Un ascensión irresistible

La señora Veil apenas era conocida por sus conciudadanos en 1974, cuando Giscard la hizo ministra de la Salud. Pero pocos meses después, los sondeos de popularidad la colocaron en el primer puesto entre todas las personalidades políticas del país, y ya nunca abandonó este maillot amarillo que, sin duda, influyó para que esta «giscardiana en cuerpo y alma» se convirtiera en la preferida del presidente francés para desbrozarle el camino de su dimensión reformista. La señora Veil, «lúcida, rigurosa, auténtica y entera», según sus panegiristas, pasará a la historia de la Francia moderna por haber ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La señora Veil apenas era conocida por sus conciudadanos en 1974, cuando Giscard la hizo ministra de la Salud. Pero pocos meses después, los sondeos de popularidad la colocaron en el primer puesto entre todas las personalidades políticas del país, y ya nunca abandonó este maillot amarillo que, sin duda, influyó para que esta «giscardiana en cuerpo y alma» se convirtiera en la preferida del presidente francés para desbrozarle el camino de su dimensión reformista. La señora Veil, «lúcida, rigurosa, auténtica y entera», según sus panegiristas, pasará a la historia de la Francia moderna por haber apadrinado la liberación de la contracepción y, sobre todo, por la llamada «ley Veil», que, va a hacer cinco años autorizó el aborto en Francia.Simone Veil, una mujer menuda, de 52 años, ojos verdes, francesa de Niza y ministra de la Salud hasta el pasado día 4, es abogada, madre de familia y reputada jurista.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En