de sus respectivos partidos.

Si Ceaucescu insistió, en una alusión velada a la URSS, de que cualquier Estado debe abstenerse de interferirse militarmente en los asuntos de otro, aun siendo del mismo bloque político- militar, hizo, sin embargo, una aclaración que en ningún caso desagradaría a Moscú: la necesidad de que ningún bloque, OTAN o Pacto de Varsovia, «aliste nuevos Estados». Tampoco ninguna mención a que se discuta el tercer texto del Acta de Helsinki (derechos humanos y libre circulación de ideas) en la próxima conferencia europea de Madrid, punto compartido por el señor Gromiko.

Durante la visita de Nicolae Ceaucescu en Madrid, el pasado mes de mayo, una alta fuente del PC español comentó: «El desarrollo seguro de Rumania tiene la contrapartida de un régimen que roza la dictadura. »

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