Lidia Gueiler desplaza de la presidencia boliviana al coronel Natusch

El Ejército boliviano ha sacrificado al coronel Alberto Natusch, cabecilla del sangriento golpe de Estado del 1 de noviembre y resistido desde entonces por el pueblo de Bolivia, los partidos políticos y los sindicatos. Lidia Grueffier, presidenta del Congreso, se ha convertido en presidenta constitucional interina hasta el 6 de agosto del año próximo. La decisión ded Congreso pone fin provisionalmente a la gravísinia crisis vivida por este país.

A cambio de esta aparente recuperación de su soberanía, el Par lamento ha revocado el mandato de Walter Guevara Arze, hasta anoche jefe también...

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El Ejército boliviano ha sacrificado al coronel Alberto Natusch, cabecilla del sangriento golpe de Estado del 1 de noviembre y resistido desde entonces por el pueblo de Bolivia, los partidos políticos y los sindicatos. Lidia Grueffier, presidenta del Congreso, se ha convertido en presidenta constitucional interina hasta el 6 de agosto del año próximo. La decisión ded Congreso pone fin provisionalmente a la gravísinia crisis vivida por este país.

A cambio de esta aparente recuperación de su soberanía, el Par lamento ha revocado el mandato de Walter Guevara Arze, hasta anoche jefe también interino del Estado boliviano. Fuerzas armadas y Congreso habían llegado ayer a un acuerdo para intercambiar las «cabezas» de Walter Guevara y Alberto Natusch.El Congreso aprobó por unanimidad a la una de la madruga da la moción previamente pactada, por la que se designaba a la señora Gueiler, de 53 años, presidenta interina de la República con todas las atribuciones propias del cargo, entre ellas, la de designar un nuevo Gobierno.

Una propuesta del partido de rechista Alianza Democrática Nacional (ADN), de Hugo Banzer, para formar un Gobierno con el Ejército, fue desestimada. Lo mismo sucedió con una iniciativa del Partido Socialista, de Marcelo Quiroga Santa Cruz, en la que se pedía «el procesamiento del alto mando de las fuerzas armada implicado en el golpe militar».

Con la caída del coronel Natusch y la recuperación de su soberanía por parte del poder legislativo se abre un paréntesis en la crisis boliviana provocada por el golpe de Estado. El alcance de la presencia militar en el próximo Gabinete, o su grado de intervención y poder, son las primeras y más relevantes incógnitas de la nueva situación.

El autoproclamado presidente Natusch había convocado a los periodistas extranjeros a mediodía para desmentir su renuncia al poder. Natusch, visiblemente descompuesto y con aire insomne, leyó una enigmática declaración sin ninguna referencia a su futuro, en la que se reite raba la «vigencia del proyecto político del 1 de noviembre, al margen de los factores del poder, siempre circunstanciales y pasajeros».

Esta frase se interpretó como el reconocimiento de que su suerte estaba echada.

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La total resistencia civil al último golpe boliviano, unida a la hostilidad internacional, impidieron la consolidación del Gobierno golpista. En los últimos días había comenzado a resquebrajarse también la llamada «monolítica» unidad de los militares. Numerosos mandos castenses se pronunciaron contra el coronel Natusch, otros fúeron detenidos y algunos pasaron a la clandestinidad.

Recuperación de la legitimidad parlamentaria

Lidia Gueiler es la sucesora de Walter Guevara en el orden fijado por la Constitución. La unanimidad parlamentaria en su designación refleja, antes que su popularidad, la voluntad del Congreso de recuperar en la persona de su presidenta la legitimidad que le fue arrebatada por los tanques hace dieciséis días.

La señora Gueiler, divorciada tres veces, tiene largo historial de militancia política. La nueva mandataria boliviana fue secretaria privada del tres veces presidente de la República, Víctor Paz Estenssoro. Ocupó luego un lugar destacado en la revolución estenssorist,a de 1952, en la que se nadorializó la gran minería, se hizo la reforma agraria y se instaurá el sufragio universal.

En 1963, Lidia Gueiler se apartó del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), de Víctor Paz, para fundar un partido izquierdista con el dirigente sindical Juan Lechín. Este mismo año de 1979 se reintegró al MNR, tras una decisión de su último partido.

El adiós de Guevara

El ex presidente constitucional Walter Guevara hizo ayer un postrer intento para reivindicar su cargo.

Guevara dijo en La Paz que el Parlamento sería «responsable» si decidía su eliminación de la escena política, pero su comparecencia ante los periodistas tenía el sello de quien se considera un perdedor.

Descartada la, formación de un triunvirato de Gobierno -como lo querían las fuerzas, armadas-, tras la retirada el jueves de las conversaciones por parte de la Central Obrera Bolviana, el Parlamento sólo tenla abiertas dos opciones: la designación de Lidia Gueiler corno presidenta, solución constitucional, o la aceptación de un cogobierno con los militares, que habría legitimado el golpe del coronel Natusch.

En las prolongadas negociaciones entre militares y parlamentarios que precedieron a la decisión de ayer, los representantes castrenses hicieron cuestión de principio la revolución del mandato del presidente Guevara, persona no grata al Ejército. El momentáneo desenlace de la crisis boliviana fue recibido anoche en La Paz con una mezcla de alegría y profundo escepticismo. En opinión de muchos, la solución encontrada es tan provisional como la que elevó al poder al presidente Guevara hace tres meses, y abre más interrogantes de los que cierra. El fundamental es que el poder militar que organizó y apoyó la semana sangrienta permanece intacto.

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