La historia de un desaire diplomático

Durante el mandato de Luis Echeverría, las relaciones entre Estados Unidos y México llegaron a ser, en algunos momentos, frías y distantes. Con López Portillo pueden llegar a ser heladas.Cuando el presidente norteamericano llegó el pasado miércoles al aeropuerto internacional de la capital azteca, la única mano que Jimmy Carter pudo estrechar al pie del avión fue la de su embajador en México, Patrick Lucey.

En contra de toda norma diplomática para una visita de Estado, el presidente mexicano López Portillo prefirió que fuera Carter quien acudiera a saludarle en lugar de, como buen anfit...

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Durante el mandato de Luis Echeverría, las relaciones entre Estados Unidos y México llegaron a ser, en algunos momentos, frías y distantes. Con López Portillo pueden llegar a ser heladas.Cuando el presidente norteamericano llegó el pasado miércoles al aeropuerto internacional de la capital azteca, la única mano que Jimmy Carter pudo estrechar al pie del avión fue la de su embajador en México, Patrick Lucey.

En contra de toda norma diplomática para una visita de Estado, el presidente mexicano López Portillo prefirió que fuera Carter quien acudiera a saludarle en lugar de, como buen anfitrión, presentarse al pie de la escalerilla del avión. Carter, de esta forma, tuvo que andar más de la mitad de la alfombra roja instalada en el aeropuerto antes de estrechar la mano de Portillo, que no dio un paso para acercarse a su invitado.

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Luego vinieron las palabras y las exigencias mexicanas de «respeto y recíproca dignidad». Y como contrapartida, la referencia de Carter a los males gástricos en México. El caso es que, pese a los enormes problemas que siempre han caracterizado las relaciones entre los dos vecinos norteamericanos, nunca se habían pronunciado palabras tan fuertes a nivel de jefes de Estado. Como dijo un periodista norteamericano: «Puede que esta vez el discurso de Carter lo haya hecho Woody Allen.»

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