El catedrático Negri, acusado formalmente por la justicia italiana de ordenar el secuestro de Moro

Ayer tuvo lugar el primer interrogatorio del catedrático de Padua y de la Sorbona Antonio Negri, y duró siete horas. Se llevó a cabo en la cárcel de Rebibbia, de Roma, con la participación de los jueces Francesco Amato y Guido Guasco, y los abogados defensores Giuliano Spazzali y Francesco Piscopo, que vinieron exprofeso de Milán. Se trata de dos jóvenes abogados pertenecientes al grupo de Autonomía Obrera. Los jueces iniciaron el interrogatorio leyendo, por fin, públicamente, las diez páginas de la orden de detención firmada el 6 de abril por el magistrado romano Achille Gallucci.

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Ayer tuvo lugar el primer interrogatorio del catedrático de Padua y de la Sorbona Antonio Negri, y duró siete horas. Se llevó a cabo en la cárcel de Rebibbia, de Roma, con la participación de los jueces Francesco Amato y Guido Guasco, y los abogados defensores Giuliano Spazzali y Francesco Piscopo, que vinieron exprofeso de Milán. Se trata de dos jóvenes abogados pertenecientes al grupo de Autonomía Obrera. Los jueces iniciaron el interrogatorio leyendo, por fin, públicamente, las diez páginas de la orden de detención firmada el 6 de abril por el magistrado romano Achille Gallucci.

Hoy, pues, la opinión pública puede saber quién es Antonio Negri para los acusadores. El famoso ideólogo, conocido hasta ayer como uno de los expertos mundiales de marxismo y un finísimo teórico de la teoría jurídica del Estado, casado con una arquitecta riquísima y padre de dos niños, ha sido acusado formalmente por los jueces romanos y de Padua nada menos que de diecinueve cargos: ser uno de los cerebros de las Brigadas Rojas, pretender destruir las instituciones democráticas del Estado, decidir, organizar y ordenar el secuestro de Aldo Moro, y la matanza de los cinco agentes de su escolta y, al mismo tiempo, dirigir los 55 días de prisión del líder político y que, finalmente, le condenó a muerte.La lectura de las diez páginas de la acusación son' escalofriantes para quienes han conocido a Negri como uno de los intelectuales más prestigiosos de la izquierda revolucionaria italiana y con renombre internacional. Las acusaciones son de asesinato múltiple, secuestro de persona, asociación subversiva, insurrección arraada contra el Estado.

Los motivos de la acusación se resumen en una página, y se definen «suficientes indicios de culpabil.ldad». Estos indicios pueden condensarse en cinco puntos: dos investigaciones de la policía política de Padua y Roma, del 2 y del 4 de abril; las formulaciones ideológicas difundidas por Negri desde 1971 incitando a la insurrección, relieve que estas tomas de postura han tenido en los comunicados y opúsculos de las Brigadas Rojas y de otras organizaciones terroristas que las han aceptado sustancialmente; elementos de prueba que señalan a Negri como el brigadista que telefoneó a casa de Moro para anunciar su condena a muerte; la importancia de: una declaración de Negri en la cual afirma que «nuestro empeño principal es el de poner en marcha todos los mecanismos necesarios que permitan a la organización realizar la insurrección contra los poderes del Estado».

Por su parte, los abogados de Negri mantuvieron ayer una conferencia de prensa. Después de haber reconocido que el interro atorio se está desarrollando con gran seriedad y que el catedrático se ha esforzado en aclarar su posición ideológica «diametralmente opuesta a la de las Brigadas Rojas », han dicho que «esperan con impaciencia que los jueces pongan sobre el tapete las famosas pruebas que contienen acusaciones tan graves que hacen de Negri "un verdadero monstruo del terrorismo internacional"».

Según la defensa de Negri, se intenta crear un nuevo «caso Valpreda», buscar una cabeza de turco ante unas elecciones políticas, en las cuales el PCI y la DC intentan monopolizar todo el poder marginando o anulando toda verdadera oposición.

Mientras tanto, se ha sabido que uno de los cinco personajes en rebeldía acusados junto a Negri es el famoso poeta de vanguardia Nanni Balestrini, de 43 años de edad. Después de haber fundado varias revistas y publicado varios libros de poesía experimental, se estaba ocupando de una nueva revista, Alphabeta, que tenía que salir el 25 próximo con la colaboración de Paolo Volponi, María Corti y Umberto Eco.

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