Cartas al director

Disciplina militar

Tengo 38 años y, profundamente liberal en todos los órdenes, me doy perfecta cuenta del esfuerzo, en tiempo, dinero, consensos, etcétera, que nos ha costado llegar a tener una Constitución para todos.Parte de la actual familia militar, que por supuesto votaría «no» cuando como ciudadanos fueron consultados, parece no sólo no querer resignarse, acatar, obedecer a una situación en la que se encuentran en franca minoría, sino que llega a provocaciones, manifestaciones públicas, ofensa a las instituciones, a los superiores, al propio pueblo, a sus símbolos regionales, a los profesionales de la het...

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Tengo 38 años y, profundamente liberal en todos los órdenes, me doy perfecta cuenta del esfuerzo, en tiempo, dinero, consensos, etcétera, que nos ha costado llegar a tener una Constitución para todos.Parte de la actual familia militar, que por supuesto votaría «no» cuando como ciudadanos fueron consultados, parece no sólo no querer resignarse, acatar, obedecer a una situación en la que se encuentran en franca minoría, sino que llega a provocaciones, manifestaciones públicas, ofensa a las instituciones, a los superiores, al propio pueblo, a sus símbolos regionales, a los profesionales de la heterogénea prensa que cubren sus informaciones. Es decir, en esta ocasión, y ya no es la primera, algunos de estos señores, perfectamente identificables, han provocado e incitado al pueblo a casi una sublevación contra el poder legalmente constituido y que los civiles de toda ideología, con mayor sentido cívico y de responsabilidad e ilusión de futuro, aceptamos.

Se ha insultado y ofendido grave y públicamente a la persona que, excepto el Rey, como jefe supremo de todos los Ejércitos, dirige y gobierna a todos los estamentos militares; no vale en esta o futuras ocasiones que un Gobierno ya prácticamente dimitido por las generales y sin apoyo de un Parlamento actualmente inexistente respalde y cierre filas en torno al ofendido; los civiles sí podemos ser escépticos ante esas posiciones morales si no se toman verdaderas medidas drásticas que atajen este incipiente cáncer de la indisciplina y de la más elemental educación y sentido cívico.

Por ello, si el teniente general ofendido, al que admiro y respeto, no toma en nombre del pueblo las enérgicas medidas de que dispone la clase militar para estas ocasiones, no me queda más remedio que acudir desde aquí, respetuosamente, al Rey de todos los españoles, como hermano mayor y jefe supremo de todos los Ejércitos y fuerzas de la nación y pedirle que nos ampare a todos por igual, que haga «ponerse firmes» a los nostálgicos que irresponsablemente montan numeritos públicos en la calle para que, en definitiva, nos dejen ya de una vez tener la fiesta en paz.

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