El Ejército, acuartelado en Colombia

El Alto Mando militar colombiano ordenó ayer el acuartelamiento de sus tropas, en un esfuerzo por contener los desórdenes originados por un paro inesperado de los servicios de transporte urbano ocurrido en la noche del jueves en Bogotá. Según dijo un portavoz de la brigada militar, el jueves se registraron aislados disturbios que provocaron enfrentamientos entre revoltosos y la fuerza pública, en los que cien personas fueron detenidas.Las constantes paradojas políticas que componen el paisaje de Latinoamérica ofrecen en estos días en Colombia una nueva prueba de su existencia. Mientras regímen...

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El Alto Mando militar colombiano ordenó ayer el acuartelamiento de sus tropas, en un esfuerzo por contener los desórdenes originados por un paro inesperado de los servicios de transporte urbano ocurrido en la noche del jueves en Bogotá. Según dijo un portavoz de la brigada militar, el jueves se registraron aislados disturbios que provocaron enfrentamientos entre revoltosos y la fuerza pública, en los que cien personas fueron detenidas.Las constantes paradojas políticas que componen el paisaje de Latinoamérica ofrecen en estos días en Colombia una nueva prueba de su existencia. Mientras regímenes militares tradicionales del continente, como Ecuador, Bolivia o Perú, hacen esfuerzos, a veces coronados por el éxito, para retomar a sistemas democráticos de convivencia, la democracia colombiana, una de las de más rancia solera en toda esta región, se ve seriamente amenazada por la agitación social y el ruido de sables que ésta provoca.

La situación en este país andino se hace cada día más peligrosa. La incapacidad del Gobierno del presidente Turbay Ayala para controlar una crisis económica creciente, que ni siquiera la bonanza cafetalera consigue disimular, ha provocado un crecimiento sin procedentes de las protestas laborales y estudiantiles. Desde hace más de tres semanas, los enfrentamientos entre el Ejército y manifestantes son constantes. Cuatro ciudades importantes del país: Santa Marta, Cali, Neiva y Medellín, escenario de los más duros choques, permanecen bajo control militar.

Estudiantes y trabajadores protestan por los aumentos en el precio de los transportes (dos en menos de un mes, con un incremento del 35%) y de otros artículos de primera necesidad, como la leche, mientras los salarios permanecen congelados. Y las autoridades nacionales aseguran que la presente agitación social forma parte de un plan cuidadosamente elaborado por organizaciones extremistas, que buscan desestabilizar al Gobierno liberal de Turbay y provocar la intervención militar. Dicho plan incluiría la concentración de más de tres millones de obreros de todo el país en Bogotá, el próximo 14 de septiembre, para conmemorar el primer aniversario de la huelga general, que arrojó un saldo de veinte muertos en los violentos disturbios de Bogotá.

Los incidentes callejeros y la actividad de los movimientos guerrilleros colombianos, especialmente activos desde la toma de posesión del actualjefe del Estado, el pasado año, han producido un evidente clima de nerviosismo entre los militares de dicho país. En fecha reciente, el comandante en jefe del Ejército, general Jorge Robledo, llegó a exigir la dimisión y el pase a la reserva del actual ministro de Defensa, general Luis Carlos Camacho, a quien se acusaba de «blandura» en la represión de la agitación laboral y estudiantil y en la persecución de las guerrillas.

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